Las lágrimas de un fénix curan una herida. Son doradas y llenas de veneno si llegan a tener un sentimiento de odio. Sin embargo, la cura para ese sentimiento es lo contrario al odio. Pero, ¿cómo arreglar un cristal que ya está roto? Y si este llega a tener arreglo, seguirá teniendo cicatrices…
Pero eso es lo que lo hace ser quien es ahora…
ElysiaEscondida en algún lugar del bosque de mi reino, miro a Fayrha. Está completamente llena de heridas de la misma magia oscura.
—Era ella… ¿la viste, Fayrha? —Hablo, tomando su rostro.
Recibimos un ataque de la misma magia que había en la frontera de la barrera, pero iba dirigido a mí.
—No era ella… Era un hombre —Contesta mientras se toma la cabeza y la sangre le recorre el rostro.
—¿Por qué tuviste que meterte en medio? Ahora mira cómo te hirieron —Hablo mientras intento curar sus heridas.
Toco la tela de mi vestido y la rompo mientras vento sus heridas con la misma.
—Soy tu guardiana, mi deber es protegerte —Habla y hace una mueca de dolor.
—Si no era ella, entonces ¿quién era esa persona? —Hablo y miro alrededor.
—No lo quiero saber ahora, tenemos que irnos, Elysia —Responde mientras se levanta. Cojea de una pierna.
—No eres un fénix, no te vas a curar —Hablo mientras la miro con culpa. Esa debería ser yo.
—No tengo tiempo de estar llorando, Elysia, hay que llegar al castillo. —Dice soltando un quejido de dolor mientras hace una mueca.
Me acerco a ella y coloco su brazo por encima de mis hombros para ayudarla a caminar.
—Esas heridas hay que curarlas rápido, Fayrha —Le digo mientras la ayudo a caminar—. Te atacaron con magia oscura. Si no la curamos, se pueden infectar.
—Cuando lleguemos al castillo, lo haremos. Si tuviéramos un caballo nos serviría, pero el idiota que nos atacó tenía que hacernos caer de los caballos —Habla y gruñe frustrada.
—La magia oscura no conoce límites, Fayrha.
—No conocemos los límites, pero nos puedes enseñar, princesita...
Escucho una voz masculina susurrar en el bosque.
Me detengo abruptamente apenas la escucho.
Su voz es escalofriante y atrayente al mismo tiempo.
Un escalofrío recorre mi espalda y siento como si mi cuerpo no respondiera, como si me estuvieran empujando para que regrese y busque esa voz.
—¿Te sientes bien, Elysia?
Pregunta Fayrha y me mira preocupada.
Niego con la cabeza y uso mi poder para obligar a mi cuerpo a seguir.
—Sigamos —Hablo segura sin mirar atrás.
—Tus ojos, Elysia, están dorados —Dice sorprendida y, después de fruncir el ceño, asiente.
*********
Llevamos caminando horas. Ya va a oscurecer y Fayrha está completamente pálida.
—Fayrha, debes descansar.
Contesto viendo cómo le cuesta cada vez seguir.
—¡No! Ya falta poco. No hasta que estés a salvo —Habla y sigue mientras gruñe molesta.
—No puedes seguir así, tienes que descansar. Tú misma lo has dicho: ya llegaremos, falta poco, pero tienes que descansar un momento —Respondo mirando cómo niega con la cabeza.
Un sonido estruendoso se escucha de repente y la oscuridad aparece como niebla.
—¡Corre, Fayrha! —Grito mientras ella corre, pero tropieza con la raíz de un árbol.
La niebla nos rodea. Me coloco al frente de Fayrha, en alerta, mientras miro alrededor.
Ella se levanta apenas, y su mano se enciende en llamas. Las lanza a la oscuridad, pero a esta no le hacen nada.
Una risa masculina se escuchó, y la silueta de un hombre aparece en las sombras. Veo cómo se acerca y coloco a Fayrha detrás de mí.
—¡No, yo soy tu guardiana! ¡Yo te tengo que proteger, no tú! —Contesta exasperada e intenta apartarme.
Pero no la dejo.
—Ahora estás herida. Me toca a mí protegerte. Después me proteges, Fayrha, no es el momento —Hablo y ella, enojada, usa su poder de fuego para quemarse la herida de la pierna, para detener la sangre que sale.
Suelta un grito desgarrador y cae arrodillada.
—Cómo me gustan los gritos de dolor, y más cuando es por mí —Habla la voz masculina, saliendo de su escondite.
Creo que era Oscuren la única que estaba usando magia oscura, o este es uno de sus títeres.
Su voz te atrae de una manera que nunca creí sentir.
"¿Por qué siento esto?"
—Oh, cariño, creo que eres la única que puede caer ante mí, princesita.
Contesta con una sonrisa. De alguna manera, es como si estuviera hablando con Oscuren, pero no es ella.
Cuando estuve con ella sentí una toxicidad, y con el hombre que tengo al frente me siento como si la misma oscuridad me estuviera arrastrando al borde del abismo.
—Veo que te contienes —Habla burlonamente. Su rostro es hermoso, delicado y sus ojos son negros, unos ojos en los que si te adentras quedarás atrapada—. Usas tu poder para contenerte, princesita.
—Reina Elysia, no vuelva a dirigirse a mí de esa manera cuando esté hablando conmigo —Respondo mordaz mientras lo miro fijamente.
"Ojos grises..."
Pienso con nostalgia y suspiro cuando siento que ya no me siento atraída por la persona que tengo al frente.
Dejo de usar mi poder y él me mira con curiosidad.
—Tu poder ya no tiene efecto en mí —Respondo y veo cómo tensa la mandíbula.
—Ya veo, pero mi poder de oscuridad no es lo mismo, princesita.
Responde con una sonrisa.
La niebla que nos rodea se acerca a nosotras.
—Cuando llegue el momento, quiero que corras, Fayrha —Susurro para que solo ella escuche.
Asiente y levanto mis manos. Le abro camino para que corra y llegue al castillo.
Ella, antes de correr, le lanza una bola de fuego y corre por el camino de luz que hice.
El hombre se toca la cara cuando el fuego lo quema.
Grita de dolor.
Y lanzo una esfera de luz dorada por el camino donde se fue Fayrha para guiarla y que la proteja.