La Última Sombra

22. Desgarres de Melancolía

 

—¿Ahora has venido a burlarte de mí desgracia? —interrogó GraanTaar y se apresuró a apartar la mirada, evitando en todo momento hacer contacto con él. Aunque no necesito verlo a los ojos para sentir la tristeza y temor que despedía su cuerpo, aquello terminó por provocarle un extraño escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Se vio obligado a quedarse callado por algunos segundos, hasta que recordó porque había decidió ir allí.

—¿Por qué piensas que he venido a burlarme de ti? —exclamó Kaebu con el ceño fruncido. GraanTaar dejó escapar una sonrisa y negó con un movimiento de la cabeza.

—No porque viste mi verdadera forma, significa que me comprendes —masculló entre dientes, doblo sus piernas hacía el pecho y las enrollo con sus brazos, una señal que Kaebu la interpreto como un método para protegerse, aunque aún no comprendía de que—. Puede que mi forma de animal te haga pensar que soy una bestia irracional, pero puedo asegurarte que soy mucho más inteligente que la media de tu especie.

—En ningún momento pretendía burlarme de ti, si has sentido que te he ofendido, te pido una sincera disculpa por ello —Kaebu pensó muy bien las palabras que iba a usar, cuando salieron de su boca, comprendió que no podría haberlo dicho de una mejor manera.

—¿Entonces porque te has acercado? —interrogó entre dientes, levantó un poco el rostro, dejándole ver en todo su esplendor el rostro. Kaebu sintió una punzada de terror. El rostro que estaba observando era el suyo, pero aquel, era horrible, la piel blanca parecía estar quebrándose con aquellas líneas oscuras.

Apretando los puños y recordándose la decisión que había tomado, se acuclillo junto a GraanTaar, buscando hacer comprender al desconocido que él no se sentía superior a la bestia.

—No recuerdo absolutamente nada de mi pasado, mi vida comienza en una extraña habitación de Nuevojapón...

—Yo no puedo devolverte tus recuerdos —le interrumpió mascullando entre dientes.

—Lo comprendo. Pero no es por eso que me acerque —las piernas le dolieron un poco al estar acuclillado, por lo cual decidió sentarse en posición de loto—, yo me acerque, porque quiero conocerte, necesito entenderte, vives en mi cuerpo y tratas de tomarlo, ¿Por qué? ¿Por qué necesitas mi cuerpo? ¿Por qué sigues conmigo?

—Tu dañada mente no podría llegar a comprender la magnitud de la situación —exclamó, ya no lo hizo con enojo, Kaebu detecto cierto temblor en sus labios.

—Pruébame —no comprendió que le incito a decirlo, las palabras salieron por instinto, por un momento pensó que todo había llegado al fin, se imaginó que posiblemente GraanTaar se tomara aquellas palabras muy personales, pero ya no podía hacer nada.

Entendió que había dicho lo correcto, cuando observo a GraanTaar soltar sus piernas y levantar su rostro totalmente para observarlo fijamente, Kaebu miró algo en su rostro, le era difícil comprenderlo debido a la piel y las venas oscuras, pero le pareció identificar sorpresa en el rostro de GraanTaar.

—Pero recuerda que has sido tú quien me lo ha pedido —exclamó por lo alto, levanto su mano derecha con la palma abierta, de donde salieron dos hilos totalmente negros, se deslizaron con una enorme velocidad, fue tal así que Kaebu no tuvo tiempo para reaccionar, tan solo sintió el contacto del hilo negro cuando comenzó a introducirse y abrirse paso por su sien, y continuó por todo su rostro cual llamarada hirviente hasta apoderarse de sus ojos, nariz y labios.

El dolor desapareció tan deprisa que un importante detalle le paso por alto. Tuvo que parpadear varias veces, hasta que comprendió que ya no se encontraba en aquel lugar sumido en la oscuridad.

Observo un cielo nublado, cientos de nubes se formaban las unas a las otras, lo que encontró realmente extraño, fue aquel color rojizo sangre que parecía querer escapara de las nubes, unos cuantos rayos los lograban, al verlo desde allí le pareció que era muy similar a los hilillos de sangre que en ocasiones corrían por la carne de un ser humano.

Cuando asimilo que no se encontraba en el mismo sitio, fue que reacciono, movió el rostro hacía abajo, su corazón se le encogió al hacerlo, sus celestes ojos se abrieron de par en par, se encontraba levitando, y ese no era el problema realmente, sino el hecho de que estaba a una altura enorme, tanto así, que cuando fijo su atención hacia abajo, le fue sencillo distinguir altas colinas, montañas enormes cubiertas de un musgo marrón claro, si observaba un poco más hacía el norte, lograba distinguir enormes volcanes que no dejaban de escupir cenizas al aire.

Se percató de enormes ¿bosques?, no estaba muy seguro que fueran eso, las plantas de allí no eran verdes, sino rojas, todas y cada una de ellas, enormes plantas rojizas que se abrían y cerraban dejando escapar unos cuantos brillos rojizos. Los frondosos troncos eran de un color verde musgoso, aunque era sencillo ver como ascendían enormes raíces de un destellante color azulado, continuaba el ascenso hasta las hojas que eran oscuras totalmente, debajo de un enorme mato de hojas se lograba distinguir lo que parecía ser muy similar a una enorme sandía, con la gran diferencia que aquella cosa solo dejaba escapar una enorme cantidad de luz azul oscura.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.