La Vecina

Capítulo 13

Rápidamente dio algunas pincelas, estaba teniendo una erección terrible, el cuerpo desnudo de Aleisha era completamente algo fuera de este mundo, se parecía a un Ninfa, o una Diosa griega.

Su piel estaba mullida, al máximo, también estaba algún sudada, le daba algo de brillo a su blancura.

Se notaba que algunas de sus partes, se las cuidaba muy bien. Casi podía respirar el olor a fresa que salía desde su espalda, su entre pierna, oscura y profunda, piernas largas y suaves, redondas, completamente cilíndricas. Suaves como ninguna de las otras, pechos firmes, y pezones rígidos.

Hasta que una línea se convertía en un cuello lindo, con ganas de morderlo, ocultando leves líneas adorables, mientras que más arriba, el cabello cubría gran parte del rostro.

Aleisha estaba sonrojada.

Poco a poco fue adaptándose, aunque algún respingo hizo que Alex notaba que estar desnuda, le estaba dando frío.

Pero su rostro también estaba decidido, Alex noto aquella mirada de determinación.  Entonces iba a dibujar como un dios, para poder satisfacer a su amada.

Constantemente, en su mente se repetía algún tipo de regaño contra sí misma, no entendía porque estaba ella en esa posición. Con su sexo desnudo a Alex, era tantas las cosas que sentía que con solo verlo, la ponía como él quería, la dominaba completamente, le daba una orden y ella cumplía correctamente al pie de la letra. Estaba siendo tonta. Seguro el hombre estaba excitado y a continuación tiraban un polvo.

No

Con Alex no sería un polvo.

Pero cara vemos corazones no sabemos.

Tenía que saberlo. Desmentir lo que estaba en lo profundo de su ser caprichoso.

—Alex…—Gimoteo entre un respingo— puedes hacer el dibujo un poco más rápido, tengo frio.

Sin afectar su perfecta posición ella le confronto a los ojos, pero también deseaba que fuera un día acalorado, para pasarla desnuda todo el día delante de él.

—Voy rosa…

Alex dio algunos trazos más.

Tenía una gota de sudor en su frente, tal vez era el calor que hacía por la chimenea, no. Era que se estaba esforzando en dibujar y en contenerse, ella sabía bien que no era una tabla, tan siquiera ahora no. Era una mujer demasiado atractiva, entonces le estaba causando sentimientos a Alex. Vio aquella mirada firme, le encantaba como estaba el chico,  sentado de piernas cruzadas en el piso, manteniendo firme aquel lápiz, mientras que la escrutaba completamente.

Al principio esa mirada le causo miedo.

Pero ahora solo le daba gusto.

Se había ganado la confianza que decía.

Alex estaba sentado determinado a hacer un dibujo excepcional para una chica excepcional.

Completamente enfocado en su trabajo.

No en las ganas de tomarla y darle un beso acalorado mientras que tocaba su sexo. Comprobando que estuviera húmedo, para luego hacerle el amor unas cuantas veces. (Toda la noche)

Creo que tal vez tenga que esperar, pensamientos de Alex, estaba decidido a terminar el dibujo.

Para el, tener sexo, no era más que eso… significaba tener sexo, nada en especial, pero hacer el amor era una sensación que no conocía. Claro había tenido mucho sexo con distintas muchachas del barrio, y también de la universidad, pero para que iba a tener que hacerlo con ella. No. Se merecía algo mejor, una sensación completamente diferente a la que conocía, hacer el amor era una nueva frontera a la que se enfrentaba.

Entonces para que darle solo una satisfacción de instinto animal, quería llevarla al cielo, o al olimpo. 

Entonces se concentró más en trazar las líneas adecuadas para terminar su dibujo antes que su dulce chica cogiera un resfriado.

Posiblemente también estaba ocupada pensando en cosas, entre ellas Él. Como era posible que solo con una petición se le haya entregado.

No era una ninfómana.

Tampoco quería sexo, si para eso lo buscaba tenia a Aron y una lista interminable de hombres dispuestos a darle un buen rato de placer.

Otro respingo ataco el cuerpo de la chica.

Tenía que apurarse más.  

Siguió trazando líneas como le daban sus manos, pasando por las cuervas de la cadera, ensanchada y bien tonificada, firme y dura. Posiblemente también la mejor en todo. ¿Cómo se moverían aquellas caderas? ¿Cuánto pesaban? ¿Tenía algún peso adecuado?

Eran muchos demasiados como para poder tenerlo contenidos. Estaban estallando en su corazón una de las minas. Para provocar una condenas de explosiones.

—Ya voy a terminar solo déjame…

—Claro…

La voz de Aleisha era un poco quebradiza.

Claramente estaba incomoda, posiblemente tenia vergüenza. Pero porque avergonzarse de su cuerpo si era tan bello.

Su cabello rubio solo hacía que contrastara más. Hacía que fuera un bello paisaje que se deslizaba hasta llegar a un valle profundo de descanso sempiterno.




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