La Última Sombra

19. Soy el Siete

 

Apretó un poco los parpados. La picazón comenzó a extenderse cual marea descontrolada por sus globos oculares, intentó dejar escapar un quejido, sintió sus labios muy resecos y quebradizos, no tenía saliva, no podía despegar sus labios. Un poco molesto por todo lo que estaba sucediendo, decidió sucumbir a los deseos de sus ojos y terminó por abrirlos lentamente.

Le fue imposible ver nada, todo a su alrededor no era más que una imagen blancuzca y totalmente borrosa, lentamente giró su cabeza, con los ojos un poco entreabiertos observó una mancha de fuego apagado, hizo un enorme esfuerzo por despegar los labios, buscó decir algo, solo unos cuantos borbotones escaparon de su interior. El no poder hacer lo que quería estaba logrando que una furia descontrolada se apoderara de todo su cuerpo.

Buscando saber que estaba sucediendo, se inclinó hacia delante en un intento de ponerse en pie.

—No —susurró una voz, detecto cierto temor en la palabra, pronto lo olvido al sentir una cálida mano sobre su pecho, la cual le guío para volver acostarse.

Hizo un esfuerzo para agradecerle a aquella persona que le había detenido, ya que un fuerte dolor se extendió por sus extremidades, le fue imposible ver nada, solo logró observar una mancha de fuego.

—Iré por el médico —escuchó que decían, movió la mano en un intento por detener a quien fuera el que le estuviera ayudando, por desgracia al momento de intentar mover su mano, sintió un horrible pinchazo lo que le obligo a dejarlo de intentar.

Al principio le pareció extraño el mirar una gran cantidad de puntos brillantes, comprendió que estaba sucediendo, aunque era demasiado tarde, la oscuridad una vez más comenzó a apoderarse de todo el entorno.

Caía, de eso estaba totalmente seguro, lo que escapaba de su comprensión era ¿Cómo?, a su alrededor no había absolutamente nada, todo era una densa oscuridad, una vez más continuaba emanando una brillante luz de su cuerpo.

Por más que intento comprender que estaba sucediendo, pasados algunos minutos, o posiblemente horas, no tenía forma de saberlo, decidió dejar de buscarle un poco de lógica, su cabello se movía de manera violenta, aunque aquello no tenía el menor sentido, ya que allí no soplaba ni una sola corriente de aire.

Tardó algunos segundos en entenderlo, al final lo hizo. Entre más caía o eso parecía, su piel comenzaba a calentarse más, era tal su temperatura que su carne comenzó a ponerse al rojo vivo dejando escapar un poco de humo. Intentó gritar, abrió la boca, nada salió de su interior, el fuego había entrado en su cuerpo y se había extendido hasta destrozarle sus cuerdas bucales.

Se llevó ambas manos hacía el cuello, al entrar en contacto con su piel el dolor se intensifico, apretó los dientes en un intento de soportar el dolor, cuando comprendió que era imposible, comenzó a morderse la legua en un intento por salir de aquel lugar.

Todo lo que intento fue en vano, lo único que consiguió mordiéndose la lengua fue llenarse la boca con su caliente y amarga sangre. Debido a los dolores que le provocaba su carne ardiendo, fue que no se percató que había dejado de caer, ya no estaba cayendo, ahora parecía estar flotando en la oscuridad.

Su ceño se frunció de inmediato, el horrible dolor se esfumo con la misma rapidez que había llegado, sin entender que estaba sucediendo, se puso en pie, movió sus azules ojos hacía todos lados, se encontraba totalmente solo. Bajo el rostro y se miró su vestimenta, le pareció extraña, lucía una camiseta blanca un tanto holgada, al igual que los pantalones, no llevaba zapatos.

Basto con que escuchara la primera pisada para levantar su rostro, se movió de un lado a otro hasta que identifico de dónde venían las pisadas, aunque estuviera un tanto lejos, logró observar una figura humanoide que vestía igual que él e irradiaba el mismo brillo, corría con gran esmero hacía donde él se encontraba.

El temor no tardo en apoderarse de su cuerpo, se extendió cual un virus y le obligó a quedarse allí de pie, sin poderse mover, lo único que podía hacer era mirar fijamente la figura humanoide que entre más se acercaba, logró identificarla como una mujer. Lucía una cabellera marrón claro, su rostro era un simple borrón de carne clara, parecía estar huyendo de algo, eso encendió más alarmas en su cuerpo, no se veía nada más en aquel lugar, pero por alguna razón sentía que alguien le estaba vigilando.

El miedo de no saber a qué era lo que tenía que enfrentarse hizo que se olvidara de todo lo que le rodeaba, no volvió en sí hasta que un par de manos se posaron en sus hombros, dio un pequeño respingó y clavó su atención en aquella figura humanoide.




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