La Última Oportunidad

CAPITULO 8 "CONFIA DE NUEVO"

Alice había trabajado día y noche. No por obligación, sino porque algo no cuadraba. Las respuestas no eran claras, y eso la empujaba más allá del horario laboral, quedándose en el laboratorio hasta que solo el zumbido de las máquinas y el tic del reloj le hacían compañía. La muestra que le había enviado el área médica no era un simple suero: tenía anomalías… antinaturales. Y eso había encendido su instinto de investigadora.

Frente a la cámara, con el rostro cansado pero determinado, activó la grabación confidencial.
—Registro 0-96-270. Para el departamento de seguridad... He trabajado arduamente en descubrir el porqué del hedor que emanaba la muestra. Al principio se creyó que era una infección provocada por el agente NO32, según una conversación tardía con el área médica… pero el guardia no estaba infectado.

Se incorporó de su asiento, llevando la cámara hacia las pantallas del análisis. Los monitores mostraban gráficas frenéticas y una paleta cromática que descomponía la sustancia.
—Solicité una nueva prueba, y esta confirmó mis sospechas, arrojando aún más evidencia. Lo que encontré fueron niveles alarmantes de trans-4,5-epoxi-(E)-2-decenal, una sustancia química asociada con ese característico “olor a metal” que tiene la sangre. Normalmente se produce de forma natural en el cuerpo... pero esto... —Alice pausó— esto es distinto.

Se alejó de la cámara por un segundo y colocó una parte de la muestra en un tubo. A contraluz, el líquido brillaba con un tono ámbar hipnótico, casi dorado. Pero en ese brillo había algo inquietante.
—He detectado una sustancia adicional, aún no identificada. El paciente muestra una disminución progresiva de esta sustancia en sangre, lo cual está asociado con síntomas como mareos, hematomas, sudoración excesiva y mucosas amarillentas. Una señal clara…

Se giró hacia la cámara nuevamente. Ya no parecía la misma. Su rostro, antes sereno, se tensaba con una mezcla de confusión y alarma.
—Esta sustancia desconocida es la responsable de la producción excesiva de hemoglobina. No es ninguna enfermedad como creía el área médica. Y, por supuesto... es artificial.

Guardó silencio un momento, como si sopesara el riesgo de sus palabras. Luego, con voz firme, concluyó:
—Aclarado esto, considero necesario que el área de seguridad active el protocolo correspondiente. Esta sustancia... podría tener implicaciones más peligrosas de lo que imaginamos.
Doctora Alice. A sus órdenes.

Por la mañana, Robert acompañó a Jack a una revisión médica para retirar la muñequera que protegía su brazo. Durante el procedimiento, observó con atención a Adrik, quien se mostraba igual de entusiasta que siempre, manteniendo ese humor peculiar que, de alguna forma, animaba incluso a los más abatidos.
—Bien, Jack. Dime una cosa —dijo Adrik hojeando el expediente médico con gesto concentrado—. ¿Cómo te sientes al ver tu mano?

El chico desvió la mirada por un momento hacia su padre. Tal vez estaba buscando las palabras adecuadas, o tal vez no sabía cómo poner en voz lo que sentía.
—Siento el brazo... pesado —respondió con una sonrisa torpe, como si esa palabra no terminara de abarcarlo todo.

Adrik soltó una pequeña carcajada.
—"Pesado", dice... Bueno, teniendo en cuenta que es fibra de carbono, en realidad es más liviano que el aluminio. —Se inclinó como si fuera a compartir un secreto—. Pero no le digas a Carsten que te estoy dando clases, ese tipo es un mezquino con mayúscula.

Jack soltó una risa breve pero genuina. Sí, ahora que lo pensaba, mezquino le quedaba perfecto.
Adrik tomó con cuidado la mano de Jack para retirar la muñequera. Al hacerlo, notó la rigidez y el evidente nerviosismo del chico, así que comenzó a explicarle con suavidad:
—Verás, la musculatura de tu brazo está débil. Ha estado inactiva mucho tiempo. Vas a necesitar algunas actividades para acostumbrarte a usar una prótesis externa. Claro, al principio la sentirás “pesada”, pero en unos ciclos notarás que es como tener el brazo completo. —Activó una consola médica mientras hablaba—. Tus heridas ya han sanado lo suficiente, así que podemos encender la prótesis para comenzar con las primeras terapias de rehabilitación.
Entre más actividad tengas, más rápido será el proceso. ¿Alguna duda?

Jack negó con la cabeza, aunque luego dirigió una mirada inquieta a Robert.
—¿Significa que... ya no tengo que esperar?

Robert sonrió con la calma de quien ha estado esperando esa pregunta.
—¿Y por qué esperar, si puedes empezar ahora mismo? ¿Por qué no curioseas un poco, eh? Muévete, explora. Dinos qué tal se siente el brazo sin la muñequera. Te esperaré aquí con Adrik.

Jack asintió, bajó con cuidado de la silla y salió del consultorio con paso lento pero decidido. Robert entonces se acomodó frente a Adrik. Sus ojos ya no eran los de un padre complacido, sino los de un hombre con algo más en mente.

—Se nota deprimido, Robert. Me temo que ha perdido peso desde la última consulta… —advirtió Adrik con tono serio, sin apartar la vista del expediente—. Escucha... definitivamente fue buena idea ponerle un alto a C.E.R.O. Por su salud mental. Esos interrogatorios solo habrían causado más daño que respuestas.

—Te agradezco que redactaras ese documento. Si no lo hubieras hecho, nos habrían separado por semanas…

—No me agradezcas. Tú y yo sabíamos lo que iba a pasar tarde o temprano. Joseph ya tiene sus sospechas, pero logré persuadirlo… por ahora está más ocupado con la investigación de la doctora. —Adrik entrecerró los ojos—. Necesito que me digas algo, y con honestidad… ¿El chico ha tenido recaídas?

—Solo durante el asalto. Y, al parecer, esas reacciones son independientes del químico. —Robert apoyó los codos en la mesa, hablando en voz baja—. Lo cual me da cierto alivio. Es un buen indicador de que el compuesto funcionó desde el primer momento… ni siquiera el regenerador de tejidos provocó una reacción adversa.




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