La Última Sombra

11. Tierras de Sangre

 

El primer día de viaje resulto ser tranquilo. Al parecer ahora que Jane se había unido con dos personas más, los demás perdieron un poco el valor para continuar metiéndose con ella.

Aquel día hicieron una breve parada para alimentarse y bebe algo, fue justo en ese momento que se percataron de la poca cantidad de alimentos con los que contaban. Había varias latas de atún, barras de cereal, agua, era con lo que más contaban.

Decidieron no discutir, sabían desde el principio que aquellos problemas tarde o temprano se presentarían, por lo que prefirieron racionar los alimentos.

Tan solo habían avanzado unos cuantos kilómetros, cuando la fila de autos se detuvo, gracias al radio con el que estaba acondicionado el vehículo, fue que se enteraron que habían divisado a un grupo de Mordedores.

—Elimínenlos —había ordenado Richard desde la seguridad de su auto. Al escuchar la orden, Kaebu levanto la mirada, ayudado por el retrovisor centró su atención en Layla, quien entendió a la perfección su duda, por respuesta, obtuvo una negación con una leve movimiento de la cabeza.

Entendía a la perfección que si quería salir con vida de aquella misión, debía continuar acatando las órdenes de su compañera, ya que parecía ser la única interesada en que continuara con vida. Fijo su atención en los demás automóviles. Al ver como varios hombres con máscaras bajaban de los primeros dos autos, comprendió que debían estar en una zona contaminada.

Aunque ellos estuvieran en la zona más alejada, les fue posible escuchar los gruñidos de los Mordedores, varias luces azules iluminaron la roja tarde, solo duro algunos segundos, hasta que todo volvió a un silencio sepulcral.

—El objetivo ha sido neutralizado —comunico Maximean, líder del primer escuadrón de la fila.

—Buen trabajo soldado, continuemos con el camino, debemos cubrir un gran tramo —exclamó Richard. Al terminar con la comunicación, los automóviles una vez más se pusieron en marcha.

Kaebu se levantó un poco en su asiento, y le fue posible ver seis cuerpos de Mordedores tirados sobre los escombros, hasta le pareció que una de sus llantas termino de explotarle el estómago a uno de ellos, aunque no podía estar seguro, ya que el terreno era demasiado irregular.

Cuando el cielo rojo se fue oscureciendo, solo avanzaron por algunos minutos más, hasta que Richard dio la orden de que se detuvieran, ordenó que los automóviles se colocaran en una fila horizontal, pensando tal vez usarlos como un escudo de primera línea. Debido a que aquella zona que habían elegido estaba contaminada, tuvieron que bajar con la máscara puesta.

El terreno elegido era amplio, desértico, si se ponía especial atención, sería posible ver alguna televisión enterrada, los cráneos de algún animal antiguo, pedazos de metal regados por el desolado lugar. Al verlo, Kaebu entendió porque Richard había elegido aquella táctica, ya que estaban demasiado expuestos.

Todos los presentes tuvieron que montar sus propias tiendas, excepto Emerald Blake, a quien se le fue montada por tres hombres, Kaebu agradeció que por lo menos Richard no los enviara a ser los sirvientes de tan importante persona.

Al abrir la zona trasera del auto y buscar por algunos minutos, Layla termino dejando escapar una maldición y a Kaebu le pareció escuchar una risita por parte de Astrid y Mecatt, ya que eran los que estaban más cerca de ellos.

—¿Qué sucede? —interrogó un tanto temeroso, ya que Layla era una mujer que no se podía hacer enfadar con tanta facilidad.

—Al parecer nuestros compañeros se olvidaron de que somos tres personas, y solo han cargado dos tiendas —exclamó con los labios apretados. Le basto aquella respuesta, para entender porque aquellos dos soldados se reían de ellos.

—Pero son grandes, ¿No? —Preguntó con calma, no podía perder la cabeza en aquel peligroso lugar, Layla asintió con un movimiento de cabeza—. Bien, entonces solo tendremos que compartir.

—Por supuesto, Jane puede venir a dormir...

—No creo que a Kaebu le moleste mi presencia, ¿Cierto? —interrogó mirándolo fijamente con aquellos intensos ojos azules, basto con esas pocas palabras, para hacerle recordar todo lo que habían vivido la noche anterior y pudo sentir claramente como su rostro se iba encendiendo.

—Por supuesto, no hay ningún problema —su respuesta pareció sorprender a Layla quien termino arqueando sus cejas rubias. Su sorpresa se le paso en cuestión de segundos, aunque Kaebu no le puso mucha atención, ya que había quedado hipnotizado por la sonrisa de Jane.

—Es mejor que nos apresuremos a montarlas —anunció Layla rompiendo aquel denso silencio.




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