La Última Llama

Capítulo 3

—¡Por favor, Lauren, apúrate! Llevas mucho tiempo ahí dentro —apresura.

Me miro por última vez en el espejo y acomodo la gorra negra que Isaak ha traído. Miro mi atuendo antes de salir y creo que esta ves Isaak me ha fallado. Ha escogido el color incorrecto de hoddie al traerme esta de color rosa fluorescente. Mala elección de color.

—Aún tenemos que comprar las cosas y llevarlas al lugar —manifiesta.

Ruedo los ojos y camino detrás de él hacia la entrada del supermercado. Hace mucho que no entraba a uno.

Isaak camina con rapidez por los pasillos y me es un poco difícil seguir su paso. Parece que tiene más prisa que yo. Llegamos al área donde hay contenedores y todo tipo de recipientes de plástico. Isaak toma unos cuantos y me los entrega de mala gana.

—¿Qué te sucede? —divaga, observándome fijamente mientras lleva sus manos a su cadera—. No me digas que...

—Ya no se si realmente quiero hacer esto —lo interrumpo y termino la frase.

Anteriormente, cuando solo pensaba en todo lo que sucedería esta noche, realmente me sentía ansiosa por estar justo donde me encuentro ahora, pero desde este punto de vista, comienzo a razonar mejor las cosas y en lo que ocasionaremos. No es nada sencillo, a decir verdad.

—¿Cómo es que justo ahora te estas cuestionando si debemos o no seguir con el plan? —susurra, agresivamente, tomándome fuertemente del antebrazo.

—E-Eh, y-yo...

—¿¡Quieres terminar con todo y que te regrese, para que estes cautiva de nuevo en ese asqueroso lugar!?

Lo miró fijamente, aterrada. No imagine que reaccionaria así. Jamás lo había visto de esta forma. Es como si ahora fuera otra persona, una totalmente diferente a la que conocía antes de que me encerraran.

«¿Realmente sería capaz de llevarme de nuevo a aquel lugar?»

—¡Por supuesto que no! —admito—, es solo que... habrá demasiada gente y alguno podría llamar a la policía.

—Seremos cuidadosos, Lauren. De eso no te preocupes.

Toma delicadamente mi mejilla y la acaricia lentamente con su pulgar, mirándome fijamente, con una ligera sonrisa en sus labios. Su cambio repentino de humor me ha dado escalofríos.

—Volvamos a lo que estábamos —me alejo de él y tomo firmemente los recipientes.

Relamo mis labios mientras caminamos hacia la caja.

«Eso ha sido demasiado extraño.»

Isaak paga los recipientes y salimos rápidamente del supermercado, sin llamar demasiado la atención o mirarnos sospechosos. Subimos al auto. En un par de minutos llegamos a la gasolinera.

—Llénalos —ordena—, mientras yo iré por el resto de las cosas.

Asiento y hago justo lo que me ha dicho.

«¿Por qué utilizaríamos demasiada gasolina, cuando nos es suficiente con un recipiente de estos lleno? Olvido comentarme esto, seguramente.»

Termino de llenar los recipientes y los introduzco en el coche, con mucho cuidado de no derramar líquido. Seguro que también se pondría como loco si mancho su auto y no quiero una extraña escena como la de hace un rato. Ya suficiente tengo con lo sucedido en la cafetería.

—¿Estas lista para el gran desastre que ocasionaremos? —entra de pronto al auto con un par de cosas dentro de una bolsa.

Asiento, dudosa. Me mira divertido, enciende el auto y nos dirigimos hacia nuestro penúltimo destino antes de la gran función.

(...)

Termino de acomodar mi cabello y arreglo ligeramente mi vestido color turquesa, el cual, consta de un corset ligeramente transparente de la parte del abdomen, una falda larga y transparente, donde se dejan ver mis piernas. Jamás en mi vida me había vestido tan... así. Ni siquiera me había atrevido a cortar mi cabello más arriba de mis hombros y sin planearlo. He de admitir que me gusto demasiado el color pelirrojo oscuro que le he dado. Ni siquiera yo misma me reconozco.

«Ya quiero ver que cara pone Eleazar y Jenna al verme después de tanto tiempo.»

Retoco el maquillaje de mis labios que ha comenzado a desvanecerse. Me miro por última vez en el espejo del asqueroso baño de la cabaña y salgo.

—Te miras realmente muy linda —alaga Isaak al verme salir.

Se separa del auto y camina hacia mí, para ayudarme a bajar los escalones de madera vieja. No tengo idea de donde ha sacado esta cabaña, pero lo cierto es que tiene un toque tenebroso. Lo que más me da miedo es que esta en medio de la nada.

Me abre la puerta de su BMW blanco y subo en él. Una corriente eléctrica recorre mi cuerpo al saber que estamos a pocos minutos del mayor acto vandálico de mi vida.

«Tengo miedo.»

Isaak se sube al auto, lo enciende y nos dirigimos al lugar de la fiesta. Mis nervios solo aumentan con cada segundo que pasa.

En todo el camino no nos dirigimos la palabra. No tengo cabeza para poder sacar algún tema de conversación. Lo único que pasa por mi mente una y otra vez es el plan. Todo está muy bien calculado y si algo fallara, podría estar en graves problemas.

Llegamos al lugar y no puedo evitar mirar asombrada el bonito lugar repleto de luces blancas por todo el exterior y en todo el jardín que esta alrededor del lugar donde es la fiesta. Trago pesadamente de solo pensar en el destino de este lugar.

Nos bajamos del auto y Isaak le entrega las llaves al chico de cabello castaño que se ha parado a su lado.

—Gracias —le agradezco al chico y le dedico una ligera sonrisa.

Paso mi brazo por encima del de Isaak y entramos al lugar. Entrega dos boletos a una chica que se encuentra ahí, las revisa y asiente ligeramente.

—¿Por qué no le has agradecido? —le regaño, en un susurro—. Así te veras más sospechoso y podrían sacarnos de la fiesta antes de llevar el plan acabo.

—Yo no he venido ha hacer amigos, solo he venido a hacer venganza —nos detenemos y me mira, furioso.

Cuando me doy cuenta, me esta apretando fuertemente de la muñeca.

«¿Por qué de proto se comporta como un idiota?»



#6245 en Otros
#1874 en Relatos cortos
#2169 en Thriller

En el texto hay: manipulacion, suspenso, venganza

Editado: 12.02.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.