PHOEBE
Me encontraba en mi habitación, concretamente en la cama, tenía una foto de Luke en el pecho, mi más preciado tesoro desde que desapareció…
Ni siquiera se que decir o qué pensar, estos últimos momentos se habían sentido como un jodido infierno.
— Mamá te encontrará, bebé…Mamá lo hará…— sollozo cansada las pocas lagrimas que me quedan, mientras me abrazo a mi misma.
Dios…Las lagrimas no tardan en nublarme la vista a pesar de que había estado llorando durante los últimos instantes.
Siento que con cada recuerdo mi corazón se rompe…
Pero es inevitable no querer recordar, es lo que nos hace humanos.
Claro que eso no hace que nuestros sentimientos no nos puedan doler, porque si lo hacen, no hay peor dolor, que el dolor de una madre que siente que ha perdido a su hijo.
La puerta de mi habitación se abre, entra Hannah de manera sigilosa, se acuesta a mi lado mientras llora conmigo en silencio. Ambas lloramos — de nuevo, en silencio — encima de la cama abrazadas. Y entonces me doy cuenta de la gravedad del asunto…
Luke en estos instantes puede estar muerto, solo sabe dios donde. Y eso es lo que realmente me mata de dolor.
Ya que en las noticias había salido que solo han encontrado a la mitad de los cien niños secuestrados, mejor dicho, a los cincuenta cadáveres de esos inocentes niños, y ningún rastro de los otros cincuenta.
Ningún rastro de Luke.
Mi pobre angelito parecía haber sido abducido por los extraterrestres.
— ¿Has oído las noticias? — pregunta ella en un susurro mientras se aleja de mi, recostándose levemente en la cama con seriedad.
— Claro, eso es lo que justo necesitaba yo, ese soplo de realidad… Mi niño, puede estar muerto, y a saber donde…¡Joder!! Devuelven a todos menos al mío…— gritó frustrada y en ese preciso momento, el teléfono de casa suena interrumpiendo.
No tardo en gruñir molesta y levantarme para cogerlo con rapidez a pesar de todo.
—¿Qué tal, puta, te acuerdas de mi?—La voz distorsionada de un hombre hace que mi corazón de un vuelco.
Pero aún así….Sabía que…Era él, el monstruo de mi infancia, el ex novio de mi madre, mi padrastro. El peor hombre que la tierra pudiese haber creado.
— ¿Qué quieres?
— Tengo a tu hijo. Para que veas que podría ser un buen padre para él… — mis ojos se salen de sus órbitas al oír eso.
— ¡¿C—cómo?! ¡¿Donde lo tienes?! ¿¡Donde estáis?! — gritó a viva voz incrédula ante lo que mis oídos habían escuchado.
Esa bestia miserable…Solo espero que no sea ninguna de sus trampas ni mentiras.
— Esta noche, detrás del bar Chicas, chicas, estaremos ahí, no quiero la poli ahí, trae dinero, al menos unos diez mil, y si eso, pactaremos… Como se que estas acompañada te tranquilizarás…Háblame como si fuera un familiar que viniera a la ciudad y tuvieras que ir a verlo, que es básicamente, lo que esta pasando— aprieto la mandíbula tragando saliva, todo sea por Luke.
— ¡Qué bien! ¡A qué hora quedamos! — grito emocionada intentando sonar natural.
Las lagrimas silenciosas bajan por mi rostro y rezo porque nadie me vea.
Hannah mira la escena des de la habitación un poco confundida pero no le da importancia al asunto, ya que se vuelve a acostar, con el peluche de Luke…
Ella también estaba afectada.
— A las doce, no faltes — declara él con sorna antes de reírse tétricamente para colgar.
Tomo aire mientras dejo mi cuerpo caer al suelo, mientras me llevo las manos al pelo, intentando aguantarme las lagrimas, era demasiado duro, demasiado doloroso, como para que encima, ahora mi pequeño estuviese en medio de un borracho, no podía creérmelo.
— ¿Qué te pasa? — oigo la voz de Hannah des del salón.
Pero no le doy importancia.
— Me voy a disparar, ya sabes, para no perder la practica, me ayuda a bajar el estres, no me esperes despierta— digo mientras intento sonar calmada, ella asiente después de fruncir el ceño.
— Está bien, cuídate, sea lo que sea, que me estés escondiendo, solo espero que no salga mal, aunque conociéndote eres toda una super heroína— me guiña un ojo saliendo de la habitación para ir a la suya, seguramente tendría que ir a la oficina de aquí a un rato.
Y por eso amaba con mi alma a Hannah, nuestra amistad, a veces no necesitaba de palabras, con solo unos pequeños gestos, nos entendíamos.
Yo entro a mi habitación, me desnudo, cojo unos pantalones jeans ajustados negros, una camiseta del mismo color, el anti—balas, y me pongo una chaqueta por encima, agarro mi pistola, y la cargo, me hago una coleta, y salgo de mi habitación. Coloco mis llaves en el bolsillo trasero de mi pantalón, mientras me deseo buena suerte a mi misma.
(***)
El bar chicas chicas, era el centro de reunión de los borrachos como mi padrastro…¿Qué como lo se?
Terrance no es el único con una infancia complicada.
En este bar, millones de adolescentes desesperadas, o incluso obligadas, eran prostituidas, o bailaban, para toda la basura que pudiera pagar la entrada. Un recuerdo desagradable para toda la vida. Esas chicas quedaban marcadas para siempre.
¿Y por qué la ley no los para? Porque a veces puedes encontrar a generales, inspectores, incluso políticos.
Hombres.
Hombres, sin alma, sin piedad. Peores que incluso los criminales más psicóticos del planeta. Porque al menos ellos no fingen ser lo que en realidad no son. Ellos son lo que son, y punto. Y la sinceridad, siempre se agradece.
Entro al bar con la capucha puesta, no quiero que nadie me reconozca, hacía tiempo de mi huída de este sitio, pero la pesadilla, era fácil de reabrir. Camino entre la música, las adolescentes, los borrachos, y las luces de neón rojas parpadeantes, eran la única luz del lugar, daban la sensación de estar en el infierno.
Trago saliva de nuevo al ver a una muchacha llorar en la barra del baile exótico de la semana, y siento como una especie de deja vú.