Miro alrededor de la biblioteca del Castillo de Elysia.
Todo el lugar está en silencio, o eso parece para los demás.
Tomo aquel diario azul oscuro y comienzo a escribir.
Y es que las sombras siempre están susurrando. Aunque los demás no las escuchen, acechan, esperando el momento en el que estés vulnerable para atacar.
Suspiro frustrado, deteniendo mi pluma, y cierro el diario.
Antes las escuchaba, estaban ahí, susurrando, pero no hacían tanto ruido; ahora es más fuerte que antes.
Y las pesadillas no se quedan atrás, pero se sienten tan reales como si fuera algo pasado.
Un sueño donde veo morir a la persona cercana a mí. Su rostro no es visible, a veces lo veo, pero al despertar no la recuerdo. Sé que es mujer, y cada vez que la veo morir siento cómo toda mi alma se hace pedazos.
Gruño cuando los susurros se hacen más fuertes y luego se callan.
Respiro calmado, cuando ya no los escucho.
—Erebos… —Escucho una voz conocida detrás de mí. Cuando volteo, me encuentro con la única persona que puede acallar esos susurros.
Lo descubrí cuando ella y yo nos conocimos: los susurros se callaron. Y cuando regresó a su reino, me di cuenta de que es la única que puede calmar mis tormentos.
Aquellos susurros que para algunos son solo eso, pero para otros pueden derrumbarlo todo.
Sonrío cuando veo que tiene una mirada de preocupación mientras me mira.
—¿Estás bien? —Pregunta Elysia, preocupada. Su voz es como una melodía de calma.
Asiento y me levanto, tomando su mano y dándole un beso.
—Ahora lo estoy, gracias a ti —Respondo, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja.
Me mira como si estuviera buscando algo en mis ojos, pero lo único que encontrará es algo que más adelante descubrirá.
Sonríe y forja una esfera de luz en medio de los dos.
La levanta y la coloca cerca de mi cabeza.
—Voy a alejar todo lo que te atormenta, Rey Erebos —Habla, mirándome fijamente.
Río y junto nuestras frentes, haciendo que nuestras respiraciones se mezclen, y cierro los ojos, respirando su aroma.
—Ya lo hiciste con solo estar aquí a mi lado, mi Reina Elysia —Contesto y abro los ojos. Veo un leve sonrojo, y ella se separa de mí, sorprendida, pero trata de no mirarme—. No huyas de mí.
Sonríe y me toma del rostro.
—Soy una reina, nunca haría tal cosa —Responde y me da un beso en mi mejilla, pero la atraigo hacia mí, abrazándola para que no se escape—. Te dije que no voy a huir.
—Lo escuché, pero temo que me mientas, mi Reina —Contesto y hundo mi cara en su cuello.
Nos quedamos así un momento y me alejo un poco cuando ella ve aquel diario.
—¿Qué escribes?
—Más adelante lo descubrirás —Hablo calmado, con un sentimiento extraño que no sé cómo describir.
Algo en mi interior me dice que esto en cualquier momento se puede esfumar.
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Veo cómo el atardecer cae para darle paso a la noche, donde las estrellas iluminan y la luna resplandece en lo más alto del cielo.
Miro alrededor del jardín del castillo y me pregunto cómo estará mi reino. Estoy seguro de que están bien.
Los susurros siguen ahí, acechando. Gruño frustrado y me paso una mano por el cabello.
—Veo que algo te atormenta —Escucho una voz desconocida detrás de mí.
Volteo y veo a un hombre de cabello oscuro y con una capa negra. Tiene un aura misteriosa.
—¿Quién eres? —Pregunto, mirándolo detenidamente.
—Solo soy alguien que conoce las vidas de las personas, desde donde empieza hasta cuando termina —Responde y se acerca mientras mira el cielo y coloca sus manos en su espalda—. Erebos, veo que te has convertido en lo que Alara un día deseó tanto.
"¿Cómo sabe mi nombre? ¿Alara? ¿Quién es Alara?"
Lo miro confundido y veo que ríe al ver mi expresión.
—He venido hasta aquí para responder todo aquello que para ti no tiene respuesta.
—¿Tú? ¿Y qué es lo que tú crees que puedes responder?
—El porqué tienes esos sueños tan dolorosos y aterradores, aquellos susurros que tanto te atormentan y que solo Elysia puede acallar, o el porqué no te excedes con tus poderes.
Lo miro seriamente, buscando algo que me diga el porqué sabe todo eso.
—Soy el Destino, Erebos. No hay nada que tú no sientas y yo no lo sepa. Sé todo, tengo las respuestas que algunos temen escuchar por lo que puede ocasionar después.
—¿El Destino? —Digo sin poder creerle, pero todo lo que dijo de mí me lo confirma, ya que soy el único que sabe lo de los susurros.
—Todos aquellos sueños en realidad no lo eran, sino que eran tus vidas pasadas. Aquellos susurros solo fueron la consecuencia de la oscuridad que cometiste en tu primera vida, pero todos sabemos que cuando la oscuridad manipula a alguien siempre logra su cometido, o parte de él. Elysia las calma porque es un espíritu de luz y, además, tu alma gemela, o como otros dirían, tu otra mitad. Y lo de tus poderes: no te excedes porque temes perder el control, y más porque las sombras te hacen sentir que estás atrayendo algo peligroso, pero no sabes qué es —Habla el Destino, mirándome con nostalgia.
—Y si lo sabes todo, entonces deberías saber el porqué siento como si el tiempo se fuera a acabar en cualquier momento —Contesto y él asiente—. Si todos aquellos sueños solo fueron recuerdos de mis vidas pasadas... ahora te quisiera preguntar algo.
—¿Cuál es tu pregunta?
—¿Hasta cuándo vamos a dejar de sufrir? —Respondo, sintiendo un nudo en la garganta.
—...Esa pregunta no la puedo responder.
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