La última lágrima dorada.

Capítulo 30#

Elysia

​Veo de reojo a Erebos leyendo un libro. No le presto atención al título, solo lo veo a él. ¿Cómo alguien puede dejar su reino solo porque le dijeron que si no se casa en tres años con alguien, va a terminar casado con alguien que no conoce? Y este huye, pasando todo el bosque de su reino y cruza la barrera que se supone que no debería pasar, para venir hasta aquí, por alguien que apenas conoce.

​Niego y veo a Fayrha con una mueca mientras resopla enojada y empuja a Daarlen para que se separe de ella.

​—De tantas personas que podrían pasar la barrera y lo traen a él… —Murmura enojada.

​La veo y volteo mi cara hacia un lado, riéndome por lo bajo, y niego.

​—¿Dijiste algo, amorcito? —Responde Daarlen y volteo sorprendida a ver a Fayrha.

​Esta pone los ojos como platos y empieza a toser. Se levanta rápido haciendo que Daarlen se caiga al suelo.

​—Yo… yo… tengo entrenamiento… —Frunzo el ceño apenas la escucho.

​Y camina hacia mí, tomando mi brazo para levantarme.

​—¿Desde cuándo yo entreno contigo? —Contesto bajo para que ella escuche.

​—Desde ahora —Me responde bajo y caminamos a la salida de la biblioteca.

​—¿Pero y nosotros? —Habla Daarlen, mirando a Fayrha.

​—Hagan lo que quieran —Contesto por Fayrha y cruzo los brazos mientras salgo de la biblioteca, sintiendo una mirada fija en mí.

​Erebos…

​No hace falta adivinar.

​*********

​Veo cómo Fayrha lucha con cuatro Guardias Dorados.

​Veo cómo uno de ellos se cansa y los demás no dan su brazo a torcer.

​Cruzo mis brazos mientras la miro desde la entrada y bostezo.

​Esto aburre.

​Veo a mi izquierda la habitación donde guardan las espadas.

​Una sonrisa se forma en mi rostro apenas las veo.

​El lugar donde entrenan todos los guardias dorados está cerca del jardín del castillo. El lugar está casi cerrado, tiene ventanas de cristal que dan al jardín y el techo de este es igual, completamente de cristal. Cuando llega la noche, las estrellas iluminan el cielo. Este lugar es hermoso, lástima que lo utilizamos para entrenar.

​Camino hacia donde Fayrha y los guardias dorados, viendo que no se detienen.

​Veo fijamente a los tres guardias agotados y Fayrha ríe como si no estuviera agotada.

​—Oh, vamos, no aguantan nada y se dicen llamar Guardias Dorados.

​Les dice ella y voltea a verme. Ve la espada en mis manos y niega, retrocediendo.

​—No, olvídalo.

​—Oh, vamos, dijiste que querías entrenar.

​Niega y camina a la salida.

​Corro rápidamente y la apunto con la espada. Ella levanta las manos, retrocediendo.

​—No voy a pelear contigo.

​—Esto aburre —Digo y la miro con cara triste.

​—¡No!

​Apenas dice que no, lanzo mi primer ataque y ella lo evita y hace que mi espada salga volando por los aires.

​En eso entra Daarlen y Erebos al salón de entrenamiento y veo cómo se distrae.

​Sonrío y formo una espada con mi magia, aprovechando que está distraída, logrando que Fayrha salga volando por los aires.

​Gruñe frustrada, pero cae de pie sobre sus llamas de fuego.

​—No pueden usar poderes cuando están entrenando, ¡eso es trampa! —Habla Daarlen alzando la voz.

​Fayrha sonríe y me lanza un ataque, pero lo detengo con mi espada.

​—¡No es justo, creaste un objeto mágico! —Dice Fayrha y hace fuerza para empujarme, pero no es la única que también tiene fuerza.

​—Fayrha, recuerda que yo no vuelvo, así que ¡cuidado con lanzarme! —Gruño y veo que tiene esa misma intención.

​Lo logra. Me lanza por los aires, y cuando veo que voy a caer, lanzo una gran esfera alrededor de mí como un campo de fuerza, y con esta misma, formo dos más del mismo tamaño.

​Nadie me puede ver dentro de estas. Siento en mi interior una energía fuerte; la adrenalina corre por mis venas.

​Hago que las tres rueden y se mezclen para confundir a Fayrha. Hago rodar una hacia una columna y me salgo, sin dejar de hacer rodar las esferas, haciendo que la rodeen.

​—¡No te escondas! —Habla Fayrha y mira las tres esferas grandes a su alrededor.

​—¡Adivina, adivinador, cuál será el ganador! —Alzo un poco la voz y veo cómo se acerca a una esfera.

​—¡Aquí estás! —Responde y apunta con una bola de fuego a la esfera.

​Sonrío de lado y hago que la esfera se desvanezca, al igual que las otras, haciendo una niebla que nubla su vista, así confundiéndola.

​Me dejo guiar por mi instinto y atrapo a alguien. Lo tomo por la espalda.

​Lo siento un poco más alto.

​Actúo rápidamente antes de que ataque y apunto mi daga en su cuello.

​Deshago la niebla y veo que atrapé a la persona equivocada.

​Veo que voltea a verme y me topo con los ojos de Erebos. Sorprendida y confundida, volteo alrededor y veo a Fayrha con una sonrisa de victoria.

​Rápidamente, creo de nuevo la niebla y corro hacia ella como un rayo de luz.

​Pero esquiva mi ataque al instante. Me pierdo en la niebla y vuelvo hacia ella cuando veo que lanza una bola de fuego hacia mí.

​Deshago la niebla de nuevo y veo a Fayrha lanzar la espada y forjar una de fuego.

​—Adelante, Reina —Habla ella y asiente hacia mí.

​—Primero los guardianes —Respondo con una sonrisa y forjo una con mi poder.

​—Si van a derrotar a la Oscuridad, deberían practicar con alguien que tenga parecido a ese poder —Dice Daarlen, mirándonos y luego mira a Erebos.

​Veo cómo su mandíbula se tensa y niega.

​—Ni lo pienses, no haré tal cosa —Responde y mira a Daarlen como si lo quisiera enterrar vivo.



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En el texto hay: amor, oscuridad y luz, reino y destino

Editado: 10.12.2025

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