La ultima mirada.
Clara Rojas era una mujer de 32 años muy hermosa y humilde que vivía en un pueblito del sur. Ella tenía un esposo llamado Martin Rodríguez, que era un chico de 34 años con ojos azules y pelo rubio. Ellos tenían una gran conexión uno para el otro y sus familias se llevaban muy bien.
El día 6 de septiembre, Clara se levantó con la ausencia de Martin. Con la esperanza de verlo en la tarde llamo a su teléfono. Nadie respondió a su llamada. Ella estaba muy asustada ya que no sabía nada sobre su esposo… Cuando lo llamo la 3ra vez contesto una mujer diciendo “¿Hola? ¡Soy la madre de Martin! ¡Necesito ayuda! Estoy en la calle Florida”
Clara se dio cuenta que estaba llorando y corrió lo más rápido que pudo hacia el lugar. Cuando llego habían muchas ambulancias y algunos policías, y le agarro pánico. 5 minutos después vio a Martin en el suelo de la calle con mucha sangre, con su madre sin dejar de llorar ni un segundo. A Clara le produjo un vacío en su corazón que solo él podía llenar.
Cuando ella fue a la casa de la madre de Martin le conto lo que ocurrió. “Martin estaba caminando hacia el dentista cuando un auto desesperado lo choco”- Dijo la señora. La mamá de su esposo intento consolarla, y Clara se marchó con mucha angustia por dentro.
Era una mañana gris y lluviosa cuando Clara se despertó en su casa vacía, sintiendo el peso de la ausencia de Martín. Habían pasado tres semanas desde su muerte, pero el dolor seguía tan agudo como el primer día. Mientras se preparaba para enfrentar otro día en solitario, sus pensamientos vagaban por los recuerdos compartidos, momentos que ahora parecían fragmentos de una vida anterior.
Clara se dirigió al estudio de Martín, un lugar que rara vez había visitado mientras él vivía. Siempre había respetado su privacidad, entendiendo que el estudio era su refugio, el lugar donde podía trabajar en sus proyectos de arquitectura sin distracciones. Pero hoy, algo la impulsaba a entrar, tal vez la necesidad de sentir su presencia una vez más.
Abrió la puerta lentamente, como si temiera perturbar la paz que reinaba en el lugar. El estudio estaba tal y como Martín lo había dejado, con papeles esparcidos sobre el escritorio y maquetas a medio terminar. Clara se acercó a su escritorio y, al pasar sus dedos sobre la madera pulida, notó un leve resquicio en uno de los cajones. Curiosa, tiró del cajón y descubrió un compartimento oculto.
Dentro del compartimento, encontró un paquete de cartas, todas ellas dirigidas a ella. Con manos temblorosas, Clara tomó la primera carta y empezó a leer. Las palabras de Martín saltaron de la página, llenas de amor y de una pasión que nunca le había expresado en vida.
Pero había algo más en esas cartas, un tono de urgencia y misterio. Cada carta terminaba de la misma manera: con las palabras "La última mirada".
Confundida y deseosa de respuestas, Clara decidió leer todas las cartas. Cuanto más leía, más se daba cuenta de que no conocía a Martín tan bien como pensaba. Había secretos que él había mantenido ocultos, aspectos de su vida que nunca había compartido con ella.
Al terminar la última carta, Clara se quedó mirando al vacío, sintiendo una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que no podía ignorar lo que había descubierto. Tenía que desentrañar la verdad, por su propio bien y por el legado de Martín. Decidida a descubrir los secretos que su esposo había dejado atrás, Clara se preparó para una búsqueda que cambiaría su vida para siempre.
Con un último vistazo al estudio, cerró la puerta detrás de ella, llevando consigo las cartas que serían la clave para descubrir "La última mirada" de Martín.
Editado: 25.11.2024