‹‹Felicidades, has conseguido lo que muy pocos miembros logran. Gracias a tú perseverancia, esfuerzos y tenacidad, hoy, has alcanzado la meta de un millón de Mitsbuy. No siempre se llega a ese objetivo, por lo que deberías sentirte totalmente orgulloso por llegar a tales números. Y cada gran logro, debería tener una gran recompensa. Ahora, la decisión está en tus manos, tú te lo has ganado. Tenemos para ti dos premios. El primero de ellos consiste en una considerable cantidad de Mitsbuy, aunado a esto se le ofrece unas merecidas vacaciones de un mes entero por Zeus con todo absolutamente pagado, además de una oportunidad para combatir contra el primer asiento de la Organización. O, podría tener un premio misterioso, algo fuera de nuestro mundo, algo que posiblemente le resuelva cualquier pregunta o sentimiento que le aqueje. Esos son los dos premios que os ponemos a sus pies, ahora, esperamos por su respuesta. Le agradecemos profundamente todo lo que ha hecho por la Organización, y una vez más, felicidades por demostrar ser un tenaz guerrero.
Atentamente: El Presidente de la Organización de las Diez Sombras››.
Kaebu había leído tantas veces el contenido de la carta dorada, que ya ni siquiera necesitaba mirarla, ya que conocía perfectamente su contenido.
Hacía dos días desde que aquella carta llegara a sus manos. Los continuos golpes a la puerta ciertamente le molestaron, se aferró un poco más al cuerpo de su pareja, no quería separarse de ella, pero fuera quien fuera el que estuviera tocando, parecía tener mucho interés en hablar con el que vivía en aquel lugar, por lo que al final, un tanto adormilado, Kaebu se puso en pie y simplemente vistiendo los pantalones del pijama, bajo las escaleras y abrió la puerta para encontrarse con un hombre bajito, el cual lucía para su sorpresa un traje oscuro muy limpio.
El hombrecillo apenas si le dirigió una palabra, sencillamente se aseguró de estar hablando con el hombre correcto, al hacerlo, le entregó aquella carta dorada sellada con cera roja, la cual tenía la marca de aquel reptil intentando comerse su propia cola, se despidió con amabilidad dejándolo con miles de preguntas rondándole en la cabeza.
Se asomó un poco para observar al hombrecillo, justo en ese momento se percató de algo que le erizo los vellos de la nuca. En el pasillo había otro hombre, vestía algo más sencillo, lo que ciertamente asusto en demasía a Kaebu, fue que no hacía el menor de los ruidos, ni siquiera cuando comenzó a retirar aquella alfombra roja con el número siete en dorado. Lo que más temor le dio, fue el hecho de cuánto tiempo llevaría el hombre trabajando allí, posiblemente si quisiera hubiera conseguido entrar a su departamento y haberlos asesinado a ambos sin siquiera darse cuenta. Un tanto aturdido por ello, decidió volver a la seguridad que le ofrecía su departamento.
Si no fuera por Raelys, Kaebu se hubiera pasado los dos días restantes leyendo la dichosa carta, pero gracias a que contaba con la pelirroja, ella le obligo a dejar de lado aquel contenido, le hizo cambiarse de ropa y le dio un paseo por todo Mictlan buscando distraer su mente, algo que consiguió con creces.
Lo llevó a probar lo que ella consideraba el mejor café de todo Newhope, Kaebu no sabía decir si aquello era cierto o no, ya que no recordaba haber bebido mucho de aquel líquido, por lo que se limitó a disfrutarlo. Visitaron diferentes lugares donde se preparaba comida, algunos eran más deliciosos que otros.
Visitaron lo que Raelys nombro como un Museo de la Humanidad, donde con diferentes hologramas se iba explicando diferentes acontecimientos sobre la humanidad y su proceso evolutivo, Kaebu ciertamente encontró todo aquello demasiado interesante, más aun en aquella época llamada medieval, donde hombres eran llamados reyes, las mujeres lucían hermosos vestidos, y los hombre peleaban con una espada en la mano. Otra cosa que también llamó en demasía su atención, fueron las antiguas culturas de varios pueblos descubiertos en el llamado Nuevo Continente. Aquello le sirvió para comprender de donde venía el nombre de la isla, para su mala fortuna, aquella palabra servía para referirse al lugar donde los muertos iban a reposar para la cultura denominada azteca.
Ya rumbo al final, Raelys opto por llevarlo a un centro de entretenimiento diferente, se trataba de un lugar amplio, oscuro, con asientos cómodos y una enorme pantalla al frente, la pelirroja lo denomino como cine, según le explico, varias personas actuaban de otras personas para contar una historia, aquello no tenía ni el menor sentido para Kaebu, pero aun así decidió darle una oportunidad más que nada por Raelys.
Al salir del denominado cine, Kaebu salió totalmente emocionado, la historia que se narraba le pareció sencillamente fantástica, se trataba sobre un vago que practicaba un deporte llamado boxeo, el cual recibe una oportunidad para pelear por el título mundial, ya rumbo al final, aunque sabía que no podía ganar, el vago peleo con todo lo que tenía, al final no gano, eso ciertamente no le gusto, aunque quedo fascinado por la película. La pelirroja le menciono que había más de aquellas películas, cuando Kaebu le expreso que quería verlas, ella se limitó a aconsejarle que lo mejor era quedarse con la buena impresión que le había dado la primera película, algo que ciertamente lo desconcertó, todo había sido increíble, no entendía que podía salir mal en las demás.