La Vampiresa de la Avenida Saint-Bartholomew Nº 13

Capitulo XV: Licantropía Parte II (Cacería Salvaje)(Arco II: Una Sombra Sobre New Hope)

Nota del Autor:

Hola lectores, les saludo cordialmente trayendo con ustedes una nueva publicación de La Vampiresa de la Avenida Saint-Bartholomew Nº 13.

Ha pasado algo de tiempo pero durante el transcurso del año, publicare varios capítulos y especialmente ahora concluiré… la denominada mini-saga de Licantropía. Especialmente deseaba llegar a este punto y continuar con lo que vendrá que posiblemente “será algo más extraño” y por supuesto tendremos una que otra referencia.

Sin mayores palabras, comenzamos:

                         

La Cacería Salvaje, es un mito sumamente popular europeo que implica el paso de un grupo de cazadores fantasmales o sobrenaturales. Dicho grupo pueden ser elfos, hadas o los muertos, y el líder de la caza suele ser una figura asociada con Woden u otros reflejos del mismo dios. Llamado también El Ejército de Woudan de Suiza Central, Suabia o Etc.

Incluso se asocian a figuras históricas o legendarias como Teodorico el Grande, el rey danés Valdemar Atterdag, el mítico psicopompo galés Gwyn ap Nudd. Hasta figuras bíblicas sean Herodes, Caín o el Arcángel Gabriel.

Ver la “caza salvaje” se consideraba un presagio de catástrofe, sea una guerra o plaga. O en el mejor de los casos, la muerte de quien la vio. Las personas que se encontraban la “Cacería Salvaje” podían ser raptadas al inframundo o al reino de las hadas. Se creía que los espíritus de la gente podían ser arrancados mientras dormían para unirse a la cabalgada.

                            

París, Francia, comienzos de abril...

–¡Yo soy inocente!– dijo Loris Bissegger.

El fiscal de la investigación y los agentes de la policía francesa intentaban saber "la verdad" de la investigación, en contra de Loris Bissegger. Todo comenzó hace dos semanas, en la empresa donde se desempeñaba como sub-gerente y con acceso a las cuentas bancarias, lamentablemente en la última semana extraños movimientos de dineros transferidos a una cuenta bancaria en el extranjero, específicamente en un paraíso fiscal en las Bahamas.

Todo apuntaba a Loris Bissegger.

Él negaba cualquier acusación y el fiscal Maxence Celice, intentaba llegar a la verdad o conocer los nombres de los cómplices.

–¡Yo soy un hombre inocente!– gritó Loris, golpeando la mesa continuamente e insistiendo en su inocencia. –¡Aquí la única criminal resulta ser Olivia Siegenthaler!...¡Esa mujer se encuentra prófuga y coincidentemente, se me acusa de robar dinero de mi propia empresa donde trabajo!...¡Yo soy inocente!– reafirmando su posición.

El fiscal Maxence mantenía una expresión serena y preguntándose cuantas veces escucho sobre esa supuesta inocencia, en sus años de carrera como fiscal.

–Monseiur Loris. Estoy al tanto de la búsqueda, en toda Europa de su ex-pareja que huyó de una institución mental para criminales y es cuestión de tiempo para capturarla. Pero, solo deseo su cooperación y "la verdad" – dijo Maxence Celice.

–¡¿La verdad?!– Loris parecía escuchar un mal chiste. –¡Yo soy inocente!... ¡Alguien intenta culparme y me encuentro en arresto domiciliario hace tres días. Olivia, intenta destruir mi vida y verme en la ruina!.

–Insisto, solo deseo su cooperación y poder entender ciertos sucesos. Ese dinero llegó a una cuenta en un paraíso fiscal y hemos estudiado todos sus movimientos financieros de las últimas semanas pero nuevamente... otra fuerte suma dinero, fue transferida. ¿Posiblemente un cómplice?– pregunto Maxence. –Su actual pareja Tania Lussier ha comprobado cada cuartada que nos ha dado pero ella fue de compras a una exclusiva tienda de ropa, hace una semana. ¿Que me puede decir?...

–El mes pasado recibí, un bono monetario y deseaba darle un pequeño "gusto".

–La investigación continúa en curso– replicó el fiscal.

–¡Soy inocente!– insistió nuevamente Loris. Ni hablar de un abogado, los expertos en la materia de fraudes económicos habían cerrado cualquier posibilidad de tomar el caso y recurriendo al extranjero para buscar un profesional dispuesto en ayudarlo.

El fiscal Celice ordenó, llevar de regresó a su principal sospechoso. En Francia, las estafas de dinero son duramente castigadas con años de cárcel y compensaciones económicas, a los afectados pero Loris Bissegger continuaba insistiendo en su inocencia.

Loris, nunca fue la clase de hombre imponente. Delgado, carente de musculatura, cabello negro cortado a la moda y vestido con una camiseta blanca, pantalones de mezclilla, sudadera gris y un par zapatillas.

Los oficiales de policía ni se molestaban en ponerle esposas, solo lo guiaron hasta el vehículo y recuperando sus objetos personales sean el teléfono celular, billetera y un par gafas. Lamentablemente, las noticias parisinas hicieron gala de la situación y constantemente los medios de comunicación intentaban obtener alguna declaración. Apenas emergieron hacia la vía publica, una horda de periodistas inmediatamente intentaba obtener información del acusado, los oficiales de policía guiaron al principal sospechoso hasta el vehículo policíaco y abordándolo.




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