La Venganza de Luna y Sol

4: "Paranoia"

   Me incorporé de golpe sobre la cama, el sol de la mañana ilumina mi habitación por completo, pero no pude detallar nada más. Un repentino dolor de cabeza me obligó a cerrar los ojos con fuerza, me llevé las manos a las cienes de forma automática.

  En cuanto moví mis brazos, el dolor me quitó la respiración, no tardé en darme cuenta de que el mismo dolor se extiende por todas mis extremidades, como si me hubieran golpeado todo el cuerpo. El dolor es tan intenso que dudo antes de volver a moverme, y por un minimo segundo me planteo el dejarme caer sobre la cama otra vez y volver a dormir. Es entonces que recuerdo lo que sucedió la noche anterior, mi último recuerdo.

  Ignoré el dolor, tiré de las sábanas y me apresuré a revisar mi cuerpo, buscando las obvias heridas que debo de haber sufrido luego del choque. No me sorprendí al ver que estoy en ropa interior, y enseguida asumí que debo de haber perdido la consciencia, que quizás Adrián me recogió y me trajo a casa, quizás del hospital, quizás del mismo lugar en donde me atropellaron. Atraje las piernas hacia mi pecho, revisé mis brazos y mi abdomen, palpeé mi cabeza, buscando bendajes.

  No hay nada. Cuanto más miro mi cuerpo, mi piel, más perfecta se vé. No tengo ni un solo moretón, ni un rasguño, ni un bendaje. Me caí sobre la acera hace menos de una semana, y recuerdo visiblemente mis rodillas rasguñadas, la piel quemada por el pavimento. Mis rodillas están perfectamente bien ahora.

   Me puse de pie lentamente, ignoré el dolor y, con la respiración y el pulso más normales, me acerqué a la puerta de la habitación con lentitud, sin soltar la pared, intentando sostenerme de cuanto pudiera. Salí al salón, esperando encontrar a Adrián en algún lugar del departamento, todavía maquinando excusas en mi cabeza, diferentes posibles escenarios que podrían explicar por qué no estoy herido de ninguna forma. Quizás me desmayé y al final el auto pudo frenar, dejándome ileso, quizás mi rodilla se curó y yo no lo noté, quizás alguien me había quitado del frente del auto antes de que me atropellara... Escuché a Adrián moviendo cosas en la cocina, así que me acerqué con la cabeza aún dándome vueltas y nublado de dolor.

   — ¿Adrián? — Le llamé cuando le vi las espaldas, se dio la vuelta y me sonrió. — ¿Qué hora es?

   — Son las siete de la mañana, te adelantaste al despertador. — Me contestó, aún enfrascado su tarea. Me acerqué un poco y me di cuenta de que está cortando frutas para agregarle a su cereal.

   Suspiré y me relajé un poco, intentando pensar con coherencia. Levanté la mirada del suelo y la enfoqué en su espalda.

   — Hey, Adrián... — Le volví a llamar con la voz débil, me miró por encima de su hombro y me instó a seguir. — ¿Qué pasó anoche?

   — ¿Cómo que qué pasó? — Me contestó rebanando una manzana. — No lo sé, cuando volví del trabajo ya habías llegado y supuse que estabas durmiendo, ¿Por qué? ¿Pasó algo?

   Sentí la garganta seca luego de escuchar sus palabras.

   Adrián no fue a buscarme a ninguna parte, estaba trabajando todo el tiempo. ¿Cómo hice para volver al departamento? ¿Por qué no lo recuerdo?

   Me forcé a rememorar mi último recuerdo. El auto acercandose a toda velocidad, la gente alejándose de mi, los gritos, las llantas contra el pavimento... No había nadie cerca de mí, el auto estaba a cinco centímetros de mí y luego no recuerdo nada más. El auto me golpeó. ¿Por qué no tengo ninguna herida, ningún moretón?

   ¿Lo imaginé todo otra vez? Pero se había sentido tan real...

   Un intenso dolor de cabeza me inundó y me hizo marear hasta perder el equilibrio. Al notarlo, Adrián soltó todo lo que tenía en las manos y corrió para que no me estrellara contra el piso.

  ———

   Siento una mirada penetrante en mi nuca desde hace veinte minutos. Dejé el lápiz sobre el cuaderno con brusquedad, harto, y me di la vuelta para revisar el resto del salón de clases; nada. Todos los demás toman apuntes apresuradamente mientras el profesor habla casi sin respirar. Sigo sintiéndome observado incluso aunque estoy observándolo todo con atención, en busca del responsable. Decido seguir tomando apuntes con fastidio, pero cuando estoy por comenzar a escribir y a retomar el hilo de la clase, el profesor se detiene.

   — Eso es todo por hoy, ya terminó la clase. — Anunció mirando un reloj de pared encima de la puerta. Está cubierto de polvo y telarañas, es un misterio cómo sigue funcionando.

   Él salió por la puerta sin decir nada más y mis compañeros comenzaron a guardar sus cuadernos con rapidez, probablemente alistándose para correr a otra clase, pero esta es la última de mi día así que me tomo mi tiempo, desperezándome.

   Salgo del salón cinco minutos después, mochila al hombro y desenredando unos auriculares que no reconozco y encontré en mi mochila, probablemente de Adrián. Aún me siento observado, perseguido de a ratos. Mientras camino por los pasillos no puedo evitar sentir que alguien me está vigilando pero, extrañamente, no me siento amenazado, sólo molesto. Son las tres de la tarde, y desde que dejé el departamento esta mañana a las diez, esta sensación me persigue. Con el pasar de las horas mi dolor de cabeza y el que sentía en el resto del cuerpo desapareció como si nunca hubiera estado allí.

   Aprendí a actuar como si nada respecto a esa sensación extraña de alguien persiguiéndome... Casi. Hay ratos en los cuales lo olvido y me doy cuenta de que la sensación desapareció pero, al rato, vuelve. Siempre vuelve.

   Camino lentamente por la vereda de la Universidad mientras conecto el auricular al teléfono y pongo a mi banda favorita, me guardo el aparato en un bolsillo ocultando el cable en mi campera y comienzo a caminar.

   No hago ni una cuadra cuando la sensación de alguien persiguiéndome se hace insoportable, así que me saco un auricular y lo cuelgo de mi oreja, de manera de que puedo escuchar la música pero aún así estar bien atento a los sonidos a mi alrededor. El sol todavía brilla intensamente en el cielo, así que me dirijo directamente hacia la biblioteca pública, lugar en el que suelo estudiar. Lo prefiero al departamento, ya que es extrañamente mucho más tranquilo que el lugar donde vivo, incluso aunque no esté Adrián alrededor. La sensación de ser perseguido sigue latente pero consigo hacer caso omiso a medida que me acerco a una curva.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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