La Última Reliquia de Aztlan..(volumen 1)

Capítulo 7: Infiltración y Adquisición.

​Escena: Cancún, México. El sol matutino abrasa la Península de Yucatán. Ethan y Zara han aterrizado y se dirigen al peligroso Mercado 23, conocido por su tráfico de antigüedades.
​Aterrizaron en un aeropuerto secundario de Cancún, usando los pasaportes falsos conseguidos en Londres. En la aduana, la tensión era palpable, pero sus nuevas identidades eran impecables.
​—Ahora, a la jungla de asfalto —dijo Zara, conduciendo un coche de alquiler destartalado hacia el centro de la ciudad—. El Mercado 23 es nuestra mejor (y única) opción para conseguir obsidiana ceremonial.
​—Necesitamos una daga auténtica —recordó Ethan—. El tamaño y la pureza del polvo son vitales para anular la trampa.
​[El Contacto en el Mercado]
​El Mercado 23 era un laberinto de puestos, olores a especias y el murmullo constante de transacciones dudosas. Zara se detuvo frente a un puesto de amuletos y baratijas, aparentemente inofensivo.
​—El contacto es "El Jaguar". Un ex-narco que ahora trafica con historia. Es peligroso, pero honesto en sus tratos. La clave es no mostrar miedo.
​Entraron en un callejón trasero. El Jaguar era un hombre corpulento y tatuado, sentado detrás de una mesa llena de piezas mayas robadas. Detrás de él, dos sicarios vigilaban con ojos fríos.
​—Buenos días, Profesor Hayes. Y Dra. Khan —dijo El Jaguar, su voz profunda.
​Ethan y Zara se tensaron. El Jaguar no debería saber sus verdaderos nombres.
​—¿Cómo conoce nuestros nombres? —preguntó Zara, su mano cerca del arma.
​—Cancún es mi ciudad. Y la Corporación paga bien por información. Sterling no es un estúpido. Él sabía que necesitarían la obsidiana. Pero no te preocupes. Soy de la vieja escuela. Si me pagas, la obtienes.
​[El Objeto de la Discordia]
​El Jaguar sacó una pieza de tela de terciopelo. La daga era hermosa y mortal: una hoja de obsidiana negra y brillante, perfectamente tallada.
​—Pido diez mil dólares. En efectivo, ahora.
​—¿Y la garantía de que esto no es una trampa? —preguntó Ethan, acercándose para examinar la pureza del material.
​El Jaguar sonrió, revelando un diente de oro.
​—La garantía es mi reputación, gringo. Pero mi reputación dice que la Corporación no me asusta.
​Zara sacó un fajo de billetes y lo puso sobre la mesa.
​—Aquí tienes. Ahora, la daga.
​El Jaguar tomó el dinero, pero sus ojos se fijaron en la funda de cuero que Zara llevaba en el cinturón.
​—Espera. Esa funda de cuero... Yo se la vendí a un hombre en un bar hace diez años. ¿Una Glock 26? Es un arma muy específica. Clímax de Acción)
​El Jaguar tomó el fajo de diez mil dólares de Zara, pero sus ojos se fijaron en la funda de cuero que llevaba en el cinturón.
​—Espera. Esa funda de cuero... Yo se la vendí a un hombre en un bar hace diez años. ¿Una Glock 26? Es un arma muy específica. Esa es mía.
​El Jaguar se levantó de un salto, empujando la mesa de antigüedades a un lado. Las piezas de cerámica maya rodaron por el suelo.
​—¡Me has robado mi arma, mujer! ¡Ahora devuélvela!
​—Esto es ridículo —dijo Zara, dando un paso atrás.
​—¡No es ridículo! ¡Es mío! ¡Dame mi Glock, o te la quitaré!
​[Lucha por la Obsidiana]
​Los dos sicarios del Jaguar se movieron, bloqueando la única salida del callejón. El Jaguar se abalanzó sobre Zara. Ella reaccionó con la velocidad de una ex-agente de campo, esquivando el agarre y usando el impulso para golpear al narco en la mandíbula con el codo.
​El Jaguar era fuerte. Se recuperó al instante, y sus ojos se enfocaron en la daga de obsidiana que había quedado sobre la mesa. No le importaba el dinero; quería la daga para vendérsela a Sterling por más.
​El primer sicario se lanzó sobre Ethan. Ethan, aunque no era un militar, era ágil. Esquivó el cuchillo del sicario y usó una técnica que Zara le había enseñado: el golpe de distracción en la garganta. El sicario se atragantó.
​Zara estaba en una feroz lucha con El Jaguar por el control de la daga. El Jaguar usó su peso para empujarla contra la pared de ladrillos.
​—¡El códice! ¡Ethan, necesito la obsidiana! —gritó Zara.
​[El Movimiento de Ethan]
​Ethan no podía usar su Glock; un disparo en ese mercado provocaría el caos policial. Vio su oportunidad. El segundo sicario sacó una machete.
​Ethan se lanzó hacia una pila de barriles de fruta seca. Usó el barril como escudo y luego, con un esfuerzo increíble, lo volcó sobre el sicario, cubriéndolo de polvo y deteniéndolo.
​Ethan corrió hacia la mesa, donde la daga de obsidiana brillaba con un brillo mortal. La tomó.
​—¡Es mía, bastardo! —gritó El Jaguar, soltando a Zara y lanzándose sobre Ethan.
​Ethan no huyó. Se giró, blandiendo la daga de obsidiana. La Adquisición final.
​El Jaguar se lanzó sobre Ethan, rugiendo, su objetivo era la daga de obsidiana.
​Ethan no era un luchador, pero conocía la anatomía humana y la fragilidad de los tejidos. Sostuvo la daga con firmeza.
​[Precisión Letal]
​Cuando El Jaguar se acercó, Ethan no atacó el torso. En un movimiento rápido, usando la punta afilada microscópicamente de la daga de obsidiana, hizo un corte limpio y preciso en el tendón flexor de la muñeca del Jaguar.
​La obsidiana hizo su trabajo silenciosamente. El Jaguar dejó escapar un grito gutural, más de shock que de dolor inmediato. Su mano se abrió, inutilizada, y se cubrió de sangre.
​—¡Agh! ¡Mi mano!
​Ethan aprovechó el caos. El primer sicario seguía aturdido por el golpe en la garganta, y el segundo estaba cubierto de fruta seca.
​—¡Vamos, Zara! —gritó Ethan.
​Zara, que había recuperado la Glock y la había guardado, tomó el brazo de Ethan.
​—¡Corre, corre!
​[Escape a Chichén Itzá]
​Dejaron atrás el callejón del Mercado 23, con El Jaguar gritando promesas de venganza mientras sus sicarios intentaban levantarlo.
​Corrieron hasta el Vauxhall Corsa.
​—Tenemos la daga, Ethan —jadeó Zara, mientras Ethan encendía el motor—. Ahora, a pulverizarla.
​—No aquí. El Jaguar avisará a Sterling de inmediato. Necesitamos desaparecer. Chichén Itzá. Es el único lugar seguro ahora.
​El reloj marcaba la urgencia. El sol estaba alto, pero el "Sol Negro" caería al atardecer.
​Mientras conducían hacia el interior de Yucatán, la selva se hizo más densa. Zara pulverizó la punta de la daga de obsidiana en la guantera, creando un pequeño montículo de polvo fino y negro.
​—Esto es suficiente para anular la trampa del gas —dijo Zara—. Pero solo funciona una vez.
​—Bien. Porque solo tenemos una oportunidad contra Sterling.



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En el texto hay: accion, , misterio

Editado: 10.12.2025

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