Un reino unido en su lealtad y armonía, pero de nada sirve cuando tiene al mando a un rey codicioso y traicionero que solo busca poder...
Un rey traidor no puede ser aquel que cuide a su reino, porque en cualquier momento te apuñalará por la espalda.
Veo cada libro de la biblioteca del castillo y ninguno habla sobre la magia oscura. Solo advierten que no hay que usarla, ya que el que la usa será consumido por esta y terminará muriendo.
—De tantos libros que hay aquí, ninguno tiene una solución; todo termina en muerte. —Hablo frustrada y lanzo el libro que tengo en la mano a la mesa.
—Lo que faltaba.
Gruño y camino al desastre que acabo de hacer.
—¡Wow, cayó una bomba en este lugar!
Escucho la voz de Fayrha en la biblioteca.
—No hay información de la magia oscura, solo puras advertencias, y eso no ayuda a cómo detenerla.
Hablo, y frustrada, con mi poder hago que todos los libros vuelvan a estar ordenados como estaban antes.
—No deberías agotarte de esta manera —Responde Fayrha mirando los libros.
—Solo es un poco de poder, no es para tanto.
En eso entra una sirvienta y hace una reverencia apenas está a unos pasos.
—Reina, ha llegado una carta del consejo y hay dos desconocidas preguntando por usted —Habla, y veo que se le forma una sonrisa escalofriante, pero rápidamente la quita.
Es extraño, por un momento me recordó a alguien.
—Entrégame la carta y diles a aquellas personas que me esperen en el salón del trono —Hablo calmada, mirándola fijamente, y veo a Fayrha para que se aleje.
Más allá de las advertencias, también decía que esta magia puede manipular a los espíritus y las almas; las maneja a su antojo.
Ella se acerca y, por un breve momento, es como si fuera un espejismo: noto algo extraño, pero lo ignoro al ver cómo la sirvienta empieza a temblar de miedo.
—Tranquila, ya puedes retirarte. —Hablo calmada y le hago una seña a Fayrha para que se relaje.
Tomo la carta y la abro.
—¿Vas a ir a ver a esas personas? —Habla Fayrha mientras mi vista está en la carta.
La ley del Reino de Elysia dice que solamente el sucesor puede acceder al trono; solo la sangre de la realeza puede ser la siguiente al trono.
El consejo del Reino de Elysia mañana al amanecer habrá un consejo en el templo de las estrellas para decidir quién va a ser el sucesor.
—Entonces, ¿los vas a recibir? —Habla Fayrha.
—¡¡Los voy a colgar!! —Hablo enojada, soltando magia y haciendo otra vez caer la torre de libros.
—¿Qué es lo pasa, Elysia?
—Tú recibe a los invitados, yo haré un viaje al templo dorado. —Hablo y camino a la salida de la biblioteca mientras arrugo la carta.
Aprovechó de seguro que no estaba y puso esa ley en el reino.
—¡Agh! —Levanto la voz frustrada, pasando de largo las puertas del salón del trono.
Veo un guardia dorado en la salida de la entrada del castillo y le hago una seña para que me traiga mi caballo.
—No puede ir así, majestad —Habla la señora Downey. Por primera vez no siento molestia cuando la escucho, sino calma.
Fue gracias a ella que pude controlar mi poder.
—Si me marcho ahora, mañana será un desconocido quien se siente en el trono.
—Mi reina, recuerde lo que le enseñé: este reino no se forjó por sangre, fue con espíritu. ¡Nuestro espíritu, no lo olvide, Reina!
Suspiro calmada y asiento.
—Y lucharemos con el mismo, ya que este siempre nos mantiene vivos y en paz.
Hablo con voz calmada y retrocedo mientras doy la vuelta para irme.
Subo al caballo negro y cabalgo al templo.
El reino de Elysia no necesita un rey que esté de adorno en un trono. El reino necesita un rey que los escuche y los proteja, que luche por ellos, que sea un rey que los guíe cuando la oscuridad quiera consumirlos. Y como no hay un rey que lo haga, entonces seré su Reina. ¡Ese es mi deber! Para eso nací y llegué a este Reino: para guiarlos. Seré su faro, aquella que los guiará cuando la tormenta sea demasiado fuerte y los deje a la deriva. Los iluminaré cuando estén perdidos.
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FayrhaVeo cómo sale Elysia rápidamente y suspiro.
"Y ahora, ¿qué hago con esos invitados?"
Camino a la sala del trono. Respiro antes de abrir la puerta.
—Ash... ¡Yo no tengo que estar haciendo esto! —Hablo para mí misma y siento cómo alguien toca mi hombro.
Volteo y veo quién es.
—Tranquila, yo me encargo. Ve a proteger a Elysia. Si esa magia está allá afuera, ella no está a salvo. —Habla la señora Downey y yo asiento.
Me giro para marcharme, pero escucho una voz conocida en el salón del trono.