Todos piensan que un corazón bondadoso puede ser consumido por la Oscuridad fácilmente porque es débil, ingenuo y demasiado puro, y eso es lo que a la Oscuridad le gusta corromper. Pero los corazones bondadosos no se corrompen así de fácil.
Todo tiene su tiempo, y la Oscuridad tiene una eternidad entera y mucha paciencia para envolverlos poco a poco. Los envuelve y los agrieta al paso del tiempo. Cuando las grietas llenan su corazón por completo, ella se entremete en ellas, juega con su inocencia, y ese pequeño corazón bondadoso se encuentra en una realidad alterada. La misma Oscuridad la hace parecer perfecta, logrando engañarlo y jugar con él, enseñándole que tiene el poder en sus manos. Pero es ahí cuando ya es tarde, es ahí cuando esta te tiene en sus manos y te vuelves su títere que puede manejar a su antojo.
Camino por los pasillos de la Academia de Guardianes.
Un lugar que fue hecho para proteger a los guardianes, ya que estos no tienen un lugar en el mundo.
Pero, ¿quién nos protege de ellos?
La especie que el mundo teme por el gran poder que tienen, pero están aquí para protegerlos de cualquier peligro: los fénix. El solo hecho de que no puedan morir es lo que más los aterra.
Una lágrima de un fénix puede curar una herida.
Pero toda cura puede ser un veneno si esta es provocada por la ira u otras emociones.
No pueden morir, ya que estos serán consumidos por el fuego y renacerán, así volverán a la vida.
Pero toda criatura tiene algo que la puede matar, y la nuestra se mantiene escondida en esta academia, para su beneficio.
Todos los guardianes fénix, para obtener una misión de guardián o alguien a quien proteger, son sometidos a una clase de torturas. Y, para la desgracia de los fénix a los que nada nos hace daño, lo provocan con la única cosa que nos puede matar.
Así, quebrándonos por dentro, o como ellos dicen: volviéndonos fuertes desde adentro.
La primera prueba la hacen cuando eres pequeño.
Te obligan a matar a la persona más cercana a ti. Y, ¿cuál es la persona más cercana a ti? No es nadie en ese momento, ya que te separan de tus padres cuando eres pequeño.
Y dónde están, nadie lo sabe, solo desaparecen.
Si intentas escapar para volver a casa, lo único que encontrarás será una casa vacía y una nota vacía con un sello rojo de una espada.
Nadie sabe dónde se encuentran los padres de los niños… pero yo no tuve la misma suerte.
Una niña pequeña que solo quería volver donde estaba su familia, pero al volver, lo que encuentra es un escuadrón de fénix asesinándolos a cada uno de ellos, sin piedad ni un poco de empatía.
Un fénix no puede ser débil. Esa fue mi primera lección y la aprendí de una manera demasiado dura para una pequeña niña.
La tercera es cuando te enseñan a usar tu poder. Si no lo logras, te cortan con aquello que te puede matar si se usa a la ligera.
Oro. Quién diría que el oro puede matar a un fénix.
Si te descontrolas, te cortarán hasta dejarte inconsciente. Después te llevan a una recámara donde estás encerrada entre cuatro paredes con cadenas de oro, y las paredes tienen espadas de oro. Un mal movimiento, y con una cortada, el oro te envenena. Permaneces allí solo dos o tres días si tienes suerte de soportar las otras cortadas que fueron hechas antes de llevarte a ese lugar.
Pero solo te están haciendo fuerte, como ellos dicen, ¿no?
—¡Mantén el fuego, Valrhys!
Escucho cómo me gritan y siento un latigazo en la espalda, esta empieza a arder de inmediato.
—¡AAAHH! —Grito cuando siento otro latigazo.
El sudor baja por mi frente y niego, deteniéndome.
—No, no, no puedo…
—¡NO HE DICHO QUE TE DETENGAS! ASÍ QUE VUELVE A INTENTARLO. —Escucho cómo me gritan y veo de reojo cómo otro latigazo se aproxima.
Cierro los ojos cuando siento que este me quema.
Me levanto rápido, vuelvo a encender mis llamas y las envío a la esfera de cristal. Para detenerme, este tiene que tener un color rojo sangre. Solo pocos lo logran, ya que mueren al poco tiempo de conseguirlo.
Veo cómo poco a poco va tomando color, pero siento cómo mi cuerpo se siente tan exhausto que en cualquier momento perderé el conocimiento, y me detengo.
—¡NOOO!
Escucho cómo me gritan.
Veo cómo todo se desvanece y se vuelve negro.
—Llévenla al salón oscuro…
Escucho una voz lejana, pero esa voz es escalofriante.
******
Despierto y lo primero que siento es un ardor inmenso en mi espalda. Cuando veo el porqué, me asusto de inmediato.
Una flecha bañada en oro. No me mata, pero puede dejarme todo un mes sin poder por solo el hecho de que tenga oro. Me envenena la sangre.
Siento cómo la sangre recorre mi espalda y veo cómo el suelo está manchado de esta misma.
Intento sacarla, pero no sale tan fácilmente.
Mis manos tiemblan cuando la sostengo mientras intento sacarla.
—No, no, por favor —Lágrimas corren por mis mejillas.
Las mismas lágrimas que pueden curar heridas ajenas, curan las mías.
—¡AAAHHH! —Grito hasta desgarrar mi garganta cuando siento que la flecha sale.
El sonido de la puerta al ser abierta con brusquedad se escucha.
Débilmente, levanto la mirada y veo cómo una figura de un hombre entra rápidamente. Su rostro se vuelve invisible cuando pierdo la visión y todo se vuelve negro.
Lo último que siento es estar en brazos de una persona.
Y el sentimiento de estar protegida en un lugar donde las torturas te vuelven fuerte para ser un guardián.
Porque para ser un guardián, no puedes ser débil.