La Venganza de Luna y Sol

7: "Punto de no retorno"

    Conduzco por la carretera desierta dejando masas y masas de árboles atrás. Llevo el brazo herido contra el pecho y mi mano sana aferra con fuerza el volante. No sé a dónde me dirijo, ni qué carretera es esta o a dónde conduce.

   No puedo volver a mi vida, no puedo volver a mi departamento, no me atrevo ni a volver a la ciudad, no después de ver con mis propios ojos lo que esa cosa le hizo a esas dos personas en la estación de servicio. Volver a mi vida ahora mismo sería poner la cabeza de las personas que amo en un blanco, sólo tendría que sentarme a esperar a que las asesinen, y no pienso hacer eso... Pero tampoco sé qué hacer.

    ¿Qué es esa criatura?¿Por qué está intentando asesinarme?¿Por qué el Dios Fuego está protegiéndome? No es por el pacto, no lo es, yo cumplí mi parte de ese pacto cuando dejé la ciudad en autobús, que él me haya traido a la ciudad otra vez, y estoy seguro de que lo hizo, no es culpa mía. Además, mi madre sigue bien y recuperándose, así que no, no me está protegiendo por el pacto. Pero entonces, ¿Por qué?

   Delante de mí observo una pequeña explanada libre de árboles lo suficientemente grande como para que quepa el auto. Con un giro del volante, salgo de la carretera y apago el motor.

   Al abrir la puerta del conductor e intentar salir del auto noto por primera vez qué tanto había empapado mi ropa con sangre, me cuesta despegar las piernas del asiento de cuero. Mis pantalones están empapados, y mi remera del trabajo está destrozada; la rompí para fabricar un torniquete y parar el sangrado en mi brazo herido.

    Pongo los pies en la hierva y doy unos pocos pasos tambaleantes antes de que me fallen los tobillos, haciéndome trastabillar. Consigo llegar hasta la linde del bosque, junto a los árboles, me apoyo en uno de ellos y respiro profundamente mientras me estabilizo.

    No volveré a mi ciudad, eso está decidido.

    Pasé casi cuatro horas conduciendo sin parar, casi sin fijarme qué ruta estaba tomando, no sé dónde estoy ni qué haré a largo plazo, pero sí sé qué haré ahora; buscar respuestas. Averiguaré qué es esta criatura, por qué está detrás de mí y como destrozarla con mis propias manos.

    Decidido, comienzo por mi única pista, por el momento.

    — Dios Fuego. — Pronuncio firmemente, hago una pausa para recordar el resto del rezo pero algo me interrumpe.

    Una brisa cálida me envuelve en el instante en el que la última palabra salió de mis labios, y sé que no debo decir nada más; él está aquí.

    En un parpadeo ya le tengo frente a mí a varios pasos de distancia, a un lado del auto. En su rostro puedo distinguir la sorpresa al verme, y luego de algunos instantes, preocupación. Aprieto más el brazo herido contra el pecho y me fuerzo a ignorar todo aquello.

    — ¿Qué es lo que está sucediendo? — Le pregunto directamente. — ¿Qué es esa criatura y por qué está detrás de mí?

    — ¿Por qué no me llamaste antes? — Me respondió en su lugar, dando unos cortos pasos hacia mí.

  Me alejé bruscamente, mirándolo con desafío.

    — Contesta a mis preguntas, quiero saber qué está sucediendo de una buena vez. — Mi tono de voz frío y amenazador parece captar por fin su atención, se detiene y me mira fijamente. — La última vez no pude replicarte, pero esta vez no me evadirás.

    — Kennet, yo no soy tu enemigo... — Comienza a decirme lentamente, levantando ambas manos, con la intención de acercarse a mí.

    — Entonces demuéstralo y respóndeme.

    — No puedo. — Declaró rápidamente, deteniéndose. — Pero quiero protegerte, ayudarte.

    — ¿Por qué no puedes? — Contesté sin pensar, apretando los puños. — Si quieres ayudarme de verdad, responde a mis preguntas.

    — ¿Para qué? No necesitas saber nada. Estoy protegiéndote, te he salvado ya tres veces, confía en mí y hazme caso. — Desvía su mirada a mi brazo herido. — Puedo curarte ahora mismo si me das tu brazo.

    Di un paso hacia atrás y me alejé. — No.

    Guardó silencio luego de mi negativa, mirándome de arriba a abajo. Sé lo mal y destrozado que luzco, pero la repentina expresión de dolor en su rostro me desconcierta.

    — Si no vas a decírmelo tú, lo averiguaré por mi cuenta. — Le contesté entonces con brusquedad, atrayendo su atención a mi rostro. — Aléjate del auto.

    Comiencé a caminar hacia él, con la intención de rodearlo.

    — No voy a dejar que te vayas, es peligroso, esa criatura sigue ahí afuera. — Le escuché decir con un gruñido mientras paso por su lado, por el rabillo del ojo veo cómo su brazo se mueve e instantáneamente me muevo, evitando su agarre. Su mano queda suspendida en el aire.

    — Gracias, lo tendré en cuenta.

    Me apresuré en alcanzar la puerta del auto y me dejé caer dentro, le escucho apresurarse a mí y noto rápidamente su intención de sacarme a rastras.

    Sin pensarlo, me reincorporo a la carretera y piso el acelerador, dejándolo atrás.

    Sé que podría darme alcance si así lo quisiera, sin embargo no lo hace y me deja ir.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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