Abrió muy despacio los ojos, por unos segundos se quedó mirando la lámpara incrustada en el techo, le costó otros tantos el comprender que no se encontraba en su habitación, aquello fue lo que encendió sus alarmas, si no estaba en su habitación, ¿Dónde estaba?, buscando respuestas, giró un poco la cabeza hacía su lado derecho ya que por alguna razón sentía que el izquierdo estaba bloqueado.
Su mirada se movió de un lado a otro, hasta que quedo fija en una mancha oscura que parecía tener vida, con el pasar de los segundos, la imagen comenzó a volverse nítida. Se trataba de un joven, tenía el cabello oscuro, la piel clara, una extraña cicatriz que le subía por la mejilla, sus ojos eran de un destellante color azul, tenía un cuerpo atlético y vestía un traje oscuro con líneas y círculos azulados, tardó algunos segundos en comprender que estaba sucediendo.
Sin poder reprimirlo, dejo escapar un bostezo, sus brazos se movieron incómodos en busca de la libertad por lo cual termino estirándolos y levantándose un poco.
—¿Dormiste bien? —preguntó con cierta timidez Kaebu, aquello le agradaba, el joven no era brusco, pero tampoco era totalmente confiado, era extraño, tenía una forma muy característica de tratar a las personas y eso le gustaba.
—¿Por qué estoy en el sofá? —interrogó al dar una rápida mirada. No recordaba el haberse quedado dormida, tampoco el marcharse a su habitación, le era imposible comprender de donde había salido la almohada y sabana que cubría su cuerpo llenándolo de cierto calor reconfortante.
Buscando obtener respuestas, apartó la manta, giró en el sofá y quedo sentada, se llevó una mano al cabello e intento peinarlo, mientras que con la otra se masajeaba los parpados en un intento por despertar del todo.
—Te quedaste dormida —respondió Kaebu con aquella voz tan suya logrando atraer su atención, el joven estaba colocándose un guante oscuro—, te veías tan tranquila durmiendo que llegue a pensar que lo mejor era no despertarte, intente que estuvieras lo más cómoda posible.
—Gracias —susurró al darse cuenta que el cuello no le dolía debido a la almohada, al igual que había podido dormir tan plácidamente gracias a la sabana que en todo momento la mantuvo caliente.
—No hay nada que agradecer —le aseguró al tiempo que abría y cerraba las manos, tal vez en un intento por acoplarse a los guantes, Raelys no estaba muy segura de ello.
Hasta ese momento la pelirroja cayó en cuenta de algo, Kaebu estaba vistiendo su Blacksuit, lo que le hizo recordar todo lo que había vivido el día anterior, con todo y el recuerdo de su padre.
—¿Qué hora es? —preguntó un tanto incomoda por no saberlo.
—Diez minutos para las once —le pareció detectar cierto nerviosismo y temor en aquellas palabras.
—Claro, el Combate de Sucesión —exclamó más que nada para sí misma, aspiró un poco de aire.
—¿Te encuentras bien? —preguntó con un deje de preocupación en su voz, aquello le hizo sentir un poco mal, se suponía que ella estaba allí para ayudarlo, no para cargarlo con más peso del que ya cargaba.
—Por supuesto —se apresuró a responder—, solo que al parecer mi cuerpo aun no comprende que he despertado.
Kaebu asintió satisfecho, después de ello se vieron sumidos en un denso silencio, pasaron algunos minutos que Kaebu aprovecho para coger la Hunter Tres Mil y colocarla en su pierna derecha, hizo lo propio con la Thunder Cinco Mil, solo que ella fue a parar a la pierna izquierda, sabiendo que contaba con poco tiempo, avanzó hacia la puerta, cogió a Guardasombras y se la colgó de la cintura.
Al verlo hacer aquello, Raelys recordó la conversación que estaban manteniendo antes de enterarse que Kaebu se enfrentaría al asesino de su padre.
—¿Aun piensas que puedo ayudarte en el Combate? —interrogó un tanto nerviosa. Kaebu se le quedo mirando por algunos segundos, al parecer estaba reuniendo valor.
—Raelys, comprendo que odies a este hombre por lo que le hizo a tu padre —explicó con tranquilidad—, pero no voy a combatir para vengarlo, si ese es tu propósito para prestarme tu ayuda, lo siento, no te haré pasar por algo así.
—Tuve muchos años para vengarme, pero hace mucho que comprendí que eso no me devolvería a mi padre —dijo con fuerza, se puso en pie—, no quiero ayudarte para vengarme de ese hombre, quiero ayudarte para que no te suceda nada.
—Si eso es lo que realmente deseas, no creo que sea capaz de detenerte, al final de cuentas, eres la dueña de este traje, puedes entrar siempre que gustes —una sonrisa afloro en su rostro, había comprendido a la perfección las palabras de Kaebu. Si bien no le había dado rienda a suelta para que lo ayudara, le dejo entre ver que siempre podría hacerlo.