Capitulo 52

Alejandro

—Están por todas partes en internet —dijo Gabriel, deslizando su teléfono sobre mi escritorio—. La feliz pareja que salió a almorzar.

​No necesitaba ver las fotos. Lo había vivido hacía apenas unas horas. Ella me había dado un pepinillo con su tenedor —un pepinillo— y tuve que comérmelo solo para contentar a los malditos paparazzi, porque si no, jamás se creerían nuestra farsa.

​Ni siquiera me gustaban los pepinillos.

​En lugar de responder de inmediato, tomé otro sorbo de bourbon, dejando que me quemara la garganta. Gabriel y yo estábamos sentados en mi oficina, con solo la chimenea iluminando la habitación y una botella medio vacía entre nosotros. Había sido un día largo.

​—Al menos la broma funcionó —dije, mientras me servía otra copa—. La prensa parece creérselo. Y la gente a nuestro alrededor se reía como un grupo de niños.

​Gabriel resopló. —Parece que está funcionando demasiado bien, si me preguntan. #AlphaLoveBirds es tendencia. —Siguió viendo más fotos—. Aunque sí que pareces… convincente.

​“Ese es el punto.”

​Gabriel entrecerró ligeramente los ojos mientras me estudiaba. —Recuerda que todo es un espectáculo, Alex. No puedes permitirte dejarte llevar por esta actuación.

​Apreté la mandíbula. "Sé lo que estoy haciendo".

​“Solo digo que te conozco desde hace mucho tiempo y nunca te había visto mirar a esa zorra de Stormhollow como lo hiciste en estas fotos.”

​Mi lobo se abalanzó con tanta violencia que casi se me cae el vaso.

​—¡No la llames así! —exclamé, apretando los dientes con tanta fuerza que pensé que se me iban a romper.

​Gabriel parpadeó, claramente sorprendido. "¿Qué?"

​—No la llames así —repetí. No usé mi voz de Alfa, todavía no, pero el impulso me zumbaba en la garganta como un enjambre de avispas—. Sigue siendo tu Luna, al menos por ahora.

​“Es probable que su manada estuviera involucrada en la muerte de tus padres. ¿Desde cuándo te importa cómo la llame?”

​“Solo ten cuidado.”

​Gabriel me miró fijamente durante un largo rato. Luego, sacudiendo la cabeza, reflexionó: «Ya veo. Te estás encariñando demasiado. Esto es justo lo que me temía».

​—No me estoy encariñando —gruñí—. Solo digo que deberías mostrar algo de respeto a tu Luna. No olvides tu lugar, Gabriel.

​—De acuerdo —dijo Gabriel, levantando las manos en señal de rendición—. Lamento haberle faltado el respeto a Luna Ella. No volverá a suceder.

​Asentí y tomé otro sorbo de bourbon para calmarme. La tensión en la habitación se fue disipando poco a poco mientras bebíamos en silencio durante un rato, pero podía sentir la mirada de Gabriel sobre mí de vez en cuando, observándome, analizándome, esperando encontrar una grieta en mi fachada.

​Era mi beta, pero también mi amigo. Y nos conocíamos desde hacía tanto tiempo que, por desgracia, había desarrollado una extraña habilidad para leerme la mente a veces. Era una bendición y una maldición.

​Mi lobo me gruñó para que pusiera a mi Beta en su sitio, pero lo tranquilicé. Gabriel solo estaba borracho y, además, tenía algo de razón.

​Puede que la manada de Ella estuviera detrás de la muerte de mis padres. No podía permitirme enamorarme de ella, y la farsa que estábamos representando se estaba volviendo demasiado íntima. Ya era bastante malo que compartiéramos habitación, y ahora solo podía pensar en la imagen de ella caminando a mi lado hace un rato, el brillo en su frente, las lágrimas centelleando en sus ojos mientras observaba a los oseznos jugar…

​—Mira —dije finalmente, apartando esas imágenes antes de que echaran raíces—, no tengo ninguna intención de enamorarme de Ella. Todo esto es una farsa, tal como acordamos. En nueve meses, nos iremos por caminos separados.

​—Bien —dijo Gabriel, pareciendo relajarse un poco—. Porque si Stormhollow estuvo detrás del asesinato de tus padres, y terminas enamorándote de su hija.