La Vecina

Capítulo 9

La noche llego con anticipación.

Aunque no sabía porque iría a la casa de la chica solo avanzo, propondría a que las cosas entre ellos, estaban mejorando, aquella pasión estaba en el punto máximo de su pecho, el chico tuvo que contenerse de no mostrar aquella terrible erección que salía desde su pantalón cuando la abrazo, estaba consumiéndose por ella.

Necesariamente fue a ella.

También tenía que buscar la respuesta a los ojos de la chica.

O empaparse en el lienzo de la ignorancia y solo vivir el momento.

Probablemente estaba en una emboscada del amor, estaba siendo prisionero de las bellas muchachas que lo rodeaban, pero tampoco podía dejarse llevar por ellas, tenía que ponerle freno a alguna de las dos.

—Llegue.—Dijo cuándo se puso en la puerta de la casa.

—Pasa—Abrió la puerta inmediatamente.

Lentamente se incorporó a la mesa.

—¿Bueno entonces que hacemos?

—Ver películas. Que más…

Simple era un cita, probablemente.

—Ver películas a veces requiere de una gran concentración—Agrego Alex—Si te pierdes un minuto, ya no te enteras de que va. Es como hacer una escultura en madera, hay que tener mucho cuidado.

Aleisha estaba sorprendida.

—¡Exactamente! Nunca pensé que alguien pudiera comprender, que la historia se desdibuja si te pierdes algo de la peli.

Rieron juntos.

—Probablemente <<Todos nos distraemos>>—Ella reconoció las palabras inmediatamente, Alex estaba buscando algún bocadillo en la cocina.

—¿Conoces el principito?

—Lo he leído, pero aun  no entiendo muy bien su moraleja.

—Entonces eres un viejo. !Ja!

La risa de Alex llego como la presencia de un helicóptero apache en la zona.

—Si seguro que seré algún viejo. —Paso sus manos con parsimonia por la cabeza. Rascándola paulatinamente.

Ella se enfocó en coger de la Tablet alguna película que definiera su actitud, busco entre tantos títulos para conseguir alguna que le gustara a el muchacho.

—Esta.—Dijo y enseño la Tablet a Alex. Este afirmo con la cabeza—. Entonces será esta, bueno apagare las luces, ponte cómodo.

Su presencia no la incomodaba por el completo, a pesar de que todos los demás hombres que pasaban un día en su casa, la aburrían, para Alex pasarla con ella no era nada mas una dulce fantasía, entonces se acomodó en los sillones buscando alguna que otra parte para dejar caer su cuerpo cansado.

Poco después la lluvia empezó a caer a cantaron por la ventana.

Otra tormenta.

Alex miro por la ventana, lluvia fuertemente.

—Empezó a llover nuevamente.

La voz de Aleisha volvía a estar presente.

—Seguro que tardara algunas horas para que pare.

—Si igual, vamos a ver una película, te quedaras hasta que termine todo, y no voy a permitir que te vayas apresurado, no me gusta que me dejen en medio de algo.

Ella se acomodó en el sillón, se sentó como una doncella, fina y elegante, mientras que el camino en dirección al sofá y se dejó caer de lleno.

—Empecemos a ver la película…

Pasaron algunas horas, el jugueteaba con las manos de la chica, así como si fuera una coincidencia, paulatinamente se acercaba más a ella, poco a poco, con alguna maraña equivalente, para tocar su cuerpo, sintiendo aquel bello y efímero calor, tantas emociones contenían su corazón que se sentía drogado.

Pasaron algunas cosas, entre ellas que la chica ya no se podía escapar de las marañas y trucos de Alex, y el sillón se le terminaba, por una hora tuvo que tenerlo encima de si, esperando que se diera cuenta, que estaba incomodándola un poco, pero también encontraba algo de morreo en eso, estaban jugando, con los demás hombres, escasamente le daban una caricia, o jugaban con ella, en el buen sentido, solo era sexo y faje, no le gustaba que fueran tan toscos, es que ninguno podía ser más humano y ponerse en sus zapatos, más el único que había podido entender eso era Alex. Aunque también sabía que buscaba algo de ella, tan siquiera un beso.

La película termino bien.

—Tengo que levantarme iré al baño. —Dijo ella yéndose de la sala.

—Bueno.

Alex no entendía porque estaba haciendo semejante estupidez, pero tampoco quería perder a su vecina que era lo único que tenía en fe, porque lo demás le importaba poco, apreciando aquellas cosas que tenía en la sala: una pequeña chimenea que  funcionada, algunas esculturas de madera, muy buenas, y papel tapiz, de color pastel, era bonito y relajante era como un pequeño mundo femenino, sin un toque de la rudeza varonil.

Probablemente era una de las casas más bonitas del barrio, y era solo porque su propietaria lo reflejaba completamente. Era linda ordenada, bonito, hermosa, tenía buena cara, una tex e impresionante, era la única que lo pudo atrapar en su corazón del resto de las jóvenes que pensaban que estaban interesadas por ella, ella no era el queso que los ratones persiguen, era más como el gato que comía a los ratones. Pero también sentía que aún estaba distante, que le faltaba comprender algo de ella, era lo único que pensaba. Era lo único que podía pensar.




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