No podía mentir que se encontraba un poco nervioso por verlo de nuevo, había pasado ya dos meses desde que lo hospitalizaron y solo su mamá podía visitarlo al salir del trabajo. Estaba feliz de que por fin haya aceptado traerlo solo por el día de su cumpleaños, ya que ese fue el único regalo que le pidió: Ver a su abuelo. Según ella solo quería evitar el sufrimiento de verlo en ese estado, además, el abuelo también se rehusaba a que fuera al hospital porque quería que se quedara con los recuerdos de cuándo se encontraba sano y feliz, no estando enfermo.
Su mamá acaricio su mano y el niño dirigió su mirada hacia ella para sonreírle. Desde que habían subido al taxi permaneció observando la ventana, viendo todas las casas que dejaban atrás para poder ver a su abuelo. Esta intento devolvérsela pero fue inútil, una mueca fue lo único que le salió.
—Ed, solo quiero decirte una cosa antes que lleguemos al hospital. —dijo su mamá tomándolo suavemente de la mano.
— ¿Qué pasa mami? —inquirió Ed desconcertado.
—Como sabrás el abuelo se encuentra muy enfermo, lo que no sabes es que poco a poco ha perdido la sensibilidad en las piernas —suspiró mientras miraba el suelo— es difícil decirlo pero probablemente el abuelo no pueda volver a caminar.
Edward se quedó atónito ante esa noticia, no sabía que decirle a su mamá sin romper a llorar, así que se limitó a bajar su cabeza mientras que su rostro se llenaba de lágrimas. Un brazo pasó por su hombro y lo envolvió lentamente en un cálido abrazo, su mama había empezado a llorar después de mucho tiempo de tratar de ser fuerte.
Siempre admiró a su abuelo por la gran condición que tenía a pesar de su edad, todos los días le decía que de grande quería ser como él. Crecer sin un padre nunca fue un problema porqué tenía a su abuelo y para Edward eso era más que suficiente. Él siempre fue su figura paterna, ya que todo lo hacía junto a él, jugaban, veían televisión mientras comían palomitas, iban al parque de diversiones; más nunca se imaginó que llegaría un día en donde hubiera tenido que esperar dos meses para poder visitarlo, llevándose la dura noticia que nada sería como antes porque existía la posibilidad de que ya no pudiera caminar.
Si ellos estaban tristes no se imaginaba como se sentiría el abuelo, de pronto las ganas que tenia de visitarlo fueron desapareciendo, ahora entendía por qué no quería que fuera.