Capitulo 71

Alexander

Vi a los padres de Ella retirarse mientras mi lobo seguía aullando de rabia. En el momento en que vi la mano de Richard alzada para golpear a Ella, algo dentro de mí se quebró. Me costó todo mi autocontrol no romperle la muñeca.

​Ahora, al observar la forma en que la trataban, no pude evitar preguntarme si había pasado cinco años malinterpretándola.

​Claramente, era como una extraña en su propia familia. Me contó que su padre la había golpeado antes, y lo relató como si fuera algo tan rutinario que ya se había acostumbrado. Y luego, su padre y su madrastra la insultaron descaradamente delante de mí.

​Ya era bastante alarmante pensar que mi compañera estaba siendo tratada tan mal por su propia familia, pero también me hizo preguntarme... Si su padre pensaba tan poco en ella, ¿realmente confiaría en ella para que me espiara? ¿Ella realmente sería leal a un hombre que la trataba con tanto desprecio?

​—¿Dónde está Gabriel? —pregunté entonces. Debería haber estado a su lado esta noche. Quizás esto no habría sucedido si él hubiera estado allí.

​Ella levantó la barbilla. —Seguro que está enfurruñado junto a la barra. Mudo. Usé mi Voz de Luna con él.

​Arqueé las cejas. —¿Por qué?

​Ella se encogió de hombros. —Se estaba portando como un capullo, así que le dije que se callara.

​No pude evitar sentir una extraña e inesperada oleada de orgullo y humor ante eso. Ella rara vez usaba su Voz de Luna; descubrir que había castigado a Gabriel con ella por ser un imbécil sarcástico no me frustró tanto como probablemente debería.

​Al parecer, Ella era mucho más de lo que parecía. Se había enfrentado a su padre, había silenciado a Gabriel con su Voz de Luna y ahora se alisaba el vestido con calma tras casi recibir una bofetada. Esta no era la Luna mansa y obediente con la que creía estar casado. Era alguien con una fuerza de acero bajo esa apariencia tierna. Y me encontré... impresionado.

​—Deberíamos volver a la fiesta —dijo Ella con calma— antes de que la gente empiece a hablar más.

​Asentí, ofreciéndole mi brazo. Lo aceptó tras una breve vacilación. Pero mientras caminábamos por el pasillo hacia el salón principal, Ella se detuvo de repente y sus dedos me apretaron el brazo.

​—Alexander —dijo—, necesito que me prometas algo.

​—¿Qué es?

​—Deja de darle dinero a mi padre. —Me miró, y la férrea determinación en sus ojos me dejó atónito—. Hay que dejar de pagar. No me importa lo que pusiera nuestro contrato. No quiero que reciba ni un céntimo más de ti.

​La petición me tomó por sorpresa. Era lo último que esperaba que pidiera, sobre todo considerando lo cruciales que habían sido esos pagos para Stormhollow. Si trabajaba para su padre, ¿por qué querría cancelarlos? Pero, por el fuego en sus ojos y la firmeza de su mandíbula, me di cuenta de que hablaba en serio. Curiosamente, me encontré queriendo darle lo que ella quería.

​—Lo prometo —dije antes de poder detenerme.

​Ella parpadeó, tan sorprendida como yo por haber aceptado tan fácilmente. —¿Así, sin más?

​Sonreí. —Así, sin más.

​Me miró fijamente un momento más, como si intentara determinar si era sincero. Lo que vio en mi rostro debió de satisfacerla, porque asintió una vez, relajando ligeramente los hombros. Volví a rodearla con mi brazo, sintiendo una extraña sensación de seguridad al contacto, y la conduje hacia el salón principal.

​Justo antes de cruzar el arco, Ella se acercó y murmuró: —Por cierto, estaban tomando muchas fotos antes, cuando llegué sola. Los medios probablemente se quejarán de que vine sin ti.

​La miré y, de repente, se me ocurrió una idea. Si la prensa quería una noticia, más les valía dársela; algo que eclipsara su llegada sin mí.

​Al entrar al salón, los flashes de las cámaras nos rodearon de inmediato. Sin pensarlo dos veces, giré a Ella para que me mirara, con una mano en su cintura, y la incliné hacia mí. Luego me incliné hacia delante y presioné mi mejilla contra la suya.