Ana era la única alma en la oscura oficina, su turno solitario en la línea telefónica de emergencia se deslizaba hacia la noche sin incidentes, hasta que una llamada perturbadora rompió el silencio. Un hombre en pánico clamaba por ayuda, afirmando que alguien lo perseguía. A pesar de sus intentos por calmarlo, Ana sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal al darse cuenta de que el hombre sabía demasiado sobre ella, detalles que solo un extraño no debería conocer.
Cuando intentó llamar a la policía, descubrió con horror que las líneas estaban muertas, dejándola atrapada en un laberinto de miedo y paranoia. Cada instante se volvía más opresivo, cada sombra parecía albergar una amenaza latente. Y mientras luchaba por mantener la compostura, una verdad aterradora se apoderaba de su mente: no estaba sola.
La tensión alcanzó su punto máximo en la conversación con el hombre, finalmente logrando obtener su ubicación antes de que la policía interviniera. Pero incluso cuando el exnovio obsesionado fue detenido, el alivio de Ana fue fugaz. Una nota ominosa dejada en su escritorio anunciaba que la pesadilla no había terminado: "No importa lo que hagas, siempre estaré contigo".
En ese momento, Ana comprendió que su exnovio no actuaba solo, que una sombra acechante aún la rodeaba en la oscuridad. Y mientras cerraba la oficina, una sensación de terror la envolvía, sabiendo que la verdadera amenaza aún estaba por revelarse.