Camino enojado por el bosque de Elysia, buscando alrededor a aquella persona que un día amé con todo mi corazón.
Exasperado y enojado, grito su nombre.
—¡OSCUREN!
Alguna vez la llamé por su nombre, pero ahora sé muy bien que esa no es mi guardiana.
—No invoques lo que no puedes controlar, cariño.
Aparece de la nada con una sonrisa en el rostro.
—¡Ya detente! No puedes seguir así, estás jugando con cosas que van más allá de tu poder —Hablo con enojo, tensando la mandíbula.
—Ah, hablas de la chiquilla... —Responde sin importancia mientras ríe por lo bajo—. Solo tuve una conversación con ella, nada más. ¿Acaso temes que le haga daño?
Sonríe macabramente.
—¡Valrhys! —Advierto.
—Ah... ahora sí soy Valrhys. Hace un momento me llamaste Oscuren —Responde con ironía.
—Sé que debe quedar algo de mi guardiana en ti.
Hablo, y el cielo siente mi tristeza y dolor, tornándose en una tormenta.
La lluvia se hace presente. Los truenos y relámpagos se escuchan mientras cada rayo cae cerca de nosotros.
—Lastimosamente, querido Destino, esto va más allá de lo que tú puedes controlar. Así que olvídate de una vez de tu guardiana y gracias por intervenir. Gracias a que ayudaste a esa chica a pasar la barrera, ahora soy libre.
Su voz se escucha como un susurro tenebroso mientras desaparece en la oscuridad de la tormenta que mi corazón había creado.