Michelle
—Pero Logan si la niña me molesta, ¿qué querías que hiciera?.
—Que las ignores, porque son unas idiotas sin cerebro.
—¡Logan! –la voz de Sonia era un látigo suave pero firme.
—Pero no ves que ahora me toca ir a esa estúpida escuela. –se queja Logan, dirigiéndose a Sonia con un gesto de frustración.
—Primero, cálmate. La pequeña no tiene la culpa. Y segundo, quiero que te vayas a dormir. No puedes presentarte así mañana. –Sonia lo señaló con un dedo acusador.
— ¿Qué intentas decir?-su voz era un ronco murmullo.
—Qué estás ebrio Nicolas. –digo, ganándome una mirada molesta de su parte.
—Ya hemos hablado Michelle, que no me gusta que me llames así. Y tú –señaló a Sonia. –primero sabe que no me gusta que me digas que estoy ebrio cuando ya lo sé. Y segundo, hazte cargo de ella hasta mañana
Logan abandonó la casa sin decir nada más, sin revelar a dónde iba, como siempre. Me estoy acostumbrando a su ausencia, pero el vacío seguía ahí, palpable y frío.
—Algún día voy a empezar a cobrarle por ser niñera. –bromea Sonia, mirando la puerta por donde Logan había desaparecido.
—Cobrarle, igual vas a ganar bastante por cuidarnos a los dos y por tu trabajo. –ella me mira y se ríe.
—Tienes razón pequeña Michelle, ven vamos a dormir. –me lleva a mi habitación, ella me da un beso en la frente y se va.
Intento dormir pero todavía no son las dos, la hora que mi madre me abandonó, siento como alguien hable la puerta y se quién es. Intento hacerme la dormida hasta que empieza a lamerme; Ruki siempre entra después que Sonia sale.
A ella no le gusta que duerma con Ruki, dice que ellos traer gérmenes. Juego con Ruki hasta que se hace la una y treinta tres, es cuando vuelve abrir mi puerta, Ruki se esconde debajo de mi cama y yo intento hacerme la dormida.
Siento cómo se sienta en mi cama, una mano suave pero gruesa acaricia mi mejilla. No es Sonia.
—Lo siento por ser el peor ejemplo que tienes, pero te prometo que cambiaré.–Logan me da un beso en la frente. –Buenas noches pequeña Michelle.
Él se va y yo me quedo dormida, arrullada por su voz y ese beso en la frente.
Ya por la mañana, estoy lista para ir a la escuela; solo falta que Logan baje. Sonia está leyendo el periódico, pero se ve estresada. Juego con Ruki un rato más hasta que Logan aparece, vestido con un traje completamente gris.
—Ya estoy listo.
—Logan, es una reunión con las profesoras de Michelle, no de una junta de trabajo. Te ruego que te cambies. ¿O es que todavía estás ebrio?
—Mi querida y ignorante Sonia, Primero, no estoy ebrio. Estoy en mis cinco sentidos. Segundo, es la mejor manera de causar una buena impresión en las profesoras de Michelle.
—A veces quisiera que siempre estuviera así de implacable y limpio.
—Ay ya cállate. Y Michelle, ¿ya estás lista?
—Sí.
—Vayamos, dejemos sola a la ignorante de Sonia. –me agarra la mano y me siento incómoda, ya que él nunca me agarra la mano. Solo lo hizo el día que me iba a dejar con mis abuelos.
Haciendo que ese sentimiento de miedo, de que me va a abandona aparecas.
Veo a Robert; él me saluda y yo le regalo la mejor sonrisa que tengo. Nos montamos en la camioneta y nos dirigimos a la escuela, donde estoy citada por pegarle a una niña, solo porque me dijo que no tenía padres y que solo estaba aquí por lástima.
Veo a Logan y sé que él no está conmigo por lástima, pero todavía no estoy segura de por qué sigo con él
Arribamos al recinto escolar y descendimos del vehículo. Alrededor, se podía observar a varios padres en la tarea de despedirse de sus hijos antes de la jornada escolar. Sin embargo, lo que realmente capturaba mi atención era la mirada fija de las madres, todas ellas parecían tener su atención centrada en Logan
—Logan nos está viendo todo los padres. –le digo mientras le jalo la mano.
—Lo sé, Michelle, es porque voy muy elegante.
No creo que sea eso.
Entramos y todas las profesora se le queda mirando, mejor le hubiera dicho a Sonia que viniera conmigo. Entramos a la dirección, ya estaba la directora y la profesora María esperando por nosotros.
—Buenos días, soy el representante de Michelle Morelli –dice él, ofreciendo una sonrisa.
—Siéntese señor Morelli. –responde la directora, sin dejar de observar a Logan.
—Hay un error, no soy Morelli, mi apellido es Evans. –corrige él, tomando asiento y manteniendo la sonrisa.
Me da miedo.
Él rara vez sonríe.
— Olvidé que usted no es el padre biológico de Michelle. –le dice la directora.
—No, no lo soy. -su sonrisa desaparece un segundo.
—Señor Evans, hemos convocado esta reunión porque la señorita Morelli agredió a una de sus compañeras.
—Disculpé ante que siga , sé que Michelle golpeó a una niña porque ella le dijo que no tenía padres. Solo espero que, así como me han citado a mí, también hayan hablado con los padres de la niña.
—No, señor Evans, la niña solo estaba jugando. En nuestra opinión, Michelle no debería haber reaccionado así; debió haber venido a informarnos–interviene la profesora María.
—Lo siento, pero está equivocada, profesora. No es la primera vez que la niña o otros niños le dicen eso a Michelle. No puedo creer que ella, aborreciendo la violencia, no haya buscado ayuda antes de recurrir a esa opción. –replica él, mientras la directora mira a la profesora María.
— ¿Ha confiado la señorita Morelli en alguien para compartir que sus compañeros de clase la están perturbando? El señor Evans está en lo correcto al decir que a Michelle le repugna la violencia. Lo sé porque la observo constantemente prestando su ayuda a los profesores para mantener limpio el aula, o dedicando su tiempo libre en la cocina durante el recreo. En ocasiones, hemos compartido momentos juntos y hemos entablado conversaciones profundas sobre el tema de la violencia.-añade la directora.