Mientras una Reina toma el trono, el enemigo acecha esperando el momento para salir a la luz.
¿El reino está a salvo, o solo está a la espera de que la oscuridad lo consuma todo?
ErebosCamino de un lado a otro como todas las tardes desde el momento en que Elysia se fue de mi reino al suyo.
Estoy como un loco desesperado esperando una noticia de ella en la frontera, pero nunca hay noticias. Es como si nadie pudiera traspasar la barrera, y nadie se atreve a cruzarla por miedo a atravesar el bosque.
—¿Seguirás así de desesperado? Acabarás como un demente —Habla por primera vez Daarlen desde que estamos en el salón del trono—. Veo que ya perdiste la cabeza.
—No hay noticias y, ¿qué pasa si está en peligro? —Respondo mientras me paso la mano por el cabello.
—Ella es una reina que debe cumplir con sus deberes... no es para tanto —Habla Daarlen con desinterés.
—No... había magia negra en su reino... —Hablo, pero Daarlen me interrumpe.
—¡¿Qué?! ¿Cómo? Si, según los libros antiguos, los espíritus son puros y llenos de ese espíritu que los hace... eso. Tú me entendiste. ¿Cómo puede haber magia negra en ese reino? —Responde un poco alterado, para después ponerse a pensar.
—Alguien lo estaba haciendo, y si no fuera por Elysia, esa magia negra ya estuviera en este reino… —Hablo mientras veo el reino a través de la ventana.
—Todavía no entiendo por qué tenemos libros de ese reino si no podemos atravesar la barrera —Dice Daarlen mientras se deja caer en el trono, y luego se levanta rápido, chasqueando los dedos—. ¡Exacto! La leyenda.
—¿Qué leyenda?
—Oh, vamos, ¿no te acuerdas? Aquella que nos contaban cuando éramos pequeños.
Responde mientras se acerca.
—La leyenda del Reino Dorado.
—Eso... ¿En serio todavía crees en eso? Madura, ¿quieres?
—Pero si es verdad. Si no lo fuera, ¿cómo explicas la barrera mágica?
Ruedo los ojos y niego.
—Erebos, la leyenda cuenta que un espíritu creó la barrera para que las almas y los espíritus no estuvieran juntos... Lo hizo para que no ocurriera el mismo destino que tuvo ella con su amado. —Responde y dirige su mirada al bosque—. Dicen que ella creó esa barrera porque la Oscuridad mató a su pareja. Tiene varios nombres. Unos la llamaban Aklen, otros, la que porta magia oscura, pero el nombre por el que más la llamaban era Oscuren...
Termina de decir y me viene el recuerdo de aquella niebla negra…
Siento una presión en el pecho, como si no hubiera algo bueno.
Escucho cómo una sirvienta entra en el salón del trono y veo cómo hace una reverencia.
—Disculpe, Rey, pero han dado inicio los del Consejo del reino —Habla con la mirada en el suelo.
Y veo cómo Daarlen me mira serio.
—Creo que ya deberías olvidar a la rubia... —Responde Daarlen mientras se rasca la nuca.
—Primero te destierro, primo. —Respondo enojado y salgo del salón exaltado mientras me encamino a la sala del consejo.
Hecho una furia, entro sin tocar y veo cómo estaban discutiendo. Cuando me ven entrar, el silencio reina en la habitación.
Un espeso silencio se siente en el ambiente.
Me coloco detrás de la silla que me corresponde y veo a cada uno fríamente.
—Rey, esta no es manera de entrar así... —Veo cómo uno se levanta de su silla y, antes de que siga, lo interrumpo.
—Oh... no sabía que ser rey me impide entrar a donde se me plazca. —Hablo fríamente.
—Rey...
—Vamos, adelante, sigan discutiendo lo que hablaban... ¡Vamos, adelante! —Respondo mientras trato de controlar las sombras que hay en mí—. Al parecer, no les quedó claro lo que dije la vez pasada.
Hablo mirando a cada uno.
—Rey, necesita a una reina y... —Interrumpo al lord del reino, aquel que se encarga de proteger a los habitantes, pero no por eso decidirán con quién esté.
—Su reina por el momento no está aquí, pero ella volverá —Hablo mientras tenso la mandíbula. Suelto un respiro exaltado y me paso una mano por el cabello.
—Si es aquella mujer que desapareció, no creo que vuelva, Rey... —Habla, y oscurezco la mirada por lo que acaba de decir—. ...Rey Erebos, por lo menos conozca a la mujer. Su nombre es Lahyra y si usted logra conocerla por cuatro meses puede cambiar de parecer. Si vuelve aquella mujer que le ha robado el corazón antes o incluso después, y usted no ha sentido nada, Lahyra se irá del castillo.
"¿Y si me desahogo de este consejo?"
Lo miro enojado, tensando la mandíbula, y veo cómo todos toman una votación aceptando lo que el lord Zelem dijo.
"No importa cuántas personas me quieran alejar de ti, lo único que logran es que me acerque más a ti..."
Pienso y suspiro frustrado.
—Aceptaré, y si alguien de este salón interviene cuando aparezca Elysia, recuerden que su cabeza será cortada.
Hablo y termino la reunión, saliendo del salón.
Salgo al bosque, veo de reojo el castillo.
Volteo a ver al bosque.
Nadie me va a separar de la persona que se ha llevado mi corazón. Ella es la única que lo puede hacer pedazos si ella lo desea.
A nadie más va a tener ese poder.
—¿Nos vamos ya? —Dice Daarlen en el caballo.
—Tú no vendrás.
Le digo mientras veo cómo se coloca a mi lado.
—Si tú te mueres, yo me iré.
—Es "si tú te mueres, yo también me muero".
Le digo y él ríe.
—Ay, primo, no tienes que ser tan cursi. Ve por tu chica, yo voy por una pelirroja.
—Fayrha...
—Silencio, no voy a permitir que te burles de mí, Erebos.
—No creo que pases la barrera.
Digo mirándolo.
—No seas aguafiestas.
"Espero que lo expulse lejos apenas toque la barrera."
Pienso y río bajo.