"La venganza de la mejor amiga" está en marcha, para celebrar la ocasión nos hemos reunido en mi departamento para poner en marcha el primer paso, sin embargo, no todo terminó como se supone que debía terminar.
En un determinado momento durante la noche, digamos que a eso de las dos de la mañana, tocaron a mi puerta. Yo como persona normal y valiente que soy, fui abrir, no obstante, Débora no lo creyó conveniente, según ella nadie visita a esa hora excepto los fantasmas y los ladrones, inmediatamente descartamos a los fantasma—Púes ¿Para qué tocar la puerta cuando podían atravesarla? —La opción factible eran los ladrones por lo que con pasos silenciosos cada una se dirigió hasta la cocina y toma lo primero que encuentra para usarlo como arma.
La situación es la siguiente, me encuentro parada detrás de la puerta con mis manos agarrando fuertemente la sartén que utilice en la mañana para prepararme unos huevos revueltos, Valery tiene a mano un cucharón, Tiffany una botella de cerveza, Débora un perchero que no sabía que tenía en casa, y Nathaly se encontraba con las manos en el pomo de la puerta esperando nuestra señal.
Uno. Voy contando sin emitir sonido levantando mi dedo índice. Dos, y tres, termino ordenando en señas para que abra la puerta.
Una figura un poco encorvada aparece del otro lado con dos más detrás de ella. No doy tiempo a que mi cerebro procese la escena y golpeo al primer ladrón con la sartén mandándolo directamente al suelo, cuando voy a golpear al siguiente este me detiene tomando mis manos en alto, lucho intentando resistirme, pero me es inútil, al no tener escapatoria busco a mis amigas con la mirada, y estas están igual o en peor situación que yo, el otro tipo sostiene a Valery mientras apunta a las demás con una pistola.
Mis ojos se llenan de pánico ante la escena.
—Voy a soltarte, pero necesito que te calmes y que no vayas hacer algo estúpido—Dice el hombre que me sostiene, por un instante olvido en la situación en la estoy y me deleito con la voz tan sexy que posee él ladrón. —Si todos los ladrones tienen esa voz moja bragas, pido por favor que me avisen cuando vengan a robarme y le dejo la puerta abierta para que entren cuando quieran— ¿Qué? ¡Espera! ¿Desde cuándo los ladrones sueltan a sus víctimas dándole así la oportunidad de escapar? ¿No sé supone que deben amordazarme, y amenazar con matarme a mí y a mis amigas si no le doy todo lo que tengo?— No me permito meditarlo mucho y asiento dándole a entender que me quedaré quieta ¿Quién soy yo para decirle como hacer su trabajo?
Me libera y empuja hacía dentro del apartamento, su compañero sigue sosteniendo a Valery mientras las demás retrocedemos con las manos en alto.
—¡Mierda! ¿Dónde está el jodido interruptor?—¿Ya había dicho que su voz es sexy? ¿Sí? Es que lo es, y diciendo malas palabras lo es aún más —¡Aquí está! —Exclama como si hubiese encontrado la fórmula secreta para que Gokú deje de morir y resucitar con las esferas del dragón ¿Es que acaso no se cansaba de eso? Digo, si me lo preguntan a mí eso de morir y revivir por un deseo no es nada divertido.—Sacudo mi cabeza alejando aquellos estúpidos pensamientos.
Restriego mis manos vueltas puños por mis ojos buscando la forma de adaptarlos a la luz.
Cuando al fin lo logro, dirijo mi vista hasta los ladrones, pero hubiese sido mejor no haberlo hecho.
—¡Joder!—Exclamo, y escucho tres voces al unísono con la mía repetir la misma palabra—Es que ni ensayado hubiese salido tan perfecto.
Trago saliva nerviosa, y me deleito con el espécimen que tengo delante de mi— ¡Jesús, Maria y José!—No sólo su voz era sexy, el era sexy, creó que la palabra sexy fue inventada en honor a él, estoy segura que si buscan la palabra sexy en Wikipedia encontrarán una foto suya.
Lo observo descaradamente por varios segundos —Es que le doy, y no consejos—Dirijo mi mirada hasta su compañero y me doy cuenta que este ha liberado a Valery, y a bajado su arma. Un clic hace eco en mi cabeza al darme cuenta que ambos están vestido con un uniforme azul oscuro, instintivamente llevo mi mirada hasta su pecho, y en ese momento deseo ser Gokú para morir pero no volver a resucitar o en el mejor de los casos teletransportarme a otro planeta.
—Quedan todas detenidas. Tienen derecho a permanecer calladas, todo lo que digan puede ser utilizado en su contra, y si yo fuese ustedes estaría rezando a cualquier entidad divina para que esa señora no esté muerta—Dice señalando hasta al piso.
¿Señora? ¿Qué señora? Mi vista va hasta el piso y una cabellera blanca muy familiar se encuentra atravesada en mi puerta.
¡Oh Gokū! ¡Llévame contigo!—Exclamo mentalmente buscando por el aire a que esté aparezca en su nube voladora.
He matado a la señora Claus—No, no me refiero a la esposa de Santa, sino a mi vecina que por coincidencia de la vida lleva el mismo nombre.
★★★★★★★★★★★
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