Logan
Marta cerró la puerta sin decir una palabra más. Al girarme, me encontré con Michelle, la pequeña hija de mi mejor amigo. Acariciaba a Ruki mientras me observaba, sus ojos parecían preguntarme: "¿Qué vamos a hacer ahora?"
Ay, pequeña Michelle, ni yo mismo sé qué hacer en esta situación.
Salí del apartamento y corrí en busca de Marta, pero no aparecía por ningún lado. Marta y Leo son esposos y padres de la niña que estaba en mi apartamento. También son mis mejores amigos, a quienes conocí en la facultad de derecho.
Marta había dejado su carrera para vivir junto a Leo y criar a la pequeña Michelle. En cambio, Leo y yo habíamos terminado la carrera y la ejercimos. No los había visto en ocho años, desde que nació su hija. En aquel entonces, les regalé una casa, mientras yo compraba un apartamento que era casi del tamaño de una casa.
Sin embargo, nunca imaginé que ahora me tocaría convivir con una niña que no era mía.
¿Señor, qué hice para merecer esto?
Subí a mi apartamento y encontré a la pequeña Michelle dormida con Ruki en brazos. Revisé los papeles que ella me había entregado y encontré una carta con mi nombre. Me senté en una silla junto a la encimera y comencé a leer:
Para: Logan.
Sé que tal vez estés confundido y no entiendas nada, pero quiero que comprendas que lo que estoy haciendo es por el bien de los tres. ¿Cuáles tres, te preguntarás? Lo hago por ti, por Michelle y por Leo.
Leo está conmigo. Él hizo algo que sé que nunca podrás perdonar.
Logan, cuando amanezca, espero que no sientas ningún odio hacia la pequeña Michelle. Ella no tiene culpa de lo que va a pasar. Espero que lo entiendas.
Atentamente, Tu Chocolate
No entendía nada. ¿Qué había hecho Leo para que yo lo odiara? Él es mi hermano, después de todo. El misterio se cernía sobre mí, y la incertidumbre me atormentaba mientras esperaba el amanecer.
No duermo en toda la noche, esperando saber algo de Marta o de León, pero solo recibo una llamada de mi asistente, Sonia.
-Sonia, ¿qué pasa? -me paso la mano por la cara, frustrado.
-Señor, tenemos un problema. -Volteo para ver a la pequeña Michelle, que se está despertando.
-No creo que sea más grave que el que tengo yo.
-Pues, aunque no lo crea, sí, señor. Le acaban de retirar quinientos millones de su cuenta. -Me levanto agitado.
-¿Qué?
-Y no solo eso, señor. También se llevaron dos de sus autos deportivos.
-¿Cómo? -Me siento más agitado que nunca.
-Y sé que todo eso estaba en la casa de su abuelo y... -Siento que está dudando.
-¿Sonia?
-Lo siento, señor. Todo mi sentido pesa... -Tranco la llamada.
Veo a la pequeña Michelle, observo nuevamente la carta de Marta y empiezo a recordar las palabras de esa carta.
Él hizo algo que sé que nunca lo vas a perdonar.
Cuando amanezca, no tengas ningún odio hacia la pequeña Michelle, ya que ella no tiene culpa de lo que va a pasar. -MALDITOS. -Lanzo el teléfono.
Él hizo algo que sé que nunca lo vas a perdonar.
Maldito Leo.
Maldita Marta, por siempre preferí a Leo.
-IMBÉCILES. -Empiezo a lanzar todo lo que veo.
Esta vez no se lo voy a perdonar a ninguno. Observo a la pequeña Michelle, que está a punto de llorar. Volteo para no tener que mirarla más, porque solo me recuerda lo que hicieron sus padres.
Subo a mi habitación, me cambio y salgo del apartamento. Llamo a Sonia para que cuide a la pequeña Michelle. No puedo creer que ellos me hayan hecho esto. Yo, su mejor amigo, su hermano, y ellos se atrevieron a matar a mi abuelo, quien era como un padre para mí, y él lo sabía.
-Señor, despierte. -dice Sonia mientras sostiene unos papeles frente a mí. -Otra vez se quedó en las nubes.
Observo a mi alrededor y me encuentro en la oficina. Una vez más, me he perdido en ese maldito recuerdo.
-Lo siento, ¿qué era lo que me estabas diciendo?-pregunto.
-Que no deberías seguir bebiendo y ¿cuándo comenzaremos con los nuevos casos?
-Olvida lo primero.- le digo.- y en cuanto a lo segundo, ya hablé con Charles y Patricia para que se encarguen de eso. Recuerda que yo solo me ocuparé de los casos más complicados.- Sonia me mira con preocupación.
-No has tomado ningún caso en siete meses, Logan. Te estás oxidando.
-Como sea, Sonia. Necesito que compres nuevos libros de ciencia y cálculo, ya que Sarah rompió los que eran de Michelle.
- ¿Ella sabe que se los rompieron?
-No.
-Deja de meter a mujeres locas en ese apartamento. Le estás dando un mal ejemplo a la pequeña Michelle.