La Ultima Muerte

Parte 4

La carretera estaba húmeda, la neblina amenazó con aparecer cada vez mas densa, vaya mal augurio, pero no desertaría en la búsqueda de Luis y Paola. Un claxon me hizo casi derrapar, logro detenerme y era los demás en el carro de Lalo que había dejado en casa de Dayana.

- ¿Acaso creen que irán solos? – gritó Mario en el volante.

- Necesito ver para creer- dijo Mario sacando la cabeza de una ventana.

Sonreí al verlos ahí, sabia que no nos dejaría solos, ni tampoco a nuestros amigos, bajé la careta de mi casco y emprendí de nuevo el rumbo llegando a nuestro destino, apagamos motores y descendimos de los vehículos para iniciar el recorrido cuesta arriba, no sin antes mirarnos para darnos seguridad mutuamente.

Comenzamos a subir, mi corazón se estaba acelerando, había miedo, estábamos atentos ante cualquier movimiento, observando en todas las direcciones, con los sentimientos a flor de piel, expuestos y con la incertidumbre de lo que encontraríamos, al menos yo, estaba con los ojos muy abiertos y los nervios a tope.

- Ay por Dios – dije por la impresión, haciéndome el cabello hacia atrás.

Carmen estaba con la boca tapada, y los demás incrédulos ante la escena, ya habíamos pasado las cintas íbamos a más de la mitad del camino cuando vimos un brutal desastre, con manchas rojas regadas que estaba segura que era sangre, el olor metálico lo confirmaba, me quede helada, la verdad es que no quería seguir, sentía el peligro acechando, pero no podía huir, debíamos seguir.

Continuamos en silencio siguiendo un rastro macabro en la oscuridad, Lalo iba al frente y yo de tras de él, un zumbido se escuchó al llegar a pocos metros de la cima, nos detuvimos, y lo vi.

Una figura espectral, parecía la sombra de un hombre sacado de la tumba de un cementerio en un hospital psiquiátrico, sus ojos acariciaban la locura y demencia, su sonrisa era macabra, no parecía tener un cuerpo físico, era mas como una sombra o la neblina de la fría noche, estaba aterrada.

- ¿Qué mierda es eso? - dijo Raúl ajustando la visión.

Carmen lanzo un grito desgarrador al ver la aparición frente a nosotros, ella corrió regresando por el camino en el que habíamos llegado, una fuerza sobrenatural la alzo enseguida del cuello y la arrastro hacia la cabaña.

- ¡Agárrenla! - gritó Mario y tratamos entre todos sostenerla, pero la fuerza que la arrastraba nos llevaba junto con ella.

- ¡No la suelten! - dijo Julio con gran esfuerzo.

Carmen luchaba con desesperación encajando las uñas a la tierra tratando de aferrarse al suelo y al aire, solo se escuchaba sus fallitos gritos.

Solté a Carmen, mis manos no pudieron más, recordé que el fuego podía quemar cosas “extrañas” y hacer desaparecer su energía, lo tenía preparado, saqué de mi mochila las botellas con gasolina para esparcirlas por el lugar, entré a la caballa para derramar lo de una botella y fue ahí cuando vi a mis amigos… sin vida. Los cuerpos inertes de Luis y Paola estaban en la mesa, fríos, junto con esa maldita pluma que no dude en tomarla, mojarla en gasolina y salir de ahí, Salí con lágrimas amenazando con salir de mis ojos y no pude evitar gritar de desesperación.

- ¿QUÉ ES LO QUE QUIERES? – grité al aire, esperando me respondiera este ser maligno que mató a mis amigos.

Carmen ya estaba respirando para cuando llegue.

- ¡JESSY! – grita Dayana señalando de tras de mí.

Los cuerpos de Luis y Paola se elevaron, sonreían de manera espeluznante, parecían muñecos de película de terror, con heridas en todo el cuerpo, y las caras prácticamente moradas, de inmediato fueron lanzados al barranco.

- ¡ME LARGO! - grito Raúl corriendo, pero al darse la vuelta se encontró cara a cara con ese monstruo de sonrisa maligna.

No se que pasó en realidad, Raúl se perdió, sus ojos parecían estar en transe y simplemente dejó de respirar, cayó al suelo.

- ¡RAUUUL! – me acerqué de inmediato, sus ojos estaban sangrantes y su garganta quemaba, tomé su pulso, pero… ya era tarde, estaba muerto.

De rodillas junto a su cadáver, mire a Dayana, negando con la cabeza, Lalo me levanto con prisa, y reaccioné.

- ¡Debemos salir de aquí! - me dijo él sosteniendo mi cara.

Mario y Julio ayudaban a Carmen, Dayana y Lalo trataban de mover el cuerpo de Raúl, pero no veía a Brian por ningún lado.

- ¿Dónde está Brian? – pregunté.

- ¿No estaba con nosotros? - dijo Mario claramente con preocupación.

- No puede ser - prácticamente fue un susurro que salió de mi boca.

Brian se encontraba dentro de ese pequeño espacio, sujetando esa pluma que yo tenía en mis manos, no supe en que momento me la quitó.

- ¡BRIIAN!, ¡VAMONOS! ¿QUÉ HACES? – gritó Julio claramente aterrado y sin idea de por qué Brian estaba ahí.

Después lo entendí, estaba bajo la sombra de ese espectro fantasmal, Brian lanzó su cabeza hacia atrás y la pluma atravesó su cuello, la sangre brotaba con una fuente espeluznante.

Tenía que terminar con eso.

Entre gritos, llanto y desesperación, saqué una botella de cristal con agua bendita, no sabía si iba a funcionar, pero debía intentarlo, cuatro de mis amigos estaban muertos y no entendía que era lo debía hacer, en una medida desesperada corrí directo pero una fuerza me lanzó hacia un árbol, caí al suelo con un impactante dolor en mis costillas, me sofoqué. De reojo vi la misma escena de hace unos momentos, los cuerpos de Raúl y de Brian siendo arrojados al barranco.

Intentaba recuperar el aliento, pero todo estaba borroso, solo escuchaba a lo lejos que Lalo intentaba acercarse a mí, pero Carmen fue arrastraba hacia adentro de la cabaña, gratando desesperadamente por liberarse sin éxito, cerré los ojos y escuche algo crujir… le había roto el cuello.

Todo estaba pasando demasiado rápido y a la vez esperaba que todo terminara pronto.

- ¿Qué es lo que quieres? - dije apenas para mí misma.

- Es el precio a pagar – Mario me tomó del cuello y me levantó como si yo pesara lo mismo que una hoja, me estaba asfixiando, el aire difícilmente pasaba a mis pulmones.




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