16: "Pesadilla"

    El cielo nocturno está plagado de estrellas brillantes y parpadeantes por doquier, y me mareo un poco mientras las observo y giro sobre mí mismo, maravillado.

    El auto está junto a mí, mi mano está sobre el techo y está aparcado a un lado de una carretera desierta y silenciosa, sobre el pasto. Unos metros detrás de mí, la linde del bosque se extiende hasta que no puedo distinguir en la oscuridad. Observé la carretera a ambos lados, pero esta parecía infinita; no puedo distinguir nada en la distancia más allá de asfalto y más asfalto

    No veo a Einar a mi alrededor, pero sé que está en el bosque, acaba de ingresar a el y estaba a mi lado hace escasos momentos.

    No quiero adentrarme al bosque, pero tampoco quiero quedarme aquí yo solo.

    Abrí la boca para llamar a Einar. pero no me salió la voz. Cerré los puños con nerviosismo y apreté los labios, sin desviar la mirada de los árboles.

    Una brisa fresca me recorrió el cuerpo y me desordenó un poco el cabello mientras me debato internamente qué hacer.

    Súbitamente, un movimiento a mi izquierda, entre los árboles, me llama la atención.

    Un escalofrío me recorrió el cuerpo.

    — ¿Einar? — Le llamé con nerviosismo, la voz casi ausente. — ¡Einar!

    Sonido de pasos, esta vez más cerca de mí.

    La idea de adentrarme a la oscuridad me da mala espina, pero la situación se repite si me quedo aquí.

    Si algo estuviera mal, Einar me lo diría.

    Alejé mi mano del techo del auto y di un par de pasos tambaleantes hacia la linde del bosque. Todo está en silencio salvo por el silbido del viendo contra las copas de los árboles y el sonido de algunos insectos nocturnos de verano, apoyé mi mano insegura en el árbol más cercano y esperé por algunos segundos algún otro movimiento, mientras intento distinguir algo.

    No puedo escuchar nada.

    — ¡Einar! — Volví a llamarle, pero una vez más no obtengo respuesta.

    Miré a mis espaldas, hacia la carretera.

    El auto continúa inmóvil y, del otro lado del asfalto, una planicie llena de pasto y plantas bajas se extiende hasta donde puedo distinguir, pero todo se mantiene en orden.

    Me adentré a la espesura antes de arrepentirme y comencé a caminar, rodeando árboles, rocas, plantas y raíces. Mis pasos hacen un ruido leve al caminar, y procuro tomar nota de por dónde estoy caminando mientras mantengo a la vista la linde que da a la carretera, listo para huir si se da el caso.

    No mucho tiempo después, escuché y percibí un movimiento rápido a mi derecha, así que giré mi cabeza en esa dirección con rapidez, guardé silencio y escuché con atención. Siento la urgencia de llamar a Einar en voz alta, pero una repentina inquietud me detiene antes de que siquiera decida abrir la boca.

    Volví a sentir lo mismo a mis espaldas, observé en esa dirección por encima del hombro, sin voltearme, y a estas alturas estoy bastante seguro de que Einar me ha dejado solo.

    Estoy solo. Einar me dejó solo. Le llamé hace algunos minutos, antes de adentrarme en la espesura, y no me respondió. Si lo llamo nuevamente, sé que será lo mismo.

    Apreté los puños con fuerza, clavándome las uñas contra las palmas de las manos. Mi pulso está acelerado, decido salir de los árboles con rapidez y volver al coche.

    Di algunos pasos rápidos hacia la linde del bosque, esquivando obstáculos con dificultad, cuando escuché el característico sonido de garras contra la madera. Me detuve abruptamente, incapaz de dar otro paso.

    Algo impactó contra mí, un dolor atroz me nubló los sentidos por algunos momentos mientras mis piernas pierden fuerza y se tambalean, pero no me caigo. Bajé la vista y vi cuatro enormes garras negras y afiladas atravesándome el abdomen, en cuanto mis ojos se enfocaron en ellas, tiran de mí hacia atrás y soy lanzado por los aires, se me escapa el oxígeno de los pulmones cuando las garras se deslizan a través de mi cuerpo, soltándome.

    Aterricé al pie de un enorme árbol, cuando intenté ponerme de pie nuevamente sentí un dolor atroz en ambos hombros por la espalda, distingí las garras en la obscuridad total que ahora me rodea. Me encorvé hacia atrás, soltando un alarido de dolor mientras siento la sangre caliente empapándome por completo.

    Tocí llevándome una mano a la garganta mientras soy arrastrado por el suelo, esquivando árboles y obstáculos. La boca se me llena de sangre mientras intento escupirla con desesperación, ahogándome, sin poder hablar o procesar lo que está sucediendo.

    Caí al suelo con un golpe seco y mi cabeza chocó contra algo duro y deforme, cuando quiero incorporarme un poco, noto que no puedo sentir mis brazos.

    — ¡Kennet! — Escuché en la lejanía, quiero levantar la cabeza, pero no puedo. — ¡Kennet!

    No distingo la voz. Quiero levantarme, quiero levantar la vista, pero todo me da vuelvas y lucho entre ahogos contra la sangre en mi boca, lucho por respirar y mantenerme consciente.

    — ¡Kennet! — Me incorporé de un salto con la respiración agitada y comencé a moverme, frenético, intentando dar pelea.

    Unas manos me sujetaron por los hombros y no tardé en intentar apartarlas de mí, luchando por mirar a mi alrededor y buscar a mi atacante.

    — ¡Kennet, soy yo! — Enfoqué la mirada frente a mí y, en cuanto distingo esos ojos flameantes, detengo mis movimientos bruscamente. — Soy yo.

    Miré a mi alrededor, reconocí las paredes marrones de la habitación de motel de turno, tengo una leve sábana blanca encima de mis piernas y el cuerpo completamente sudado, Einar está sentado junto a mí en la cama, sus manos están sobre mis hombros y me mira fijamente con las cejas fruncidas y la boca entreabierta, preocupado. Mi respiración está agitada y sólo comienzo a relajarme al darme cuenta de que, simplemente, acabo de despertar de la pesadilla más realista, cruel y violenta que he tenido hasta el momento.