Después de pasar el día huyendo de Peter, Ariadme salió de la empresa. Al salir se encontró a Josh recargado en el capo de su deportivo.
Al llegar subieron al departamento de Ariadme. Ella fue a su habitación a darse una ducha mientras Josh preparaba la cena.
Terminaron de cenar y Ariadme le dio a Josh una rebanada de pastel.
Él se acercó a los labios de ella y paso su lengua por donde tenía el pastel. Después la besó. Al principio fue un beso tierno que comenzó a tornarse caliente. Se pusieron de pies sin cortar el beso, ella rodeo su cuello con sus brazos y enredaba sus dedos en su cabello. El, por otra parte, le apretó el trasero y la levantó, ella soltó un pequeño gemido y envolvió sus piernas en las caderas de Josh.
El camino hasta la habitación de Ariadme y la puso con suma delicadeza en la cama, sus manos descendían por su cintura y poco a poco metió las manos por dentro de la playera que ella llevaba puesta. La chica al sentir las manos de Josh en contacto con su piel se tensó y él se dio cuenta.
Ella se sonrojo y él sonrió, se veía hermosa cuando lo hacía. Pensó Josh.
El volvió a besarla mientras la desnudaba. Cuando terminó de despojarla de su ropa procedió a hacer lo mismo con la suya. Cuando solo quedo en bóxer, la chica lo miro hambrienta, su lívido se disparó aún más.
Él se acostó en la cama junto a ella y volvió a besarla y a acariciarla, ella, por su parte, no se resistió a acariciar el fornido cuerpo de Josh, el beso fue tornándose más exigente, estaban en un punto sin retorno, además de que ninguna quería parar, estaban deseosos, extasiados y hambrientos.
Josh se colocó entre sus piernas y la penetro lentamente, ella soltó un gemido de dolor, que rápidamente fue reemplazado por placer, lo envolvió con sus piernas para aumentar los embistes mientras se besaban.
Esa noche se amaron con locura. Ella estaba feliz pues se había entregado al amor de su vida. Él estaba orgulloso pues la mujer que amaba era suya.