La Última Sombra

23. Estelas del Futuro

 

Abandono la Habitación de Combate, cerró tras de sí. Avanzó unos cuantos pasos, se detuvo en seco.

Una vez más abrió y cerró sus dedos, levantó sus manos y las observo. Un circulo oscuro se había formado en la parte superior de sus manos, lo sorprendente era que otro circulo se formó en las palmas se sus manos, ambos se encontraban unidos por una línea que salía de ambos lados y era totalmente negra.

Aquello le hizo comprender una cosa, los tatuajes no adoptaban aquellas formas por el simple hecho de poder hacerlo, lo cierto era que parecían tener un patrón, ya que por lo largo de su brazo se observaban tres círculos negros que se unían con una línea oscura, al tiempo que de todos los círculos salían líneas que rodeaban su brazo.

Al observar los trazos de las líneas, le recordó febrilmente a los dibujos que lucían los Veetrexianos, aunque también le recordaba firmemente los grabados blancos que formaron en el cuerpo de GraanTaar antes de ser sacrificado.

Al sentir el escalofrío recorriendo su espina dorsal, fue que se percató de algo más. Se sentía muy bien, ningún hueso le dolía, sentía una potente energía corriendo de manera ordenada por todo su cuerpo, algo en su interior parecía estarle diciendo que podría hacer todo lo que deseara justo en ese momento.

Cuando consiguió percatarse de aquellas emociones tan fuertes, comprendió un poco a las otras personas que habían tenido la oportunidad de poseerlo, la sensación era increíble y no dudaba que ello provocara una horrible ceguera en los portadores, llegando a tal punto donde su maldad y ansias de poder terminaban reinando por encima de su cordura y principios.

Con una radiante sonrisa en sus labios, volvió a emprender la marcha. Abrió la puerta de su departamento y entró dejando una estela cargada de energía positiva.

—¿Cómo te fue en la meditación? —interrogó Raelys desde la cocina, aquello basto para que su energía se viera potenciada por un millón.

—A mí pensar, creo que ha ido de maravilla —respondió dejándose embargar por todos aquellos sentimientos cargados de poder.

—Me alegro bastante, te dije que... —se giró, le observó fijamente por algunos segundos, sus ojos se abrieron de par en par, hizo un rápido movimiento con su mano, pareció coger algo que estaba debajo de la mesa, lo levanto y apunto con ello, el sonido que libero fue inconfundible, el destello azulado de las esferas y líneas le trajeron amargos recuerdos, le estaba apuntando con una Hunter Tres Mil lo cual significaba que no fallaría el disparo—. ¿Quién eres y que has hecho con Kaebu?

—¡Espera, espera...! —De manera instintiva levanto ambas manos en señal de rendición—. Raelys, cariño, soy yo, te lo juro, sigo siendo yo, todo esto puedo explicártelo.

—¿Y cómo puedo yo saber que estás diciendo la verdad? —interrogó, sus ojos se entrecerraron un poco, aquello le tranquilizo, la pelirroja se lo estaba pensando con más calma.

—Esa es una de las razones de porque me gustas tanto —admiró al darse cuenta que Raelys no se había dejado engañar tan fácilmente, había bajado lentamente el arma, al escuchar sus palabras volvió a apuntarle directamente, lo que le hizo comprender que debería andarse con más cuidado ya que estaba pisando suelo demasiado frágil—. No lo sé. Puedes hacerme una pregunta que solo tú y yo conocemos la respuesta.

Raelys se mordió el labio inferior, le había hecho pensar, justo en ese momento un tenue silencio comenzó a apoderarse de todo el lugar. Observó fijamente el cañón azulado y su nerviosismo fue en aumento, se sentía capaz de hacer hasta lo imposible, pero algo dentro de su cabeza no parecía estar muy seguro de ser capaz de evadir un disparo tan preciso como era el de la Hunter Tres Mil.

—Bien, veamos —murmuró por lo bajo rompiendo aquel denso silencio, la pelirroja movió los ojos de un lado a otro, era como si intentara buscar la respuesta de algo en los muebles de la cocina. Pasados varios minutos, volvió la vista hacía Kaebu—. ¿Cuál fue el primer alimento que te prepare?

Había transcurrido mucho tiempo desde que Kaebu llegara a la Organización. Se vio obligado a rememorarlo todo. Si sus cálculos no estaban errados, hacía prácticamente cuatro meses que había llegado a ese lugar. Tuvo que desentrañar cada uno de sus recuerdos, hasta que encontró lo que estaba buscando.

—Me preparaste una cena, yo acababa de darme un baño, al salir me dejaste un plato de cereal con leche, al lado ropa que podría usar y una nota donde te disculpabas por no haberme esperado —respondió, al tiempo que las palabras iban escapando de su interior, una sonrisa se fue apoderando de su rostro. Por su mente se le cruzo la idea de que esa era la sensación que GraanTaar había experimentado al mostrarle sus recuerdos, aunque ciertamente algunos no era muy buenos.




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