Epílogo: El Legado del Guardián.

​Seis Meses Después. Florencia, Italia.
​La tarde de Florencia era perfecta: el sol teñía el río Arno de un tono dorado, y el aire olía a café fuerte y pergamino viejo. El Profesor Ethan Hayes estaba sentado en un balcón en el segundo piso de un palacio renacentista, bebiendo Chianti.
​James Sterling estaba bajo custodia federal en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos. Sin su influencia, la Corporación Aztlan Global Acquisitions se había desmoronado, sus activos congelados por el pánico de los inversores. Alistair Davies, el francotirador traidor, había desaparecido en Sudamérica.
​Ethan ya no era el académico temeroso. Ahora era un fugitivo conocido solo por las agencias de inteligencia y su círculo íntimo.
​—Te ves tranquilo para ser un hombre que fingió su muerte y derrocó a una corporación internacional —dijo la voz de Zara Khan, entrando al balcón con una bandeja de pasticcini.
​—Es el Chianti. Y el hecho de que nadie buscará un artefacto Maya debajo de un busto de Lorenzo de' Medici —respondió Ethan, sonriendo.
​La Reliquia de Obsidiana no estaba destruida. Estaba escondida con el único hombre en el que Ethan confiaba ciegamente para su protección: un excéntrico coleccionista de antigüedades en Italia que entendía que algunos secretos deben permanecer sellados.
​Zara se sentó a su lado, sus ojos escanearon la Piazza. La manía de la vigilancia nunca la abandonaría.
​—La paz es fugaz, Ethan. La Corporación está rota, pero la codicia no. Sterling siempre habló de la 'Segunda Reliquia', la que complementaría el poder de Aztlán. Algo que yacía oculto en el Mediterráneo.
​Ethan tomó un sorbo de vino. Se había convertido en un guardián de secretos, no en un simple explorador.
​—Ah, sí. La leyenda de la "Corona de Poseidón" —dijo Ethan, su voz llena de intriga—. Sterling dijo que era el catalizador que convertiría el poder de la Reliquia en algo global.
​Zara sonrió. Era una sonrisa que Ethan había aprendido
a temer y amar.
​—Ya tenemos la pista. Y si la "Corona de Poseidón" es real, alguien intentará encontrarla. Y nosotros seremos los primeros en detenerlos.
​Ethan dejó su copa. La vista de Florencia era hermosa, pero la llamada del peligro era más fuerte.
​—Parece que nuestra jubilación tendrá que esperar, Agente —dijo Ethan.
​—Me alegra oírlo, Profesor. El jet está listo en Pisa.
​La aventura de la Reliquia de Aztlán había terminado. La leyenda de la Corona de Poseidón estaba a punto de comenzar.
FIN