La Vecina

Capítulo 15

El Día siguiente, Aleisha volvió con Alex a la ciudad, tenía que empezar el trabajo, como secretaria.  También sabía que el día de regreso a su casa, la verdadera casa, se estaba acercando, tampoco tenía una fecha en el calendario establecida, pero estaba cerca, más cerca de lo que nadie lo esperaba. Ya que se había acercado tanto a lo que era el amor.

Reconoció que las cosas entre ellos, estaban cada día mejor, más cerca y más acaramelados, pero también estaba asustada, tenía temor de perder todo lo que había conseguido, hasta aquella vacante para entrar a estudiar en la universidad. Un regalo tan importante para ella, como un mismo diamante, de alguna joyería prestigiosa.

Entonces era el momento en que sintiera aquellas mariposas en el estómago antes de que se tuviera que ir.

Específicamente, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, por quedarse. Hasta tomar el teléfono y decirle a papá que se tomaba un año más, que se quedaba en la ciudad porque había encontrado el amor, porque tenía que cumplir sus sueños de graduarse y que también tenía un trabajo algo más estable, que el de acompañante de un hombre.

Las cosas para ambos eran impresionantes. Ojala pudiera durar para siempre.

Alex se puso en marcha para darle aquella sorpresa que la dejaría con la boca abierta completamente deslumbrada.

Esa misma noche, después del trabajo, el llego a casa, con una bandeja llena de buñuelos.

Ella sonrió al ver el detalle.

—Príncipe Azul. No tienes que consentirme tanto.

—Tonta, Rosa mía… soy responsable de ti, claro que lo debo hacer.—Su tono de voz se tornaba entre sarcástico y romántico.

Enseguida se plantó delatan de ella y le dio un beso apasionado, paulatinamente rosando el paladar.

—Cuidado Príncipe, me haces enardecerme.

Sonrió con parsimonia.

Enseguida busco la Tablet: Noche de Película…

La figura en bata de dormir, de Aleisha era muy sensual: Piernas largas y estiradas. Vientre apretado, figura delgada, muslos redondos, silueta elegante y hermosa.

Era difícil mantener el control con ella en ese estado, Alex tenía ganas de tomarla por los hombros y volverle a hacer el amor, como paso en la cabaña.

Entonces se acurrucaron en aquellas sabanas, sentados en el sillón. Estaban acaramelados, parecían dos muchachitos enamorados, cambiando el hecho que ya eran mayores, entonces los dos se brindaron aquel calor que parecía que nunca iban a volver a sentir jamás. Nunca. Pero ahí estaba para el en una caballera rubia, y en ella en una barba morena

Eran felices.

—Aleisha—Ella lo miro— ¿Cómo se llamaba tu mama?

Aleisha frunció el ceño, su carácter cambio drásticamente.

—¿Es importante? ¿Para qué quieres saberlo?

—Pues solo quería saberlo.

Ella dudo unos pocos segundos.

—Se llamaba Ana Loockmare

Fue lo único que dijo, por un rato largo.

Poco después se quedaron en la sala viendo y disfrutando de aquella película infame en la que tenían puesta las miradas.

Al dio siguiente,—Alex se había quedado en casa de Aleisha— se levantó temprano para empezar el trabajo. Alex aun no despertaba, entonces Alex le dio un beso en la frente como una despedida romántica. Y le dejo en la casa una llave de repuesto, para que saliera y entrara a placer.

Poco después Alex despertó—Alguna hora más tarde— Entonces se puso en marcha, tenía que encontrar a la madre de Aleisha. Entonces poco después fue a la casa en busca de su moto, más tarde fue directamente al registro notario de la ciudad, donde tenía un amigo muy conocido, de la secundaria, entonces pidió un favor grande.

—Alejandro, de verdad necesito tu ayuda. —Explico Alex— necesito encontrar a esta mujer, porque es algo importante, que involucra a una chica también.

—Es grave—Arqueo una de las cejas.

—No, pero es necesario. Sé que se te va a hacer algo difícil, pero necesito que lo hagamos.

—Está bien, lo hare, pero solo porque eres mi amigo, y además me debes una caja de cigarrillos.—Bromeo.

Alex se hecho una carcajada enorme.

—¿Nunca cambias verdad?

—No.

Entonces Alex fue en busca de los cigarrillos, mientras que Alejandro se encargaba de darle alguna mínima pista de la ubicación de la madre de Aleisha, estaba dispuesto a ver que estaba pasando.  

Luego de una hora.

El tiempo perfecto para que el, hiciera su parte sin que sus jefes lo descubrieran, porque dar información de alguien seria delito. Volvió a la oficina de Alejandro, con una carpeta entre brazos, para disimular. Entonces llevaba también la caja de cigarrillos.

—Volví.—Dijo al entrar en la oficina.

—Perfecto, tengo algo que te va a gustar.

El sonrió macabramente.

—Dime que encontraste una pista siquiera…




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