Veo de reojo a Erebos leyendo un libro. No le presto atención al título, solo lo veo a él. ¿Cómo alguien puede dejar su reino solo porque le dijeron que si no se casa en tres años con alguien, va a terminar casado con alguien que no conoce? Y este huye, pasando todo el bosque de su reino y cruza la barrera que se supone que no debería pasar, para venir hasta aquí, por alguien que apenas conoce.
Niego y veo a Fayrha con una mueca mientras resopla enojada y empuja a Daarlen para que se separe de ella.
—De tantas personas que podrían pasar la barrera y lo traen a él… —Murmura enojada.
La veo y volteo mi cara hacia un lado, riéndome por lo bajo, y niego.
—¿Dijiste algo, amorcito? —Responde Daarlen y volteo sorprendida a ver a Fayrha.
Esta pone los ojos como platos y empieza a toser. Se levanta rápido haciendo que Daarlen se caiga al suelo.
—Yo… yo… tengo entrenamiento… —Frunzo el ceño apenas la escucho.
Y camina hacia mí, tomando mi brazo para levantarme.
—¿Desde cuándo yo entreno contigo? —Contesto bajo para que ella escuche.
—Desde ahora —Me responde bajo y caminamos a la salida de la biblioteca.
—¿Pero y nosotros? —Habla Daarlen, mirando a Fayrha.
—Hagan lo que quieran —Contesto por Fayrha y cruzo los brazos mientras salgo de la biblioteca, sintiendo una mirada fija en mí.
Erebos…
No hace falta adivinar.
*********
Veo cómo Fayrha lucha con cuatro Guardias Dorados.
Veo cómo uno de ellos se cansa y los demás no dan su brazo a torcer.
Cruzo mis brazos mientras la miro desde la entrada y bostezo.
Esto aburre.
Veo a mi izquierda la habitación donde guardan las espadas.
Una sonrisa se forma en mi rostro apenas las veo.
El lugar donde entrenan todos los guardias dorados está cerca del jardín del castillo. El lugar está casi cerrado, tiene ventanas de cristal que dan al jardín y el techo de este es igual, completamente de cristal. Cuando llega la noche, las estrellas iluminan el cielo. Este lugar es hermoso, lástima que lo utilizamos para entrenar.
Camino hacia donde Fayrha y los guardias dorados, viendo que no se detienen.
Veo fijamente a los tres guardias agotados y Fayrha ríe como si no estuviera agotada.
—Oh, vamos, no aguantan nada y se dicen llamar Guardias Dorados.
Les dice ella y voltea a verme. Ve la espada en mis manos y niega, retrocediendo.
—No, olvídalo.
—Oh, vamos, dijiste que querías entrenar.
Niega y camina a la salida.
Corro rápidamente y la apunto con la espada. Ella levanta las manos, retrocediendo.
—No voy a pelear contigo.
—Esto aburre —Digo y la miro con cara triste.
—¡No!
Apenas dice que no, lanzo mi primer ataque y ella lo evita y hace que mi espada salga volando por los aires.
En eso entra Daarlen y Erebos al salón de entrenamiento y veo cómo se distrae.
Sonrío y formo una espada con mi magia, aprovechando que está distraída, logrando que Fayrha salga volando por los aires.
Gruñe frustrada, pero cae de pie sobre sus llamas de fuego.
—No pueden usar poderes cuando están entrenando, ¡eso es trampa! —Habla Daarlen alzando la voz.
Fayrha sonríe y me lanza un ataque, pero lo detengo con mi espada.
—¡No es justo, creaste un objeto mágico! —Dice Fayrha y hace fuerza para empujarme, pero no es la única que también tiene fuerza.
—Fayrha, recuerda que yo no vuelvo, así que ¡cuidado con lanzarme! —Gruño y veo que tiene esa misma intención.
Lo logra. Me lanza por los aires, y cuando veo que voy a caer, lanzo una gran esfera alrededor de mí como un campo de fuerza, y con esta misma, formo dos más del mismo tamaño.
Nadie me puede ver dentro de estas. Siento en mi interior una energía fuerte; la adrenalina corre por mis venas.
Hago que las tres rueden y se mezclen para confundir a Fayrha. Hago rodar una hacia una columna y me salgo, sin dejar de hacer rodar las esferas, haciendo que la rodeen.
—¡No te escondas! —Habla Fayrha y mira las tres esferas grandes a su alrededor.
—¡Adivina, adivinador, cuál será el ganador! —Alzo un poco la voz y veo cómo se acerca a una esfera.
—¡Aquí estás! —Responde y apunta con una bola de fuego a la esfera.
Sonrío de lado y hago que la esfera se desvanezca, al igual que las otras, haciendo una niebla que nubla su vista, así confundiéndola.
Me dejo guiar por mi instinto y atrapo a alguien. Lo tomo por la espalda.
Lo siento un poco más alto.
Actúo rápidamente antes de que ataque y apunto mi daga en su cuello.
Deshago la niebla y veo que atrapé a la persona equivocada.
Veo que voltea a verme y me topo con los ojos de Erebos. Sorprendida y confundida, volteo alrededor y veo a Fayrha con una sonrisa de victoria.
Rápidamente, creo de nuevo la niebla y corro hacia ella como un rayo de luz.
Pero esquiva mi ataque al instante. Me pierdo en la niebla y vuelvo hacia ella cuando veo que lanza una bola de fuego hacia mí.
Deshago la niebla de nuevo y veo a Fayrha lanzar la espada y forjar una de fuego.
—Adelante, Reina —Habla ella y asiente hacia mí.
—Primero los guardianes —Respondo con una sonrisa y forjo una con mi poder.
—Si van a derrotar a la Oscuridad, deberían practicar con alguien que tenga parecido a ese poder —Dice Daarlen, mirándonos y luego mira a Erebos.
Veo cómo su mandíbula se tensa y niega.
—Ni lo pienses, no haré tal cosa —Responde y mira a Daarlen como si lo quisiera enterrar vivo.