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Hace mucho tiempo atrás en un vecindario común, conformado por las mismas personas el holgazán, la gritona en las mañanas, el trabajador, la casa que nunca tenía personas pero si vivían personas allí, los de más dinero etc... Había un chico joven de algunos 22 años de edad que constantemente vigilaba la casa de su vecino todos los días desde la segunda planta de la suya. Su vecino era un señor de algunos 60 años el cual tenía la casa más bonita de aquel lugar, era aquel vecino que nunca salía de su casa, todos lo habían visto alguna vez, pero nadie conocía más que su nombre, pero lo consideraban un gruñón. Una noche el joven tocó la puerta del señor, el señor al percatarse de que su vecino el que lo acosaba estaba mirando por su ventana llevó una pistola consigo. Cuando el señor abrió la puerta el joven de pelo rizado instintivamente echó su mano hacia detrás de su espalda para sacar algo de su bolsillo trasero, el señor con el ceño fruncido no duró mucho en ser más rápido que él, levantando la pistola le apuntó al pecho y de inmediato dos balas salieron haciendo contacto con el pecho del joven el anciano se quedó inmóvil viendo cómo el cuerpo del chico caía inerte hacia adelante aún con los ojos abiertos, unos ojos marrones claro que se cerraban lentamente hasta caer a sus pies, pero no sin antes la mano que tenía anteriormente en su espalda soltar un pequeño papel que cayó justo al lado del cuerpo sin vida. El señor se acercó lentamente y con algunos problemas en su columna logró agacharse y levantar el papel que estaba junto al muerto, entrecerró los ojos al percatarse que era una foto de su casa y por el ángulo del la foto parecía tomada desde la habitación donde el chico lo vigilaba.

Cuando el señor fijó la vista en el muerto no encontró nada más, al levantar la mirada y vagar su vista por todos lados encontró al lado de su puerta algo que lo hizo caer de rodillas tirando la pistola hacia un lado sin temor de que alguien la viera, sentía un vacío mayor del que sintió cuando sus hijos lo dejaron a su suerte, entonces las lágrimas rodaron de sus ojos lentamente, pero en muchas cantidades.