Habiendo pasado un día en aquel departamento, ambos comprendieron una cosa, se trataba del mismo, por lo que llegaron a la conclusión que sencillamente habían cambiado el número diez por el siete, algo que ciertamente desilusiono a Kaebu, ya que se esperaba encontrar con algo más impresionante.
—¿Jamás has entrado en una Habitación de Combate? —preguntó Kaebu al tiempo que salían del departamento y se enfilaban hacía aquella puerta negra.
—No —respondió Raelys avanzando a su lado—, papá no quería que me viera muy involucrada en esa parte de la Organización, por lo cual todo lo que me enseño fue para si en algún momento lo llegara a necesitar supiera defenderme.
—¿Crees que se molestaría conmigo por lo que estoy a punto de hacer? —interrogó dándose la vuelta y dándole la espalada a la puerta oscura.
—Posiblemente —aseguró la pelirroja, se adelantó un paso, estiró su diestra y cogió el pomo de la puerta, al tiempo que le daba unas cuantas palmaditas en el pecho—, aunque no hemos venido a combatir, así que no estoy muy segura de cuál sería su reacción.
Empujo la puerta, un aire primaveral le agitó un poco el cabello, satisfecho con la respuesta obtenida, se giró y entró en el lugar. Se trataba de algo sencillo, un enorme campo de pasto verde y un cielo azul despejado.
—¿Estas segura que no desaparecen? —preguntó moviendo los ojos hacía todos lados.
—Estoy segura, los objetos reales que se introducen en una Habitación pueden ser rotos o descompuestos, pero jamás desaparecerán de la dimensión de bolsillo —le aseguró con cierto cansancio en su voz, Kaebu la comprendía, era la cuarta vez que se lo preguntaba.
Con aquel pensamiento en su mente, comenzó a avanzar por el terreno, se separaron buscando cubrir con mayor rapidez los espacios.
Después de meditarlo con la almohada, le iniciaron a surgir muchas dudas, la mayor de estas era Guardasombras, de la cual había sido despojado de manera sorpresiva. Al despertarse tomo una decisión, investigaría donde se encontraba su espada, la respuesta que le fue dada por Raelys no solo le satisfacía, sino que también le dio pie para guardas esperanzas de encontrar todas sus pertenencias.
Pasados algunos minutos, Kaebu dio con la camiseta de su Blacksuit, al igual que con un guante, continuó buscando hasta dar con lo que buscaba.
—Lamento haberte dejado aquí —dijo mientras se inclinaba y levantaba del pasto a Guardasombras, no tenía ni un poco de aquel líquido oscuro, aunque recordaba perfectamente el haberla usado para acabar con algunos de ellos. Decidió no darle importancia y continuó buscando.
Caminó por varios minutos más hasta que algo crujió bajo su pie, aquello le cogió por sorpresa por lo cual dio un paso hacia atrás y levanto a Guardasombras listo para entrar en combate.
Movió sus azules ojos hacía todos lados, a su alrededor no había absolutamente nada, tan solo soplaba aquel aire veraniego que le agitaba un poco el cabello, sintiéndose un poco idiota más por la reacción, bajo lentamente la mirada hacía el lugar donde había pisado, entre el pasto verdoso se podía distinguir algo, se inclinó un poco más que nada guiado por su curiosidad, cogió aquel pedazo de metal donde se podía observar un circulo que era atravesado por una ruptura de arriba hacia abajo.
Tardo algunos segundos en comprender de que se trataba, si su memoria no le fallaba, debía de ser el trozo de máscara que terminó quebrándose debido al sorpresivo ataque orquestado por Henry, se levantó despacio, miró a su alrededor, avanzó unos cuantos pasos hacia delante hasta que dio con lo que se imaginaba, allí se encontraba el resto de su máscara, la cogió del suelo y sin nada más en el horizonte decidió regresar hacía el lugar donde se miraba aun la puerta de blanco.
—¡Encontré un guante, el par de botas, y la Hunter Tres Mil! —exclamó por lo alto Raelys cuando se reencontraron en la puerta blanca.
—Yo encontré a Guardasombras y lo que queda de la máscara —le mostró los restos, Raelys cogió lo que quedaba—, ¿Crees que tenga arreglo?
—Por supuesto. Tendré que comprar unas cuantas piezas nuevas, no son nada baratas, pero creo que no tendremos ningún problema —le aseguró analizando un poco más a fondo.
Kaebu asintió satisfecho, sin más abandonaron la Habitación de Combate y volvieron al departamento.
—Ya que vamos a salir, creo que debemos pasar por un poco de ropa para el dichoso baile —masculló un tanto desconfiada, dejo las piezas encontradas sobre la mesa de la sala, se dejó caer en uno de los sofás y un resoplido escapo de su interior—. ¿Estás seguro que funcionara?