La Venganza de Luna y Sol

12: "Decisiones"

    Estaba en medio de un bostezo cuando Einar volvió a mi lado y me pasó una botella de agua fría, extendió un mapa sobre el capó del auto y se inclinó sobre él. Tuve que estirarme por sobre su hombro para poder verlo mejor.

    El sol del mediodía me quema la espalda con intensidad, sobre todo gracias a la ropa negra, y estoy bastante seguro de que si pongo mi mano en el metal del auto terminaré por hacerme daño, pero Einar parece no notarlo mientras lucha por mantener el mapa en su lugar.

    Tomo las dos esquinas del mapa que están a mi alcance, haciendo caso omiso del calor penetrante que sienten mis dedos, y él inmediatamente las suelta y se pone a analizarlo.

    Luego de tres días de deliberación, estamos casi a las afueras de la ciudad de Matqui intentando decidir algo concreto, perseguir una pista sólida, y en los últimos días Einar no ha hecho más que actuar como una niñera encargándose de cubrir todas mis necesidades básicas. Comienza a fastidiarme.

    — Estamos aquí — Me señaló con el dedo —, por lo que sé, el Árdigan más cercano está en esta zona de acá.

    — Pero esas son montañas — Incliné la cabeza con confusión.

    — Ninguna de las demás criaturas se encuentra muy cerca de los humanos — Me explicó —. Los otros cuatro están en una mina abandonada, un bosque, una isla en medio del océano y en un grupo de montañas similar a este. De los demás no sabemos nada.

    — ¿Y cómo vamos a buscar a los otros?

    — Enfoquémonos en un problema a la vez, ¿Sí? — Me miró por encima del hombro, asentí con la cabeza en silencio. — No creo que debamos hacerle una visita al Árdigan más próximo, a pesar de que está tranquilo y sin causar problemas no es muy amigable.

    — Entonces... — Observé el mapa, detallándolo. — ¿Con cuál nos arriesgamos?

    Tomó distancia con el ceño fruncido, pensando. Le observé con detalle mientras espero su respuesta.

    — Dix — Susurró, se aclaró la garganta —. Está en éste grupo de montañas de aquí — Señaló un punto en el mapa —. De vez en cuando Luz y Muerte tienen la precaución de enviarnos a verificar que cada uno de ellos siga en el mismo lugar, no debería de haberse movido de allí desde la última vez que Agua revisó.

    — Bien, pero, ¿Cómo piensas llegar allí? — Se giró a observarme, soltando el mapa. Comencé a doblarlo. — La montaña más baja es de quinientos metros de altura, y son muy inestables como para escalarlas, hacerlo sería un riesgo y tomaría tiempo. A todo esto, ¿Esta criatura está en una de las cientos de cuevas que hay en las montañas o en alguno de los pequeños claros que hay entre ellas?

    Einar me miró frunciendo el ceño.

    — ¿Cómo sabes todo eso?

    — Me gusta el alpinismo — Le digo distraído. —, escalé alguna que otra montaña, y me gusta bastante todo el tema. — Él continúa mirándome en silencio sorprendido. Me crucé de brazos con brusquedad, ofendido. — ¿Me vas a contestar o no? ¿En qué parte está la criatura?

  La brusquedad en mi voz lo obligó a contestar.

    — En un claro — Me dice finalmente, sacudiendo la cabeza. —, hay un claro en medio de las dos montañas más alejadas, tiene un lago un poco profundo. Usualmente espanta a las personas que se acercan por allí, pero nunca las lastima, y tampoco sale de allí por lo que sé. De todos, es nuestro mejor intento.

    — Bien, entonces iremos allí.

    Rodeo el auto para alcanzar la puerta del conductor, la abro y me siento a la sombra, con los pies en el asfalto. Vuelvo a abrir el mapa ante mí con ambas manos y comienzo a buscar la forma más rápida de llegar al lugar que Einar señaló. Instantes después, le escucho inclinarse a mi lado, observando también el mapa.

    Con suerte, tardaríamos una semana en llegar al pie de la primera montaña.

    — Tardaremos una semana — Le digo entonces, bajando los brazos y doblando el mapa. — ¿Estás seguro de que no prefieres hacer tu cosa de Dios y aparecernos mágicamente allí?

    — Bastante seguro — Su voz me deja saber que me tomó enserio, se alejó del auto. —. Sal de ahí, todavía no comiste nada.

    Miré rápidamente hacia el restaurante maltrecho de comida rápida a sus espaldas, hago una mueca. — No tengo hambre.

    Luego de algunos segundos, se limitó a rodear el auto en silencio y meterse al asiento de acompañante. Encendí el auto y me puse en marcha.



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En el texto hay: misterio, mitologia, romance

Editado: 08.05.2021

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