Sofia y Liam
Sofia
Sofia jadeando se adentró en el bosque, lágrimas ardientes de pura rabia le recorrían las mejillas mientras se apoyaba contra un árbol, apretando las palmas de las manos con tanta fuerza contra el tronco que la corteza se le clavaba en la piel.
Humillada. Eso era lo que era ahora.
Había pasado casi toda la tarde recorriendo el claro en busca de algún animal solitario. Cuando por fin logró atraerlo de vuelta al festival, pensó que todo saldría según lo previsto.
El bribón tenía el aroma de Ella; Sofia se había asegurado de ello al robarle uno de sus guantes de la casa y agitárselo en la cara. Debería haberla atacado a ella, solo a ella, y por un momento, pareció que podría funcionar.
Pero entonces Ella saltó sobre la bestia como una especie de princesa guerrera, distrayéndola hasta que sus dos caballeros de brillante armadura pudieron venir a rescatarla.
Y lo único que Sofia había sacado de todo aquello era un vestido quemado, al haber sido empujada demasiado cerca de la hoguera por la multitud que se abalanzaba sobre ella.
A lo lejos, Sofia podía oír que la fiesta continuaba. La gente vitoreaba y brindaba por su hermosa y perfecta Luna.
Sofia apretó la mandíbula con tanta fuerza que pensó que se le iban a partir los dientes. Se arrancó de la cintura aquel estúpido chal ensangrentado y lo estampó contra el suelo, saboreando el sonido del chapoteo al caer en el barro.
Estúpido. Todo esto fue una puta estupidez.
En ese preciso instante, el lobo de Sofia se puso alerta. Un sonido provino del bosque cercano: ramas crujiendo bajo sus pies.
Sofia se escondió rápidamente tras un árbol cercano, mirando con cautela a su alrededor para ver pasar a un hombre que se detenía a pocos metros. Lo reconoció de inmediato. Liam.
Por un instante, se limitó a observarlo mientras él paseaba por el pequeño claro, pasándose la mano por el pelo una y otra vez. Murmuraba algo entre dientes, y cuando se giró, la luz de la luna proyectando un pálido brillo plateado sobre su rostro, Sofia pudo ver cómo su boca se torcía en una mueca.
Él estaba enojado.
Sofia ladeó la cabeza, observándolo por un instante. Sabía que Liam y Ella tenían algún tipo de relación o historia juntos; quizás incluso una de naturaleza romántica, aunque probablemente fue unilateral.
Sin importar lo que hubiera sucedido en el pasado, una cosa estaba clara: Liam estaba enamorado de ella.
Tal vez, pensó Sofia, si llegaban a un acuerdo, podrían trabajar juntos. Sofia sabía que el matrimonio de Ella y Alex era un contrato. Quizás, si Sofia se lo revelaba a Liam, él lo contaría todo para conseguir lo que quería.
Ella.
Y Sofia… Ella no tendría que hacer mucho. Podría simplemente observar desde la distancia, esperando el momento en que Alex finalmente se acercara a ella en busca de consuelo.
Entonces, finalmente podrían estar juntos.
Sofia salió lentamente de detrás del árbol y se aclaró la garganta. Liam, sorprendido de verla allí, se giró de golpe. En la penumbra, sus ojos azules adquirieron el brillo etéreo de su lobo interior, que latía bajo la superficie.
—Tú —dijo, dando un paso atrás—. Tú trajiste a ese rufián hasta aquí, ¿verdad? Igual que empujaste a Ella esta mañana. El caos te persigue como la peste.
Sofia no lo confirmó ni lo negó. Simplemente se encogió de hombros y dijo: —Queremos lo mismo: que esos dos rompan. Quizás deberíamos unir fuerzas.
Liam se burló. —¿Quieres que haga tu trabajo sucio? No soy un aspirante a asesino como tú.
—Nunca intenté matar a nadie.
—No te habría importado si lo hubieras hecho —dijo Liam, dándose la vuelta—. Me voy.
Sofia vio cómo Liam comenzaba a alejarse, pero sabía que aún no había clavado las garras. Sus labios se curvaron en una leve sonrisa.
—Sé cómo puedes acabar con su matrimonio. Nadie tiene por qué salir lastimado. Y ambos conseguiremos lo que queremos: tú te quedarás con Ella y yo con Alex.
Los pasos de Liam vacilaron. Por un momento, se quedó allí paralizado, con los hombros tensos y las manos apretándose y aflojándose a los costados... Pero entonces lentamente se giro para mirarla