(LO ELIMINE DE CASUALIDAD )
_¿Dónde conociste al Alpha de la manada “¿Tierra oscura”, Katherine? — Pregunto Sofia al instante que ingrese al comedor.
* * * * * * * * CAPÍTULO 7 * * * * * * *
—No sabía tu interés de saber de mí, muy pocos recuerdan el día que me perdí —Estiré cómodamente mis manos en la mesa.
Los trozos de filete no tardaron en llegar y ya tenía el olor delicioso en mi nariz. Necesitaba cambiar de tema para que no me considerarán como traidora.
—Señorita Luna, no sabía que estaba perdida; el Alpha informo que se había ido a su casa del campo y no estaría todo el mes— Dijo el representante del pueblo
— ¿Así? Según él, estuvo buscándome toda la mañana— Me hice a la tonta encogiendo los hombros —Tal vez planeaba que yo me desaparecía todo un mes
—¿Qué insinúas? —Preguntó molesta Sofía
—Tú no opines, que acá nadie te ha mencionado— Le respondí poniendo cruzando mis manos en la mesa —A menos que tengas que ver en esto.
Metí un gran pedazo de carne a la boca y empecé a comerlo rápido. Su mirada de mi prima intentaba fulminarme. No había razón para tenerle miedo, estaban muchos invitados que aún se había quedado en la mansión; así que jamás actuaría de forma indecente.
— Presidente de impuestos— Me dirigí hacia el anciano del fondo de la mesa —¿No supone usted, que es muy raro que seamos la manada que ya no tiene ataques humanos?, quizás han estado haciendo tratos que aún no sepamos.
A este señor se le cayó el vaso, estaba nervioso, ya que no podía contestarme. Me estaban ocultando algo que seguramente perjudicaría a la manada.
—Lo que se me hace raro, es que no quieres aprovechar la oportunidad de crear una estrategia para atacar la manada “Tierra Oscura”, acaso proteges a alguien — Interrumpió Sofía.
—No creo que estemos a la capacidad de atacar una manada, recién estamos recuperandonos, los aldeanos están cansados, quien recuperar sus familias— Le respondí
—Pues no creo que eso sean tus verdaderas razones — Dijo insinuando mi lealtad
— ¿Entonces cuáles son?, pareces conocerme muy bien — Le mencioné y se quedó callada — Te tiras de loba, cuando ni a gata callejera llegas
—Obviamente estas, celosa de mí —Dijo poniéndose de pie. — Te quité el amor del Alpha, tu hogar se convirtió en el mío y pronto te voy a suplantar. Me convertiré en una versión igual a ti — Interrumpí sus palabras
—No puedes ser igual a mí; jamás harás el sacrificio que yo hice al convertirme en la “Luna” de esta manada. Tampoco entenderás las reglas que tuve que someterme para ser la esposa perfecta, de alguien que no lo merecía. — Sisee — Espero que te quede claro; si sigues así solo serás una copia barata de mí
Sus lágrimas falsas empezaron a salir, mientras Kiliam se acercaba al comedor. Se encontraba hablando con su beta así que hasta ignoro la presencia de Sofía. Mi prima aún no entendía, que esa clase de hombre no valían la pena, pronto también la desecharía. Lástima es lo que estaba empezando a sentir por Sofía.
— Katy, necesito hablar contigo — Me dijo cuando ya todos se empezaban a retirar de la mesa.
—Dime—Respondí algo aburrida.
—Seguramente te enteraste de que el Alpha Eduard, pidió que viajaras a su manada una semana cada mes; para que él mantenga la tregua. — Dijo él acercándose
—Si me informaron — Trate de mantener distanciase.
—Sé que es mucho pedirte que seas espía, pero nadie realmente conoce el territorio de “Tierras Oscuras” y si ellos atacan primero; estaríamos en problemas. — Me pidió agarrando mis manos y con el rostro afligido.
No le respondí, me solté con fuerza de él y subí corriendo las gradas. Ingrese a paso lento a mi cuarto. Solo quería hundirme en la bañera y que el agua despejara mi mente y cansancio.
La cálida agua si relaje mi cuerpo ya me había acostumbrado a su sensación, pero tenía que salir. Cubrí mi cuerpo y me cambié rápidamente.
Gracie entro para ayudarme, me puse en la silla de respaldo bajo frente a las flores frescas que habían sido arrancadas y puestas en mi habitación, deleitándome con la sensación del cepillo de Gracie sobre el pelo mojado. Aunque no faltaba mucho para que sirvieran el almuerzo. Gracie me había llevado una taza de té y se había negado peinarme hasta que yo lo probará.
Seguramente se había dado el tiempo para prepararlo ella misma.
Era la cosa más maravillosa que hubiera probado jamás. Bebí de la jarra grande mientras ella me cepillaba el pelo; yo casi ronroneaba bajo la sensación que me dejaban esos dedos finos sobre la cabeza.
Pero cuando las otras mujeres bajaron la escalera para ayudar con el almuerzo, apoyé la jarra sobre mi falda y le pregunté:
—Si yo decidiera no ayudar al Alpha con la investigación, ¿Me rechazaría o votaría de la manada? Y si me enveneno —«Tal vez en mi mente estaba la posibilidad de huir o suicidarme», ya empezaba entrar a un estado de locura.
El cepillo se detuvo. — Solo es una vida, no creó que a nadie le importe si me muero. ¿No crees?
—No hagáis esas preguntas. Obviamente caeríamos en desgracia si algo de eso pasara. Y ni se te ocurra matarte, porque te haré revivir — Me regaño Gracie en un tono sin bromas
—Quiero dar un paseo con la “Luna” — Dijo la voz de Kiliam desde la puerta de mi habitación.
Ahora había estado vigilado por algunos guardias aparte de los que tenía, el consejo había acordado que sus conductas no eran propias así que lo castigaron a una libertad vigilada. Me levante y camine hacia la puerta, accedí a dar un paseo por el jardín con vigilancia. Su compañía me incomodaba, temía que fuera a reaccionar como mi padre.
—Cuando— Empezó a sacarme conversación deteniéndose en las rosas; levanté una ceja y él en una pregunta sin palabras, dijo—: Antes competíamos para ver quién podía escribir las rimas con cualquier palabra soltada en el pasillo, extrañé esos recuerdos cuando viví con los guerreros de mi padre en las fronteras, quiero decir. No me gusta perder, la verdad, pero siempre conseguías ganarme; los maestros decían que tú eras su mejor alumna. ¿Recuerdas?, una fecha también nos comimos el pastel principal de la fiesta y tuvimos que ocultarnos en la casa de campo. — Sonreí al recordarme la escena
—Dijisteis… dijisteis… esa noche en la rosaleda de la casa de campo… —Hice un ruido con la boca un momento—. Dijisteis que algún día proclamarías el día de los pasteles
—Los altos generales no me dejaron probar ningún postre, cuando estuve con ellos —Comentó él; la piel trigueña le brillaba un poco— Mi madre siempre te prefirió, recuerdo que una fecha trato de vestirme con tus vestidos, para ver como me vería si fuera mujer.
— Tu madre quería que fueras una niña, lamentablemente no saliste así — No tuve el valor de preguntar como murieron, ya que la manada entera lo desconocía. En lugar de eso, me las arreglé para preguntar:
—¿Extrañas a tus padres? —
— Siento algo de rencor hacia ellos; no debieron irse, asumimos el cargo muy jóvenes —
Las garras brillaron cerca de la punta de los dedos, y saco una de las rosas, raspándose la mano en el intento. Definitivamente la pregunta era un error.
— Creo que no acepte tan bien sus muertes… —Dejó morir la voz, recuerdo que hace dos años nuestra población se redujo en un cincuenta por ciento. La guerra con los humanos fue muy arriesgada, ya que no conocíamos sus nuevas armas. — Nadie conoce la historia, pero en realidad en la guerra los lobos los traicionaron e hicieron atacarnos entre nosotros. Creo que estábamos unidos al bando equivocado en la pelea.
—¿A qué te refieres? —dije. Él se encogió de
hombros, como si se esforzara por dejar
de lado esas últimas palabras
— He oído que ha habido ataques de humanos hacia los territorios de la Manada Sur, quizás falte poco para que los ataques se hagan continuos y nuestros territorios se reduzcan más. —
— Los humanos solo buscan expandir sus territorios, no podemos negociar con esa clase de seres — Le informé — Los hemos estado analizando y descubierto que son seres corruptos por el dinero que ellos mismos crean, no tienen inteligencia y solo se enfocan en lo superficial, ¿Qué de bueno aprovecharíamos?
—Sus armas, han podido crear materiales con alta probabilidad de destrucción, deberíamos ser los primeros en hacernos aliados; con esto podríamos matar a los jefes de las manadas sin que sepan que fuimos nosotros—
—¿Qué arma, precisamente viste que ellos tienen? — Pregunté ya algo asustada por la actitud
— La escopeta, pero para aprovechar su uso a larga distancia necesitamos saber las ubicaciones de las personas dentro del territorio—
Sujete mi frente en forma de estrés, no podía creer que ya estaba muy al tanto de todo en el mundo humano, se supone que jamás tomaríamos como ejemplo a esos seres inferiores.
—Primero destruiremos los líderes de “Tierra Oscura” y luego los atacaremos—
Así que esas eran las razones, por la que yo era pieza clave en su plan, lástima que ya no estaba tan loca para obedecer todo. —¿Crees en mi verdad? —