Michelle
Mis pies están cansados. Mamá camina rápido, y no puedo alcanzarla, aunque me esté llevando de la mano. Siento que en cualquier momento voy a caer. Además, no puedo ver hacia dónde vamos, ya que mi gorro me tapa los ojos.
Finalmente, nos detenemos frente a un edificio. Mamá entra como si ya hubiera estado allí antes, pero para mí, este lugar es completamente desconocido. Juntas, entramos en un ascensor, y veo que ella marca el piso once. Mamá ha estado en silencio todo el tiempo y parece temblar.
¿Será que está enferma?
Salimos del ascensor y caminamos hasta detenernos frente a la puerta. Observo a mi alrededor y noto que no hay más puertas aparte de esta.
La puerta finalmente se abre, y aparece un hombre sin camisa, vistiendo un mono. Me mira confundido.
-Marta, ¿qué haces aquí? -dice, mientras mamá entra a su casa conmigo.
-Necesito que la cuides.- le contesta mamá.
-Marta, no entiendo nada. ¿Qué está pasando? -él parece desconcertado.
-No tengo mucho tiempo. Por favor, cuídala -mamá se quita el bolso y saca una carpeta. -Aquí tienes todos sus papeles y su custodia -le entrega la carpeta al hombre mientras me sienta en un mueble junto a un perro negro con manchas marrones.
-¿Cómo que su custodia? -pregunta el hombre, ella me arreglan el gorro. Luego, saca un peluche de gatita con falda de su maleta y me lo da.
-Sí, dice que a partir de hoy tú eres su tutor legal. Ya estás encargado de ella. Así que por favor, cuídala -mamá se acerca y señala hacia mí.
-¿León sabe de esto? -pregunto, acariciando al perrito.
-Sí -su cara se vuelve triste por un momento.
-Marta, no puedes simplemente aparecer a las dos de la madrugada con tu hija y decirme que la cuide. Necesito explicaciones... -él se acerca a mamá, pero ella lo aleja.
- Algún día te lo voy a explicar como a ella - me señala - pero por el momento necesito que la cuides - ella se acerca a mí y me da un beso en la frente. - Cuídate, Michelle.
- ¿Mamá, a dónde vas?
- ¿Es verdad, Marta? ¿Para dónde vas? Respóndele esa pregunta a tu hija, ya que a mí no me quieres responder nada. - ella lo mira y después a mí.
- Es un secreto, mi osita hermosa. - me pellizca la nariz.
Ella se levanta y se aleja. El hombre le grita, pero ella no le hace caso. Solo abre la puerta y me ve por última vez. No me dice adiós, ni se despide con un "nos volveremos a ver", ni menos con algo que me diera esperanza de que ella va a volver a buscarme.
- Michelle, despierta.
Reacciono y recuerdo que estoy en mi habitación con Katić. Estábamos haciendo un trabajo escolar, pero yo me había perdido en ese recuerdo.
- Lo siento, es que tengo sueño. ¿Y si terminamos mañana? - me estiro.
- Es verdad, mejor lo dejamos para mañana. - ella se levanta y recoge todas sus cosas.
- Te acompaño.
Me levanto también y la acompañó hasta la salida, pero antes de irse, ella se despide de Ruki, el perro de la casa, el cual le gruñe. Cuando por fin se va, noto que la casa está muy silenciosa, así que voy a su despacho.
Y ahí lo encuentro tirado en el piso con una mujer. Esta vez es diferente. Siempre son diferentes cada noche. Cierro la puerta y voy a comer algo. Ruki me acompaña, pues es el único que está conmigo desde que llegué a esta casa. El hombre que está allá arriba desde el día que mi madre se fue, lo único que hizo fue ignorarme.
Claro, después de ahogarse en sus licores y en su tristeza, nunca iba a entender el porqué. Con el tiempo, él empezaba a notar que ahora no vivía solo, sino con una niña de ocho años.
- ¿Ruki, ahora qué vamos a hacer? - le sirvo la comida al perro, yo me siento en la sala a ver una película.
Ruki arrima su taza de comida hasta quedar a mi lado, y vuelvo a repetir, es el único que me acompaña. Al terminar la película, yo ya estaba acostada con Ruki encima de mí cuando escuchamos risas y gritos.
Esta vez fue una loca.
Siempre son locas.
Ella baja las escaleras corriendo y se ve que estaba llorando, yo solo me quedo viendo como espectadora y Ruki también.
-Eres un idiota Logan. -dice ella viendo las escalera.
-¡Y tú una ilusa! -dice esa voz tan ronca y gruesa pero a la vez imponente.
-¿Como puede ser tan sexy pero a la vez todo un imbécil? -dice ella poniéndose la camisa.
Tiene unas tetas chiquita, un buen trasero y una cintura de muñeca.
¿Trabaja con él? ¿Creo que la he visto?
-Y tú eres muy buena en tu trabajo pero toda una puta ¿Quien lo diría?.-responder él con desdén
Logan desciende las escaleras, y yo intento esconderme para que no me vea, deseando seguir escuchando. Ruki también baja la cabeza cuando siente a su dueño; al igual que yo, no quiere perderse el chisme. La tensión en la habitación es tan palpable que podría cortarse con un cuchillo.
-Cuidado con lo que dices Logan. -ella se pone firme.
-No, cariño, aquí quien tiene que cuidar lo que dice eres tú. No olvides quién soy yo. -él se acerca tanto que veo cómo ella tiembla.
Y quién no, si él da más miedo que el propio Lucifer cuando se molesta.