La Última Llama

Capítulo 5

Lo miro fijamente mientras acaricio con lentitud el vaso de plástico que sostengo entre mis manos. Realmente estoy disfrutando demasiado de este momento.

Trago fuertemente y mi corazón comienza a palpitar a gran velocidad cuando miro que comienza a removerse en su lugar.

«La función está por comenzar.»

—¿Qué estas haciendo ahí, Lauren? —parpadea repetidamente mientras a costumbra sus ojos a la luz tenue de la habitación—. ¿Por qué estoy así? ¿Qué está pasando?

Se mira a si mismo y en la incomoda posición en la que se encuentra.

Esbozo una sonrisa, malvada, mientras observo divertida como comienza a forcejear.

—Eso solo hará que te lastimes, cariño —digo, tranquilamente, aun jugueteando con la veladora en mis manos.

—¿Qué estás haciendo, Lauren? Esto es una locura.

—¿Tu crees? —frunzo ligeramente el ceño, sarcástica.

Me levanto de golpe y camino con lentitud hacia él, deteniéndome a casi un metro de distancia.

—Sabes… —comienzo a decir, sentándome en cuclillas para quedar a su altura—, no creí que fueras capaz de hacer todo eso tu solo. No te conocía esas mañas.

Suelto una pequeña carcajada, burlona, ocasionando que de un pequeño respingo del susto y me mire con los ojos ligeramente más abiertos de lo normal.

—Lo que más me impresiono fue lo verdaderamente tonto que fuiste al planear mi escape el mismo día de la boda, eso fue lo que te ha delatado.

Toco ligeramente su mentón con mi dedo índice. Relamo mis labios e inhalo profundamente. Tengo que ser fuerte para hacer lo que a continuación.

—¿D-De que estas hablando? ¿Tonto yo? —titubea.

—¡Por supuesto que lo eres! Desde aquel día en que me mostraste la invitación de la boda y después me insinuaste vengarnos de ambos por su compromiso, me di cuenta que realmente eras un maldito loco. Pero acepte tu propuesta porque me ayudarías a salir de aquel espantoso lugar.

Arrugo levemente mi nariz y exagero levemente mis expresiones faciales.

«Supongo que en estos momentos yo también parezco una loca haciendo todo esto. Pero he de admitir que se lo tiene bien merecido, además, yo solo estoy actuando por este breve momento.»

—¡Yo no soy ningún loco, Lauren! —grita fuertemente, haciendo que de un respingo.

Los músculos de su cuello se tensan en un segundo y su rostro se torna rápidamente de un color carmesí intenso.

«Esto realmente solo afirma que es un loco. De no serlo, no habría reaccionado de tal forma.»

—Y te creo, cariño —susurro sarcásticamente, con una sonrisa en mis labios.

—Entonces suéltame de una vez y vámonos de este maldito lugar antes de que amanezca —amenaza.

Me levanto y suspiro pesadamente.

—Lo hare hasta que hable contigo de este tema —indico.

Relame sus labios y asiente ligeramente, dudoso.

—No se como pudiste jugar conmigo psicológicamente, cuando yo confíe en ti. Éramos mejores amigos.

Camino por toda la habitación mientras muevo mi mano suavemente de un lado a otro.

—Lo hice porque Eleazar no merecía estar a tu lado. Tu eres demasiado para él —confiesa.

—Pero no tenias derecho de meterme ideas locas en la cabeza para lastimar a personas inocentes.

Me acerco a él y quedo a escasos centímetros de su rostro. Lo miro fijamente y he de admitir que su semblante cambia drásticamente de uno molesto a uno de terror. Jamás me había sentido tan empoderada como en este preciso momento.

—Sabes perfectamente que ellos son de todo, menos inocentes y buenas personas —regaña.

—¡Pero no teníamos derecho a quemarlos vivos! —grito, molesta.

Lo empujo levemente al mismo tiempo en que me levanto y me alejo de él, causando que se golpe en la espalda con la columna de la cabaña en la que se encuentra atado de manos.

—Siempre fuiste un chico que hacia las cosas bien y jamás hacia el mal a otras personas —añado, suavemente—. No se cómo cambiaste tan drásticamente.

—Si cambie fue por ti. La idea de que Eleazar no moviera sus influencias para sacarte de ese horrible lugar solo me hizo tener la certeza en que no le interesabas tanto como a mí.

—Y eso fue justo lo que delato tu locura. Solías hacer cosas realmente estúpidas cuando una chica te gustaba y ¿sabes qué? Fue justo lo que hiciste conmigo. Comenzaste a actuar como un estúpido conmigo cada que me visitabas.

Camino sobre la habitación y derramo más del contenido de aquel recipiente. Sonrió en mi interior al ver el rostro horrorizado de Isaak al verme haciendo tal cosa.

—D-Deja de hacer eso —titubea—. ¿Qué es eso?

Ignoro su pregunta. —Lo dejare de hacer en cuanto me digas una última cosa.

—¿Qué cosa? —dice con la voz en un hilo.

—¿A dónde quieres llevarme después de hacer todo esto? —lo miro con los ojos ligeramente entrecerrados, presionándolo a que me responda. Me acerco de nuevo a él y quedo a su altura.

«Realmente es incómodo estar en cuclillas para poder verlo fijamente. No pensé muy bien en esto.»

—A una casa escondida que compre a las afueras del país, muy cerca de la playa, aquella donde fuimos hace un par de años solos tu y yo. ¿Recuerdas?

—Por supuesto. En ese tiempo Jenna no pudo ir y tuvimos que conseguir una casa más pequeña a la que habías rentado para los tres —recuerdo, sonriente—. Nadie sabe de esa cabaña más que tu y yo.

—Por eso es el lugar perfecto para que ambos vivamos ahí, sin temor de ser encontrados.

—Por supuesto que es un buen lugar. Nadie podrá encontrarme ahí.

Me levanto, acomodo mi vestido y camino hacia donde he dejado mis zapatos hace un par de horas, antes de acostarme a su lado.

—Gracias por la información —me giro para verlo y le guiño un ojo, sonriendo, agradecida.

—¿Qué? No me dejaras aquí ¿cierto?

—Claro que sí, cariño. Es lo que tu querías ¿no? Estar conmigo a solas a la luz de las velas —afirmo—. Es justo lo que tendrás.



#6279 en Otros
#1882 en Relatos cortos
#2190 en Thriller

En el texto hay: manipulacion, suspenso, venganza

Editado: 12.02.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.