Café y churros
Siempre es duro volver a la rutina. Siempre cuesta volver a acostumbrarse al ritmo de todos los días ya que uno no tiene horarios ni responsabilidades ni impedimentos. En las vacaciones, uno puede hacer lo que quiere y no tiene que andar cumpliendo obligaciones. Uno se siente libre y relajado hasta que un día le cae un baldazo de agua fría para avisarle que tiene que volver a trabajar. Es como soñar hasta que suena la alarma. Ese lindo sueño de las vacaciones estaba llegando a su fin para Melody, Valen, Javo y Juli.
El grupo de amigos estaba desayunando después de una larga noche en el boliche “Dubai” que estaba a unas cuadras de una churrería de Playa Grande. Era el último día y el último bajón (o desayuno) y había una mezcla de sensaciones. Melody estaba triste que era el último día mientras que Valen estaba feliz de que se fueran de esa ciudad que tanto le disgustaba. Javo resoplaba porque tenían que volver a la rutina diaria: trabajar. Juli comía los churros con desgano y el café con leche lo tomaba sin ganas, aunque ambos eran riquísimos.
- Bueno, fue bueno mientras duro – mencionó Juli y todos sus amigos lo miraron y asintieron. Le había sacado las palabras de la boca a todos.
- ¿Habrá un hechizo para volver el tiempo atrás? Necesito repetir estas vacaciones. No es suficiente – Juli se preguntaba si su amigo realmente estaba buscando una forma de regresar al pasado usando magia. Era capaz de hacerlo.
- Ya quisieras. Debe haber una manera, pero debe ser muy peligroso – Melody le sacó las esperanzas a Javo quien esperaba contar con el apoyo de la otra maga en la mesa.
- Seguro Saraia sabe, pero no me lo va a querer decir – “Pobre Saraia” pensó Juli que sabía que su amigo era capaz de insistirle a la Hechicera Austral hasta que ceda.
- Organicemos otro viaje y punto – propuso Valen que traía un poco de coherencia a la mesa.
- Pero hay que juntar plata, volver a planificar las actividades y los recorridos, alquilar las habitaciones y muchas cosas más – enumeró Javo que iba a defender a rajatabla su idea.
- El mejor viaje que hice en mi vida. Nos debíamos un viaje así – dijo Juli haciendo sonreír a todos en la mesa.
- Esos paisajes. Esos pueblos. Otra vez el humo y el ruido de la ciudad – a Javo la sonrisa le duró solo unos segundos después de acordarse de las vistas que había visto en la Patagonia.
- Vamos a volver a la Patagonia. Quédate tranquilo – prometió Juli, lo cual le devolvió en parte la alegría a su amigo. Juli sabía que iban a realizar más viajes en uno, en dos, en tres, en diez o en veinte años. Capaz que Javo no estaba tan equivocado. Podían retroceder en el tiempo y disfrutar una vez más ese viaje. El último viaje que hicieron juntos.