La Última Sombra

8. Lo que siempre Buscamos

 

Kaebu estaba molesto porque lo habían despertado antes de que se lograra ver una luz en el horizonte, además que aún estaba enojado por la ‹‹prueba›› que le habían impuesto para cerciorarse si se encontraba listo para realizar tan importante misión, la cual constaba no solo de atacarlo por la espalda y a traición, sino que también si fallaba, eso significaba que perdería la vida.

Entre adormilado y molesto, fue que Kaebu y Layla se vieron obligados a descender de la colina, hasta llegar al puerto privado de la señorita Argella Blake, donde les esperaba un velero. Viajarían acompañados por doce personas más Emerald Blake, en cuanto pusieron un pie en el velero, Richard Giordano Jefe de la Guardia Personal de Argella, se declaró como el capitán del grupo, Layla le aconsejo que no comenzara una pelea, que dejara a Richard seguir con sus cosas mientras que ellos se concentraban en las propias e importantes.

Primero que nada, viajarían en el velero por las diferentes islas, hasta llegar a las Puertas de la Salvación, allí cruzarían hacía el otro lado donde les estaría esperando un barco llamado Vientoazul y que estaría cargado con todo lo necesario para cumplir con su misión. Todo aquello se les fue revelado mientras se alejaban de las tres islas, sin duda lo habían planeado así, para que si buscaban echar marcha atrás, no tuvieran forma de volver a tierra firme. Kaebu entendió todo a la perfección, pero decidió seguir el consejo de su compañera y dejo que Richard siguiera pensando que mantenía todo bajo su control.

Kaebu catalogo a aquel viaje de incomodo, se trataba de un velero de apenas seis metros de largo, y sin dudar era demasiado pequeño para albergar a quince personas y sus pertenecías. Emerald Blake se había quedado con el único camarote del transporte y nadie se había dignado a negarse, Kaebu en cierta medida los entendía, Emerald era un anciano y merecía descansar, pero sabía que nadie se había impuesto debido a que se trataba de un Blake y no porque el anciano lo necesitara. Debido a eso tuvo que soportar estar junto a otras personas que no conocía de nada y que al verlo solo le lanzaban muecas, Kaebu no entendía nada de aquella actitud, ya que ni siquiera le conocían. Por lo que él y Layla se vieron obligados a retirarse a una esquina y sentarse allí por el resto del viaje.

Cuando el cielo se estaba tiñendo de rojo sangre, llegaron a las Puertas de la Salvación. Debido a que el ascensor solo soportaba a seis personas, tuvieron que dividirse para entrar. Los primeros en hacerlo sin duda alguna fueron el anciano Emerald Blake, el capitán Richard, Leone, que horas antes había intentado asesinarlo a traición, pero ahora caminaba con todo el orgullo que le fuera posible al lado de Richard. Kaebu le pidió a Layla que le dejara darle un puñetazo, y aunque la rubia se había soltado una carcajada que atrajo las miradas, terminó por denegarle su petición, por lo que se tuvo que conformar con lanzarle una mirada asesina cada vez que su azulada mirada se encontraba con la de Leone.

Kaebu no tardo en comprender que aquel grupo parecía haber sido elegido a partir de amistades y no porque fueran a ayudar para cumplir tan importante misión. La Décima Sombra no tuvo la obligación de hablar con ningún miembro del equipo, ellos ni se les acercaban, al parecer alguien les había dicho que tenían una extraña y mortífera enfermedad, le basto con mirar lo que sucedía a su alrededor para llegar a aquella conclusión. Sheyla de Creta, una mujer de piel como el ébano, cabello oscuro amarrado en una trenza, hombros anchos y un tanto más baja que Richard, parecía ser la mano izquierda del capitán, sus ojos eran grandes y oscuros, su nariz ancha y labios carnosos de color rosado, las miradas que le lanzaba a Emerald eran de respeto al igual que sus palabras, las que le lanzaba a Richard gritaban a los cuatro vientos que sentía algo más por el capitán, y las miradas que le lanzaba a Kaebu y Layla, eran de completo odio, aunque no sabían el porqué, ya que apenas al amanecer se habían conocido.

Otro claro ejemplo que logro encontrar fue Mecatt Medinet, una mujer de piel morena, delgada y atlética, cabello oscuro amarrado en una coleta, ojos grandes de un marrón claro, nariz pequeña y labios carnosos, tampoco parecía agradarle a ella, trataba con todos los modelas a Emerald Blake, y cuando este no estaba presente, Mecatt y Leone se besaban sin ningún pudor, al parecer no les importaba en lo más mínimo lo que sus demás compañeros dirían, y a Richard no podría importarle menos.

Los demás soldados eran un tanto más callados, aunque ninguno se había acercado a presentarse y se reían de todos los comentarios bromistas que hacía el capitán.

En el segundo viaje del ascensor tampoco les fue posible abordarlo, por lo que tuvieron que esperar de nuevo, ahora junto a una de las mujeres del equipo formando por Richard. Kaebu le miró solo por algunos segundos, aquella mujer era la más silenciosa de todos, ella no se reía a carcajadas con los chistes de Richard, solo sonreía y era de vez en cuando, a los demás miembros parecía darles igual si ella estuviera o no allí. Kaebu se quitó aquellos pensamientos de la mente, Richard había reclutado a esa mujer, Richard el mismo que había llevado a un hombre que horas antes lo había intentado asesinar por la espalda, no podía fiarse de alguien que fue reclutado por el capitán.




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