La Vecina

Capítulo 1

La chica más bonita del barrio, así era llamada ella, Aleisha Portwathe, la Rubia despampanante, la que traía a todos los hombres hipnotizados en sus redes de mujer. En su hechicería sin baria con la que podía tomar a cualquier hombre por la barba tuviera o no. Las chicas que vivían en el mismo vecindario generaron una envida por ser una chica tan guapa, entonces se quedó aisladas de amigas. Fue la primera decepción de su vida, tanta envida que la hizo abrirse camino sola por entre los demás senderos de la vida, tampoco contaba con hermanas. Era la hija única de un matrimonio que acabo mal. Vivía sola en aquella casa pequeña, su madre estaba fuera del país, y su padre lejos de ella pero en su misma tierra.  Entonces poco a poco fue adquiriendo el carácter que la definió, por culpa de un pasado perecedero en sus ojos. Aunque lo que siempre quiso solo fue ser querida con una amor verdadero, que el de madre no podía cubrir, y el de padre se quedaba lejos pero también sumiso. Empezó a experimentar con muchos hombres desde su corta edad, la primera relación a los quince, con un amigo de instituto, lo que luego volvería a convertirse en una bonita relación pero con el futuro solo le quedaba la resignación de perderlo. A los dos años de relación el chico la corto y poco a poco se alejó de ella. Tampoco le quedaba nada que perder se prometió que nunca más lloraría por un hombre, a pesar del muchacho que le dio una primera vez para todo. Poco a poco empezó a aprender a jugar con los hombres. Si quería algo, solo tenía que pedirlo, su cuerpo creció en facciones robustas. En buenas piernas  largas y redondas y un gran cuerpo que cualquier hombre se desviviría por tener.  Para el colmo de todos los pesares de la chica, era rubia y enseguida llamaba aún más la atención de los hombres.  No tenía un derecho de propiedad sobre los demás pero sabía que era la directriz de aquel barrio. Si quería algo tenía solo que ordenarlo y usar sus dotes. Para ello contaba con dos grandes razones, de las que era consciente de su poder adquisitivo. Aunque tenía todo lo que una mujer pudiera desear en la vida, tampoco estaba llena de alegría, siendo esta lo único que le faltaba, no encontraba la manera de ser feliz, aunque los hombres la miraban, lo hacían con aquella mirada lasciva devorándosela de pies a cabeza, cosa que ninguna mujer contemplaba. Entonces se fue perdiendo entre las miradas de todos, solo para robarles la lujuria, y en realidad lo único que quería robar, era el corazón de algún buen muchacho de su edad que le diera todo el amor del mundo, dedicándose a ella plenamente. Todas las noches lo meditaba, pensaba que en como su vida iba,  solo le quedaría en unos pocos años arrepentimiento.  Solo sexo no compensaba el hueco del corazón. Aquel estruendoso vacío que no tapaba ni con su mejor ropa. Con el paso del tiempo siguió malviviendo en solo sexo alcohol y fiestas, no toleraba más un día de ese modo. Aunque era divertido para ella, le gustaba el alcohol y las fiestas, andar viviendo, pero todo sería mejor cuando tuviera a alguien con quien compartir todo eso. Un amor de verdad, como en las películas, o como en las novelas. Pero aunque se lo pedía a Dios antes de dormir todas las noches, el parecía hacerse el sordo, nadie aparecía, nadie que diera la talla para una señorita tan bella, como ella.  Ningún hombre estaba en el rango de ser un caballero nato y un apuesto galán. Demostrar a una persona el querer tampoco era nada sencillo en la vida de la chica, así las cosas se iban aminando más y más. Hasta que no consiguió nadie. Se frustro más. Así pasaron las últimas semanas. Quiso darse por vencida hasta que se encontró con su vecino, el más decente de la calle Alex.

 




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