EDUARDO
Me encuentro sentado en mi escritorio, mirando el mapa de la ciudad extendido frente a mí. He estado planeando este siguiente golpe durante semanas, estudiando cada detalle de los movimientos de mis objetivos y elaborando la estrategia perfecta.
Mi mente está llena de ideas, pensando en todas las posibles contingencias y en cómo evitar cualquier contratiempo que pueda surgir. No puedo permitirme cometer ningún error.
Miro hacia los informes de inteligencia que tengo a mi lado y me concentro en los detalles importantes. Es necesario estar un paso por delante de mis enemigos en todo momento, anticipando sus movimientos y reaccionando con rapidez.
Sé que mi próximo golpe será arriesgado, pero estoy seguro de que tendrá éxito. La adrenalina fluye por mis venas y mi mente está en un estado de concentración total mientras trazo cada movimiento en mi cabeza.
Mi determinación es inquebrantable, y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para alcanzar mi objetivo. Este plan es crucial para mi negocio, y no permitiré que nada lo estropee.
No puedo permitir que Terrance Black tenga la última palabra. Él puede tener la mansión y el dinero, pero yo tengo los contactos y los recursos. Tengo que planificar mi siguiente golpe con cuidado y asegurarme de que nadie me detenga.
Repaso mi lista de enemigos y aliados. Necesito reforzar mis conexiones con otros líderes de la mafia y aumentar mi influencia. También debo encontrar nuevos miembros para mi equipo, alguien que pueda hacer el trabajo sucio y no tenga miedo de ensuciarse las manos.
Pero sobre todo, tengo que mantenerme alerta y ser cuidadoso. No puedo permitirme ser descubierto y perder todo lo que he trabajado tan duro para conseguir. Mi venganza contra Terrance Black será dulce, pero tengo que asegurarme de que sepa quién es el verdadero rey del juego.
Sonrío con malicia mientras empiezo a trazar mi siguiente movimiento. Nadie se interpondrá en mi camino. Nadie.
Escucho a mi mano derecha informarme que todo está preparado para nuestro próximo golpe. Me levanto de mi escritorio y me acerco a la ventana, observando la ciudad desde mi penthouse.
Sé que lo que estamos haciendo no es legal, pero es lo que me ha dado poder y riqueza. He construido un imperio con mi inteligencia y mi capacidad de manipular a la gente. Y ahora, estoy seguro de que seguiré dominando este mundo oscuro.
Pero hay un obstáculo que se interpone en nuestro camino: la policía. No puedo permitir que nos atrapen. Por eso, cada golpe que damos es meticulosamente planeado y ejecutado con precisión. Pero nunca se sabe qué puede salir mal.
Respiro profundamente y me vuelvo hacia mi mano derecha.
—Está bien, vamos a hacer esto— le digo con determinación. Sabemos lo que estamos haciendo y somos los mejores en ello. Nada puede detenernos.
(***)
Estaba en mi apartamento, repasando mentalmente mi plan para la próxima operación cuando escuché un golpe en la puerta. Me levanté y abrí, y me encontré con Reachel, una prostituta que conocía bien. Aunque no era una persona en quien pudiera confiar plenamente, sabía que era leal a los hermanos Black, y eso era lo único que importaba en este momento.
—¿Qué haces aquí?— pregunté, sin ocultar mi sorpresa por verla.
—Necesito hablar contigo—, respondió ella, con una expresión seria en su rostro.
La dejé entrar y la llevé a la sala de estar. Sabía que si Reachel había venido a verme, era porque algo importante estaba sucediendo.
—¿Qué pasa?— pregunté, mientras me sentaba frente a ella.
—Oí decir que estás planeando algo grande, Eduardo—, dijo ella en voz baja. —Quiero ser parte de ello—.
Me sorprendió que Reachel supiera algo sobre mis planes, pero no dejé que mi sorpresa se mostrara en mi rostro.
—¿Qué tienes para ofrecer?— pregunté, manteniendo mi voz neutral.
—Tengo información. Conozco los movimientos de algunos de los principales jugadores en el bajo mundo. Podría ayudarte a identificar a los enemigos de los hermanos Black.
Me tomé un momento para pensar. Sabía que no podía confiar plenamente en Reachel, pero también sabía que necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir.
—Está bien—, dije finalmente. —Te daré una oportunidad. Pero ten cuidado, Reachel. Si haces algo que ponga en peligro mi plan contra los hermanos Black, lo lamentarás y recuperar a Phoebe…
—A la mierda con Phoebe.
Eduardo frunce el ceño ante las palabras de Reachel y la mira con desconfianza.
—¿Qué es lo que quieres, Reachel? —pregunto, sin apartar la mirada de ella.
La prostituta sonríe de forma maliciosa, como si supiera algo que Eduardo no.
—Sé que estás planeando algo contra Phoebe y Terrance, y quiero formar parte de ello. Me da igual lo que tengas que hacer, solo quiero estar cerca de Terrance. Odio a Phoebe, es una zorra arrogante que solo quiere separarme de mi hombre.
Eduardo sopesa sus opciones, pensando en cómo podría utilizar a Reachel en su plan. La prostituta podría proporcionarle información valiosa, pero también era un riesgo potencial.
—Está bien, te dejaré unirte a mi plan. Pero tienes que saber que si intentas traicionarme, te arrepentirás de haber nacido —dice Eduardo con una mirada fría.
Reachel asiente con una sonrisa triunfante en su rostro.
—No te preocupes, jefe. Soy leal a los hermanos Black. Pero haré todo lo que esté en mi poder para ayudarte a conseguir lo que quieres. Lo que quiero es a Terrance, tu quédate con Phoebe.
Eduardo asiente y le indica a Reachel que se vaya. Pero en su mente, ya está ideando cómo utilizarla para llevar a cabo su plan contra Phoebe y Terrance.
Mi apartamento es pequeño y está lleno de objetos que he ido acumulando con el tiempo. A simple vista puede parecer desordenado, pero para mí tiene una estructura clara. Mis gustos se reflejan en las paredes, llenas de posters de películas de acción y armas. Me gusta sentirme seguro en mi hogar y tener todo a mi alcance en caso de necesidad.