Logan.
Cinco meses han transcurrido desde que la pequeña Michelle entró en mi vida. Durante este tiempo, he buscado incansablemente información sobre sus padres, pero mis esfuerzos han sido en vano. A veces, me pregunto si realmente existieron o si son solo fragmentos de mi imaginación. Sin embargo, cada vez que miro nuestra foto del fin de semestre y la carta de Marta, un sentimiento de resentimiento me invade, recordandome que si existen.
Sonia ha sido mi compañera en esta travesía, siempre a mi lado y al de Michelle. Miro por el retrovisor del auto y la veo conversando con Ruki, como si él pudiera entenderla.
Quizás él sea el único que realmente la comprende.
Ahora, me dirijo a la casa de los abuelos maternos de Michelle por dos razones. Primero, para saber si tienen alguna noticia de Marta y Leo, segundo, para averiguar si ellos pueden hacerse cargo de Michelle, ya que yo no puedo continuar con esta responsabilidad.
—¿Nicolas, ya llegamos? -dice la suave y dulce voz de Michelle, sacándome de mis pensamientos.
—Pequeña Michelle ya hemos hablamos que no me llamaras así y no, todavía no
—Pero si Nicolas suena nombre de príncipe y según Sonia tú era algo parecido.
—Sonia es una mujer loca y es mejor que no le haga caso, y los príncipes… bueno, ellos viven en castillos, tienen los ojos azules y siempre terminan con la princesa -le digo, mientras el recuerdo de Marta me asalta
—Sonia no es una loca, las novias tuyas si están dementes. -observó cómo su mejilla se tiñe de un rojo intenso -Nuestra casa es como un castillo, y aunque no tengas ojos azules, los tienes verdes como la naturaleza. Y si, terminaste con una princesa, porque yo soy una princesa según mi tia y Sonia. -dice Michelle con convicción y la miró por última vez.
—Ya hemos llegado, Michelle -anuncio mientras estaciono frente a la residencia de los señores Águila.
Finalmente, llegamos a la casa de los señores Águila. Descendemos del auto y tomo la mano pequeña y regordeta de Michelle. Ella desconoce nuestro destino, por lo que comienza a observar todo a su alrededor con la curiosidad de quien descubre un nuevo mundo. Los señores Águila nos esperan en la puerta, sus figuras recortadas contra la luz que se filtra a través de las nubes. Sin embargo, noto cómo Michelle se detiene y se acurrucan más cerca de mí.
—Mi hermosa niña, cómo nos tenías preocupados sin saber de ti -exclama la señora Águila con voz temblorosa y algo angustiada.
Ellos sabían que Marta no tenía a Michelle.
—Logan. -el señor Águila me saluda con un gesto solemne..
—Señor Águila y Teresa.
—También es un gusto volver a verte Logan. -Teresa me ofrece una sonrisa, pero sus ojos no alcanzan a disimular la frialdad de su cortesía
—Logan. -Michelle me jara el pantalón, me agacho.
—¿Qué pasó Michelle? ¿no está contenta de ver otra vez a tus abuelos? -le pregunto, notando que sus ojos están cristalizados por las lágrimas no derramadas. - ¿Michelle...
—Si me trajiste con estos ancianos para que se haga cargo de mi te pido con todo mi corazón que no lo hagas. -susurra, y su voz es un hilo de desesperación que se enreda en mi pecho.
—Teresa y señor Águila ¿Saben algo de su hija?.-Preguntó, con mi voz firme. Me levanto, enfrentando a Teresa y al señor Águila.
—Logan, tenemos la misma información que tú. Ella solo vino, nos pidió dinero y se fue. -responde Teresa, pero algo en su tono me hace dudar de su sinceridad.
—Entonces, ¿puedo saber por qué Marta me dejó a Michelle a mí y no a ustedes, que son sus abuelos, y yo un simple desconocido para ella?
—Logan, ni nosotros sabemos por qué Marta te dejó a Michelle. -dice el señor Águila.
—De verdad nunca vamos a entender ya que tú eres un irresponsable. -Teresa intenta acercarse a Michelle.
—¡Teresa!- le reclama el señor Águila.
— Nicolas ella está mintiendo. -dice Michelle, su voz apenas un susurro. Bajo la mirada inmediato.
—No le des importancia a lo que dice Logan. Imagino que nos trajiste a Michelle para hacernos responsables de ella, ¿verdad?.-miró a Teresa y después a Michelle.
—Michelle que fue lo que dijiste.- le pregunto a la pequeña, ignorando a Teresa
—Que nosotros primero vinimos a esta casa y mi mamá le dijo que necesitaba que me cuidara y ella le dijo que no. -ella señala a Teresa. -Hubo varias cosas que no escuché ya que me estaba quedando dormida, pero algo que escuché fue que ella no quería hacerse cargo de algo que no valía la pena y era mejor que me dejara por ahí. -Michelle se pega más a mí.
—Es todo pequeña. -le pregunto, y ella asiente con la cabeza.
—Logan, no le creas. Yo nunca le diría tal cosa a mi hija. Así que ven y dame a la niña para que se haga cargo su verdadera familia. -dice Teresa, extendiendo sus brazos hacia Michelle. Pero yo me agacho y la cargó, ella se acurruca contra mi hombro, y en ese momento, sé que mi vida ha cambiado para siempre
—Por esa misma razón me la llevo, porque te conozco, Teresa, y sé que todas esas palabras fueron salidas de tu boca. Tranquila, que Marta me dejó su custodia y eso me hace ser su familia. -le digo, alejándome de ellos pero el señor Águila me detiene.
—Mi niño, sé que tal vez estés molesto, pero quisiera pedirte un favor.
—¿Cuál señor Aguila?-le pregunto, mi tono más suave.
—Que me dejé ve a mi nieta. -el ve a Michelle, ella le regala una sonrisa tan inocente.
—Ya hablaremos cuál será el día.- le digo, y me alejo con Michelle en mis brazos.
Me subo al auto con Michelle y arrancó. Vine para saber de Marta y me voy sin saber nada, vine para dejar a Michelle y regresó con ella a mi cargo otra vez.
—Preparada para vivir conmigo pequeña Michelle.-le preguntó, mirándola a través del espejo retrovisor.
—¡Sí, señor capitán!. -ella me regala la más hermosa sonrisa del mundo.