Para ti, Jadiel.
Mi pequeño. Mi milagro.
No sé si algún día entenderás lo que hiciste por mí… pero lo intento contar aquí, en estas páginas, que también son tuyas. Antes de saber que venías en camino, yo ya no quería estar.
Estaba cansado, roto por dentro, sin fuerzas para seguir.
Y entonces, como un susurro en medio del ruido, llegaste tú.
Solo tu existencia —aún sin conocerte, sin verte, sin oírte— cambió todo.
De repente, tenía algo por lo que seguir.
Alguien a quien mirar con ojos nuevos y ese alguien eras tú.
Tú me devolviste las ganas.
Tú me recordaste que la vida todavía guarda sorpresas hermosas.
Tú, con tu luz, espantaste mi sombra.
Eres más que mi sobrino.
Eres mi ángel, mi salvavidas, mi razón.
Por eso este libro lleva tu nombre. Porque tú lo inspiraste sin saberlo.
Porque cada palabra es un “gracias” escondido.
Porque si esta historia tiene vida… es porque tú me diste la mía de vuelta.
Con todo el amor del mundo,
y más.
J.R.