La luz le golpeo directamente en el rostro. Apretó los parpados en un intento por no despertar. Molesto por la intensidad de la luz, fue que terminó abriendo sus azulados ojos. Debido a la potente luz se vio obligado a cerrarlos de inmediato.
Pronto sintió un peso extra, no era atosigante y mucho menos incómodo. El calor que despedía aquel cuerpo era tranquilizador y reconfortante. Abrió lentamente los ojos, los movió hasta fijarlos en la persona que reposaba en su pecho. Debido a la posición, solo le fue posible ver un mar ardiente, sonrió al recordar todo lo vivido, todos los sentimientos que habían acudido a él en aquel momento.
Se movió un poco en el lecho y aspiró el aroma floral que despedía el cabello pelirrojo. Raelys se movió un poco, hizo un ruido extraño con sus labios y abrió despacio sus ojos.
—Lamento haberte despertado —se apresuró a decir Kaebu, un tanto avergonzado por haberla despertado de aquella manera.
—Tuve un sueño de nosotros —susurró aun adormilada. Se levantó un poco, las sábanas blancas resbalaron y dejaron al descubierto sus pechos, aunque por una razón que Kaebu no comprendía, aquello no le incómodo, ni siquiera sintió la necesidad de mirarlos, el rostro adormilado de Raelys le parecía demasiado tierno, demasiado bello.
—¿Qué soñaste? —interrogó al tiempo que levantaba su mano y le aparto unos cuantos mechones de cabello. Raelys cerró los ojos y disfrutó de su caricia.
—Tú y yo caminábamos por una playa, cogidos de la mano, estábamos tranquilos, tan solo disfrutábamos del momento —Kaebu sonrió al escuchar sus palabras. Pasados algunos segundos, Raelys le cogió la mano, no se la aparto, tan solo entrelazaron sus dedos, abrió lentamente sus verdes ojos y fijo toda su belleza en Kaebu—. No regresemos. No lo necesitamos. Podemos coger un barco e irnos a otra isla, comenzar una nueva vida, yo podría trabajar como científica digital, y estoy segura que tú podrías encontrar algo hecho para ti, eres habilidoso, puedes hacer lo que quieras, no necesitamos volver a la Organización, simplemente no volvamos, escapemos juntos.
—Eso suena hermoso —aceptó con una sonrisa, la cual se fue esfumando con el pasar del tiempo—, pero no puedo irme, no puedo escapar.
—¿Por qué? ¿Qué te une a la Organización? —interrogó Raelys con el ceño fruncido. Kaebu la comprendía, sus palabras no tenían el menor sentido más que para sí mismo. Sin saber realmente porque lo hacía, acarició una vez el rostro de la pelirroja.
—Baruj me ha prometido devolverme mis recuerdos si llego a la meta de un millón de Mitsbuy —no le fue difícil decirlo, las palabras salieron de manera instintiva.
—¿Cómo planea hacer eso?
Kaebu sonrió, sin hacerla esperar, le explicó todo lo que había sucedido desde el principio, como Baruj lo había mandado traer, la Vasija del Deseo, sus poderes mágicos, el ofrecimiento de Baruj para recuperar sus recuerdos sin merecerlo, su proposición para sentir que merecía semejante premió.
—¿Realmente crees que esa Vasija te devuelva tus deseos? —preguntó pasados unos minutos al término de la historia, sin duda había usado aquel tiempo para comprender todo lo que había escuchado, además de ordenar sus ideas sobre lo que sucedía justo en aquel momento.
—Necesitas verla, su resplandor, esa cosa no es natural, tiene algo diferente —Kaebu frunció un poco el ceño—. ¿Enserió jamás se les menciono cual era el premió por llegar a la meta?
—No. Baruj jamás nos mencionó eso, tan solo nos limitábamos a ayudar a la Décima Sombra en turno —volvió a observarle fijamente—. No volvamos, vámonos juntos, podemos crear nuevos recuerdos.
—Adoraría poder crear recuerdos junto a ti —aceptó Kaebu con una radiante sonrisa de tan solo imaginarse ir de la mano con la pelirroja—, pero necesito recordar quien soy, necesito saber quiénes fueron mis padres, quien fui antes de todo esto...
—¡La fiesta se ha terminado, es momento de que se marchen! —la puerta se abrió con rapidez interrumpiéndolo, Raelys dejó escapar un pequeño grito y se apresuró a cubrirse con las sabanas, por su parte Kaebu observo fijamente a los intrusos.
El rostro cargado de sorpresa y furia solo duro unos cuantos segundos dibujado en el rostro de Jane, pronto volvió a recuperar unas facciones tranquilas y que no demostraban ningún sentimiento, ella vestía un elegante traje oscuro e iba a acompañada por dos hombres grandes con sendas armaduras.
—¿Podrías darnos unos minutos para vestirnos? —preguntó un tanto satisfecho por la reacción que había logrado ver en Jane.