La Vecina

Capítulo 20

Alex pasó una semana internado en el hospital.

Aleisha solo paso dos días. El resto de la semana paso llevándole comida al hospital, también lo veía todo el día. Esperaba que despertara, aunque las mejoría eran pocas, eran demasiado lentas. Pero no perdía la esperanza.

Un héroe como el, no iba a dejar caer sus brazos de esa manera.  

Cogió su mano todos los días.

El calor de sus manos la ponía un poco mejor, la tranquilizaba aunque tampoco descartaba el daño de Aron.

Hablaba con él aunque no estaba presente, tan siquiera su cuerpo  no, pero su mente estaba completamente centrada en ella, lo sabía con toda la fuerza de su alma. Aleisha sano completamente de su pierna, mientras que las heridas de Alex aún estaban atormentándola. Para hacer algo de terapia a su cuerpo con ayuda de los médicos, hacia ejercicios a su cuerpo.

Entonces mantenía el cuerpo libre de agujetas.

Aun con mucha más fe esperaba que las cosas consiguieran mejorar.

Pasaron dos meses todos los días en la misma rutina.

Hasta su madre en alguna ocasión llego a visitarlo al hospital.

Irene se llamaba la buena señora al conocerla una mañana tan fría como el hielo, Aleisha comprendió la dolía de Alex. También pudo obtener alguna otra aprobación de su madre.

Mascullando algunas palabras luego también le pidió la mano de Alex.

La adorable vieja acepto con una sonrisa sin indulgencia.

Los días pasaban sin ninguna novedad.

Hasta que…

Estaba recostada a su cuerpo, sintiendo su calor, amándolo.

Alex se movió un poquito en la cama.

Lo hacía siempre pero tampoco eran buenas señales era alguno de sus nervios que estaban apretados. Siempre pasaba. Las últimas semanas solo podían moverse un poco involuntariamente.

Hasta que sintió su mano áspera y reseca pasando por sus brazos.

Eso ya no era un espasmo.

Abrió los ojos rápidamente.

Alex se estaba moviendo. Abrió los ojos y luego la miro con aquellos ojos llenos de esperanza.

—Hola rosa…

—Alex.

Aleisha perdió el control y entonces abrazo fuertemente a Alex, estaba por estrujarlo.

—Me duele el pecho.

Inmediatamente Aleisha llamo a una enfermera con un grito.

—Demonios, no grites. Me duele la cabeza.—Entonces Alex paso sus manos por su cabeza.

—Alex estas mejor. Estas bien Alex…

Aleisha lo abrazo fuertemente.

La enfermera entro  atisbando el reencuentro. Y enseguida suministro algunos analgésicos.

Le hizo algunas preguntas que le ponían en duda. Pero la memoria no le daba para recordar tantas cosas.

Las preguntas que le hacia la enfermera eran fulminantes. Entonces Alex solo podía ver la dulce sonrisa de Aleisha mientras que pensaba en volver  a sentir su cuerpo pegado al suyo.

La enfermera luego de ver aquella forma de mejoría del paciente, entonces llamo rápidamente al doctor.

El hombre de bata llego inmediatamente a revisar a Alex. Entonces mandaron a despejar el dormitorio. Aleisha salió rápidamente separándose poco a poco salió del cuarto en esos momentos era lo único que no podía hacer. Alejarse de él.

Los minutos pasaron.

Aleisha volvía a estar preocupada, no podía saber aquello que pasaba en el interior del cuarto.

Deseaba tener el poder de la telepatía para estar en la mente de Alex. 

A los pocos minutos después el doctor le dijo que podía pasar para ver a Alex.

Enseguida entro.

—Príncipe Azul me tenías asustada.

Allí vio aquel cuerpo tumbado en la camilla, sentía alguna mejoría, el aire fresco que entraba por la ventana complementaban algunas flores de lirios que estaban en el florero. Alex yacía sentado como esperando a que ella volviera a entrar a la salita, cuando lo hizo le recibió con una sonrisa de punta a punta.

—Yo te escuchaba todos los días—Se quitó la mascarilla de oxígeno— todos los días estaba pendiente de donde estabas. Tenía muchas cosas que decirte.

Aleisha dejo correr una lágrima por el borde de su mejilla derecha.

—Pero ya no llores, ya estoy aquí. Cuéntame ¿cómo es eso, porque le pediste mi mano a mi madre? Es completamente absurdo debería ser yo quien pida tu mano a Ana. … no soy un niño para que mi novia tenga que pedirle la mano del prometido a mi madre

Ella rio con descaro.

—Tonto.

 




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